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CRÍTICA

'El poder del dinero': Mejor mirar el móvil

Ni Gary Oldman ni Harrison Ford logran hacer más creíble esta historia protagonizada por un unidimensional Liam Hemsworth en el papel principal.

Por Carlos Manuel Hernández Fernández 25 de Febrero 2014 | 10:00

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Puesto que no todo el cine que sale en las carteleras tiene que ser obligatoriamente reseñable e inmortal, en ocasiones nos encontramos con algunas propuestas cinematográficas que se venden a si mismas como un mero producto, y pese al atractivo de los nombres que salen en su envase, una vez abierto descubrimos que está vacío. Así ocurre con 'El poder del dinero', un filme que ha logrado conjugar a dos grandes de la interpretación como son Gary Oldman y Harrison Ford, junto a ese chaval que empiezo a dudar que fuera alguna vez promesa de algo, llamado Liam Hemsworth, y si a ello sumamos otra cara bonita como la de Amber Heard, tenemos todos los ingredientes para que nos den ganas de abandonar el cine a los primeros compases de su metraje, cuyo mayor logro (que tampoco es muy destacable), es el de hacer aparecer al joven Hemsworth sin camista.

'El poder del dinero': Mejor mirar el móvil

La historia del filme reza: Los dos magnates tecnológicos más poderosos del mundo son rivales acérrimos que comparten un oscuro pasado y no se detendrán ante nada con tal de destruirse el uno al otro. Un joven prometedor, Adam Cassidy, seducido por el mundo de riqueza y poder ilimitado que se abre delante de él, se verá atrapado entre ellos e inmerso en un arriesgado juego de espionaje corporativo. Pero cuando Adam empieza a darse cuenta de que su vida corre peligro, ya está metido de lleno en una telaraña de la que ya no podrá escapar. La historia buscará pues similitudes bastantes obvias con peleas de marcas tecnológicas en la actualidad, siendo la más evidente la que tiene que ver con teléfonos móviles, y todo ello será mero maquillaje para llevarnos a una cinta que procura ser relevante en algunos puntos, pero que flaquea enormemente en su ejecución y planteamiento.

A Liam Hermsworth debe pesarle su apellido, y sabedor de su fama entre la juventud y su valor físico, se encarga de protagonizar la cinta, y si bien su personaje no es que haya sido especialmente pulido en su escritura y personalidad, parece ser que el actor tampoco tiene ganas de tomárselo mucho más en serio. Es debido a ello que todo el recorrido dramático que podía haber tenido, su personaje se reduce a una sola cara, una sola faceta, siendo un protagonista plano y deshumanizado. A ello le sumamos que todo lo que le va ocurriendo a lo largo de la historia parece resbalarle, y debido a esto y una vez llegado a su fin el filme, no notemos que realmente haya tenido una experiencia reveladora o algo meramente reseñable, sino que continúa igual de plano de cómo empezó, y es una pena, ya que por respeto a Oldman y Ford, merecía tomarse más en serio su rol y no limitarse a ofrecer su torso desnudo de manera gratuita y fácil.

Siguiendo con la fórmula del cine comercial, en esta ocasión ha sido Gary Oldman uno de los escogidos, y pese a que el actor tiene el potencial suficiente para levantar él solo una película, la realidad es que el papel del actor no ha sido tampoco lo suficientemente ambicioso para sus habilidades. Esto provoca que pese a que veamos un trabajo correcto, tampoco logra arrancar nada original de su rol, y siento que me encuentro contemplando un rol bastante genérico, sin magia en especial, sino simplemente algo asentado en simplemente ser correcto. Aún con ello, Oldman tiene el rol más interesante del filme, y pese a no ser ni por asomo lo mejor de su carrera, sí que tiene la suerte de ser algo un poco más elevado que el resto, que visto lo visto, no era muy difícil.

'El poder del dinero': Mejor mirar el móvil

Para cerrar el trinomio de actores protagonistas, nos encontramos con Harrison Ford, el cual tiene una base muy parecida a la de Oldman, pero algo más light. Con Ford también tenemos la sensación de que nos encontramos ante una interpretación estándar, sin nada especialmente reseñable, y que solo salva la presencia de su figura y rostro, que hace años que se ha ganado su carisma, y sabedor de ello, Ford se limita a exponer a un personaje que intenta ser ambiguo pero que deja la sensación de que más bien no se termina de encontrar. El mayor atractivo de la cinta es en realidad los enfrentamientos cara a cara entre Ford y Oldman, escenas en las que parece que algo relevante está ocurriendo de verdad, y que una vez están presentes, me hacen pensar que en realidad es una lucha entre ambos para ver quién logra salvar más platos. Con todo ello, Ford simplemente se dejará fluir en una interpretación que tampoco era un especial reto, y que me hace entrever que en realidad todo esto tiene que ver con que pese a la fama del actor y su trayectoria, hay ocasiones en las que hay que comer.

Como no, en este tipo de producciones siempre hay que añadir una cara femenina bonita para intentar atraer a más público, y en esta producción ha sido la de Amber Heard, una actriz que solo logro destacar especialmente en 'Los diarios del ron', y que en este nuevo trabajo sí consigo destacar algo de su papel, y es el de ser bastante creíble. Esta no es tampoco una cosa muy difícil de conseguir, pero que sin duda es de agradecer, ya que logra posar algo los pies en el suelo, y por momentos sí me llega a interesar lo que le ocurre a su personaje, aunque no sea más que una pequeña muestra de lo que podía haber sido el filme con algo más de mimo, ya que pese a que sí que en algunas escenas logra estar bastante suelta y concentrada, durante gran parte del metraje su presencia no sea más que testimonial, y con ello pierda el encanto de su rol, que sin ser especialmente profundo, sí que se atisba algún que otro matiz interesante, pese a que todo lo demás se esté desmoronando a su alrededor.

La dirección del metraje tampoco ha tenido un especial mimo, y algunas escenas serán tan tópicas y evidentes que perderán cualquier atisbo de interés, y se centrará todo en un suspense muy barato y prefabricado, ya que no dejo de tener el constante deja vú de que todo lo que está ocurriendo en pantalla lo he visto ya en mil películas. A ello hay que sumarle que no siento que lo ocurrido en pantalla tenga un peso especial en la trama, y pese a que el protagonista pueda pasar de vivir en la miseria a montarse en el dólar tan solo una escena después, no se llegue a ver un verdadero descubrimiento en todo ello, y casi parezca que estaba claro que todo iba a acabar como está acabando, sin sorpresa alguna, sin emoción, sin realidad y sin interés.

'El poder del dinero': Mejor mirar el móvil

Nada que ver

Esto ocurre también por una dirección que no ha sido lo suficientemente ambiciosa con el material que tiene, y pese a que Oldman y Ford demuestren que tienen tablas, todo lo que se trata de mantener en pantalla a las estrellas más jóvenes hace que sea pura rutina y no consigue sacar el potencial que tienen, a lo que se suma que no llegue a creerme en ningún momento que lo que ocurre tiene una especial lógica o que hay un verdadero peligro, siendo por lo tanto todo un viaje bastante facilón y que no llega a conectar con nada realmente. Es una pena que hayan cintas con una tan clara evidencia comercial, ya que si bien muchas cintas lo son, algunas de ellas aún tienen algo reseñable que sacar, una pequeña moraleja, una parodia o algo que comentar después de su visionado.

Con 'El poder del dinero', todo ello queda cubierto por ese sentimiento del camino fácil, del coche deportivo en la puerta, del millón de dólares en el banco, del tipo guay al que el dinero corrompe, de las chicas monas y la ambición, todo ello sin una verdadera lección detrás de ello. Como conclusión, nos encontramos con una película que quiere vender los ideales del capitalismo, del hacerse rico sea como sea, que pese a plantear en un comienzo que todo puede tener un buen fondo, se acaba creyendo su propia mentira y siendo simplemente otra película más del bulto, sin nada especialmente reseñable en su interior, que sirve igual para quien busque un entretenimiento lo suficientemente leve y poco intelectual que le permita ver durante gran parte del metraje su teléfono móvil y enviar mensajes de Whatsapp, ya que la cinta invita mucho a la distracción y el mirar el reloj, y todo ello recubierto de esa sensación de que podríamos entrar a mitad de filme y no nos hemos perdido nada, lo cual es bastante grave, pero que más de uno no muy aficionado al buen cine hasta puede dejar pasar por ver un entretenimiento facilón, pero que para aquel que sepa lo que es el buen cine y lo que vale este arte, más bien saldrá del cine sabiendo que lo que hecho es perder el tiempo, y tiempo es algo que no sobra.