Conseguir sorprender al espectador a través de giros inesperados de guion ha sido una constante a lo largo de la historia del cine. El cine de intriga o terror, es el que más ha utilizado este recurso con la intención de poder añadir algo de emoción a las trilladas convenciones del género. El principal problema de esta decisión artística viene cuando el espectador no participa del juego que se le propone y ve completamente inverosímil la resolución a la historia que se le plantea. A todos nos ha pasado alguna vez al terminar de ver una película, el habernos quedado con la sensación de que nos han tomado el pelo y se han pasado de listos al intentar explicar los acontecimientos previos. Todo depende de la credulidad del espectador, o lo que es lo mismo, el grado de suspensión de la incredulidad que haya mantenido este durante su visionado.
En 1961, la mítica productora Hammer llevó a la gran pantalla 'El sabor del miedo', thriller de terror que jugaba con el misterio de saber cómo se explicarían los extraños sucesos a los que se veía sometida una indefensa joven. La historia parte de un guion inédito de Jimmy Sangster que nos presenta a Penny Appleby, una joven en silla de ruedas que regresa a casa para reencontrarse con su padre después de diez años de ausencia. Al llegar, se dará cuenta de que este no está en la mansión familiar y aunque su nueva esposa sostenga que se encuentra de viaje, la chica no puede dejar de pensar que su progenitor ha muerto.
Aunque 'El sabor del miedo' juegue con varios elementos típicos del cine de misterio, entre los que encontramos mobiliario juguetón que parece tener vida propia, hechos que se nos presentan para luego demostrarnos que no ocurrieron y un juego de apariencias constante entre todos los personajes; se ha convertido con el paso del tiempo en todo un film de culto gracias a la sobresaliente labor de su director Seth Holt. Lo que podría haber sido un simple pasatiempo, se convierte en sus manos en todo un placer para los sentidos gracias a su dominio de conceptos tan elementales como el encuadre o la profundidad de campo. Holt consigue valerse del entorno que rodea a los personajes para crear una atmósfera malsana e inquietante. Lástima que un fallo cardiaco acabara con él diez años más tarde, antes de que terminara su última película 'La sangre en la tumba de la momia', ya que de haber podido seguir su carrera, estoy seguro de que estaríamos ante un director más que interesante. Como curiosidad, corre el rumor de que Sony quiere que Juan Antonio Bayona se encargue de dirigir un remake de esta cinta.
Protagonizada por la primogénita de Lee Strasberg
En el apartado interpretativo destaca la labor de Susan Strasberg, hija del mítico profesor de interpretación Lee Strasberg y que dentro de su corta y desigual carrera, destaca su participación en películas como 'Picnic' o 'Kapo'. La actriz sabe dotar a su personaje de ese aire desvalido que contraste con la falsa simpatía que demuestra Ann Todd en el papel de madrastra. Como dato, la película también cuenta con la aparición estelar del incansable Christopher Lee interpretando a un inquietante médico.
El principal problema de la película, es que a a la postre todo el peso de la producción recae en un final que se desmorona al intentar explicar a la carrera y de forma muy enrevesada, todo lo que hasta ese momento nos mantenía expectantes. La explicación es tan increíble que acaba con todo lo conseguido por su autor.
Aun así, es importante remarcar que el viaje es tan satisfactorio en suma, que tal vez no le demos demasiada importancia al destino final.