Hace años que no sigo los Oscar por diversos motivos.
El primero, para qué negarlo, es la imposibilidad de ver la ceremonia en mi casa, a lo que hemos de sumarle tanto la pereza que supone la diferencia horaria como lo aburrida que suele ser por sí la misma. Pero, por encima de todo, se encuentra la falta de interés de una gala que desde años se (me) manifiesta harto añeja y desvirtuada.
Y es que, más allá de la adulteración -consciente o inconsciente- de la celebración de un arte que hace ya demasiados años que se ha convertido abiertamente en negocio, un servidor no puede dejar de ver con preocupación la falta de calidad de buena parte de los títulos que entran a competición.
Quizá por ello esta mañana me he despertado sin prisa alguna, me he hecho un café, he ojeado mis correos, y finalmente he entrado en la página para ver cuales habían sido los filmes ganadores. Y curiosamente, lo que más me ha llamado la atención, lo que verdaderamente me ha sorprendido, ha sido el Premio a la Mejor Película de Habla No Inglesa.
¿Por qué?
Muy simple. A muchos ha sorprendido que 'El secreto de sus ojos' se lleve el Oscar a mejor película extranjera por encima de 'La cinta blanca' o 'Un profeta', las claras favoritas. Pero lo preocupante del éxito del film de Campanella no es la polémica de si es merecedor o no de dicho galardón, que por supuesto lo es, si no de la verdadera competencia que ha habido por obtener dicho premio, mucho más voraz cualitativamente hablando que en cualquiera de las otras candidaturas.
Y es que, habiendo visto tan solo tres de los cinco títulos que optaban a dicha estauilla, a un servidor no puede dejar de llamarle la atención el hecho de que los filmes de Campanella, Aulliard y Haneke tengan una calidad insultantemente superior a la de cualquiera de los diez títulos que optaban a Mejor Película.
Así pues, mientras las dudas de este año se centraban en si la Mejor Película del Año sería 'Avatar' o 'En tierra hostil', mis dudas no han podido dejar de derivarse hacia por qué tres filmes extranjeros me merecen más aplausos y reconocimientos que los supuestos diez mejores títulos de la industria cinematográfica más poderosa del planeta.
Muchos dirán que 'En tierra hostil' -notable film, por otro lado- ha ganado al talonario de Cameron, pero yo no puedo dejar de ver dicha victoria, con diferencia, reflejada en 'El secreto de sus ojos'.
