Protagonizada por Jessica Lange, Kathy Bates, Joan Allen, Tom Skerritt, Christine Baranski, Victor Rasuk, Tom Amandes y Tom Wopat, 'El viaje de nuestra vida' ('Bonneville') llega a nuestras carteleras el próximo 4 de julio con casi dos años de tratso, dirigida por Christopher N. Rowley.
La película cuenta la historia de Arvilla Holden, quien "secuestra" a sus dos mejores amigas y las mete en un descapotable con la intención de recorrer América en su camino hacia Palm Springs, donde debe entregar las cenizas de su pareja a su hija. Lo que en principio parece ser un simple viaje acabará convirtiéndose en una oportunidad para las tres mujeres para que se reencuentren con ellas mismas, con su amistad y con la importancia de cumplir las promesas y disfrutar de la vida.
En clave de road movie que en cuanto a forma no puede evitar recordarnos a una suerte de 'Thelma & Louise' con sexagenarias, y en cuanto a fondo a una ligera 'Una historia verdadera', 'Bonneville' es, como cualquier viaje en coche en el celuloide que se precie, un viaje iniciático en el que la introspección de sus personajes y los diferentes vínculos de amistad que los unen se erigen como único y exclusivo leitmotiv de la película.
Lo cierto es que 'Bonneville' no tiene nada de particular: resulta tierna y graciosa, levemente entretenida a lo largo de su efímera duración, pero carece de fuerza, de esa chispa que nos haga conectar con sus personajes, cuyas personalidades se antojan demasiado esquematizadas.
Una road movie reumática
De este modo, alrededor del personaje interpretado por Jessica Lange, nos encontramos a dos amigas de polaridad completamernte opuesta, la primera (Kathy Bates) desenfadada y extrovertida, la segunda (Joan Allen), comedida y precavida y, para mayor cliché, devota mormona. Tanto los propios acontecimientos como la aparición en escena del siempre solvente Tom Skerritt concederán a la película de Christopher N. Rowley la oportunidad de tironear y escarbar en las psiques de sus personajes, si bien dicha disección dista mucho de tener un mínimo interes, sirviéndose de convencionalismos y manidas panorámicas con puestas de sol como telón de fondo.
Así pues, el viaje iniciático no es tal, careciendo de impacto dramático alguno aparte de las puntuales voces en off de su protagonista conversando con su difunto esposo, dotadas siempre de una bella fotografía de tono crepuscular; sin duda alguna, Kathy Bates y su relación con Tom Skerritt, y en menor medida las dudas pseudoexistenciales del personaje interpretado por Joan Allen, se erigen como lo único rescatable de una película algo insulsa y carente de garra.
Se puede ver, pero no nos aporta absolutamente nada.