Parece que las series de antología vuelven a estar de moda. Se trata de una fórmula que, en realidad, ha estado ahí desde casi el principio de la historia de la televisión. Solo hay que pensar en algunos referentes como las clásicas 'Alfred Hitchcock presenta', 'La dimensión desconocida' o 'Cuentos asombrosos', por nombrar algunas. Es razonable que muchos showrunners como Ryan Murphy apliquen este planteamiento a sus series, ya que permite que el producto se revitalice constantemente. El espectador tiene más facilidad para perdonar la irregularidad o la pérdida de interés en series como 'American Horror Story', 'American Crime' o 'Fargo', ya que, en cada nueva temporada (en este caso), se empieza de cero y, por lo tanto, basta con gustarte el espíritu general de la serie para seguir dándole nuevas oportunidades.
En este contexto favorable, 'Electric Dreams' ha hecho su aparición estelar arropada bajo la expectación de estar basada en los relatos de Philip K. Dick. El autor de 'Blade Runner', cada vez, está siendo más reconocido entre el gran público gracias también a películas como 'Desafío total', 'Minority Report' o la reciente serie 'The Man in the High Castle'. En esta ocasión, se trata de un compendio de diez episodios individuales basados en la obra de Dick y escritos por diferentes guionistas británicos y estadounidenses.
Alternativa a 'Black Mirror'
Presentada como una alternativa a la exitosa 'Black Mirror', la apuesta resulta algo descafeinada. Acostumbrados al efectismo y la acidez malsana de la serie de Charlie Brooker (también, cada vez más irregular), da la sensación de que esta propuesta no acaba de aprovechar del todo el rico universo del escritor norteamericano, a pesar de que, en cierta manera, la temporada está llena de buenos actores y hallazgos reseñables.
En ella, podemos asistir a tramas tan dispares como la de una sociedad totalitaria en la que los telépatas son perseguidos, las aventuras de una fraudulenta agencia de turismo espacial, una policía que vive, al mismo tiempo, en otro mundo con una identidad diferente o un niño que descubre que todos sus familiares y amigos están siendo reemplazados por seres extraterrestres, entre otras historias. En conjunto, el diseño visual y la ambientación resultan muy sugerentes y, fácilmente, se conecta con cada episodio. El problema es que, en general, los remates o giros finales no son lo suficientemente impactantes y, en muchos casos, las tramas se van desinflando por sí mismas más allá de su interesante planteamiento.
Los aficionados a Philip K. Dick pueden sentirse como en casa, asistiendo a un torrente de las obsesiones del escritor como los mundos paralelos, la telepatía, la conspiración de las grandes corporaciones, la paranoia, la persecución a los diferentes, los conflictos metafísicos o la soledad individual del mundo tecnológico. Más allá de eso, es disfrutable por la complejidad de algunas de sus tramas y por las interpretaciones de artistas como Steve Buscemi, Bryan Cranston, Anna Paquin, Vera Farmiga o Geraldine Chaplin. Sin embargo, los menos amantes del género o los que esperen algo más cercano al terror con giros impactantes, probablemente, queden decepcionados.
Nota: 6
Lo mejor: El imaginario de Philip K. Dick es tan rico como estimulante
Lo peor: Más allá de las premisas, sus episodios nunca acaban de ser redondos
Así imaginó nuestro presente el cine de ciencia ficción
La conquista del espacio
A finales de los años sesenta, Stanley Kubrick adaptó 'El centinela' de Arthur C. Clarke, dando a luz a uno de los grandes hitos de la ciencia ficción de todos los tiempos, '2001: Una odisea del espacio'.
En ella, a principios del siglo XXI, el Discovery 1 emprende una misión hacia Júpiter con cinco tripulantes (tres de ellos, en estado de hibernación), y un supercomputador llamado HAL 9000.
Con una estética que a día de hoy podríamos entender como absolutamente retro, el futuro que nos trajo Kubrick nos hace pensar cómo sería la humanidad a día de hoy, casi dos décadas después de que el hombre se hubiera lanzado a la conquista del espacio.
Monopatines voladores
En 1989, Robert Zemeckis nos traía la primera secuela de 'Regreso al futuro', para la que viajaba desde 1955 hasta el año 2015, un futuro tan marciano como poco parecido a la realidad.
Con una ambientación que recuerda a la de las historietas de ciencia ficción de las décadas de 1950 y 1960, 'Regreso al futuro II' imaginó un presente con monopatines voladores, con 'Tiburón 19' dominando la cartelera y un auténtico atentado a la moda del que nos alegramos que no llegase a convertirse en realidad.
Segunda Guerra Civil Americana
Pamela Anderson fue la encargada de protagonizar 'Barb Wire' en 1996, título al que el calificativo de trash le viene pequeño, y que venía a adaptar al cómic de mismo nombre de Dark Horse.
La película imaginaba un año 2017 en el que Estados Unidos estaba en plena Segunda Guerra Civil, y donde el azote de los fascistas viste de cuero y responde al nombre de Barb Wire, regente de un club nocturno en uno de los pocos enclaves de la resistencia, quien combatirá en primera persona al totalitarismo.
Su espíritu de explotación la convierte en algo cercano a la distopía, pero es gracioso pensar cómo hace veinte años, los americanos ya pensaron que su país podría llegar a estar dominado por un tirano que conduciría el país a la guerra. Al tirano ya lo tienen, esperemos que lo del conflicto armado no llegue a cumplirse.
La cárcel definitiva
Una vez más, 2017 es el año en que tiene lugar el film en cuestión. Este no es otro que 'Fortaleza Infernal', título dirigido por Stuart Gordon y protagonizado por Christopher Lambert.
La película, imaginaba nuestros dominados por la implacable política del "hijo único" en Estados Unidos, hecho que convertirá a John Henry Brennick (Lambert) en prófugo de la justicia cuando intente cruzar la frontera hacia Canadá junto a su hijo recién nacido. Tras ser capturado, será encerrado en una prisión de máxima seguridad controlada por una corporación que mantiene controlados a sus reclusos mediante chips introducidos en su interior.
En 1981, John Carpenter ya había imaginado una distopía que presentaba un sistema carcelario en clave de ciencia ficción, en '1997: Rescate en Nueva York'. En 1996 llegaría su secuela, '2013: Rescate en L.A.'.
Los reality shows extremos
Inspirada en 'El fugitivo' de Stephen King, en 1987 se estrenaba 'Perseguido', título donde la acción tenía lugar en 2017, y en el que se presentaba a Estados Unidos como un estado policial donde el concepto de reality show ha alcanzado unas cotas de perversión inimaginables.
Si en Japón imaginaron un futuro cercano en el que clases enteras de colegios se debían enfrentar a muerte en 'Battle Royale', el programa de televisión yanqui era 'The Running Man', donde criminales convictos se enfrentaban a asesinos a sueldo en una lucha a muerte al puro estilo de los gladiadores romanos. Un hombre condenado en falso, Ben Richards (Arnold Schwarzenegger) plantará cara a los mercenarios y, con ello, al sistema.
Para que luego digan que 'Los Juegos del Hambre' es original.
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Le debemos a Phillip K. Dick la historia de este neo noir convertido en película de culto y a Ridley Scott por haberlo rodado. 'Blade Runner' se sitúa en una ciudad de Los Angeles absolutamente futurista del año 2019.
Scott se inspiró en la ciudad de Tokyo para imaginar cómo sería la ciudad en la que tiene lugar la acción. En este marco temporal, Tyrell Corporation ya habría creado a los Replicantes, inteligencias artificiales destinadas a trabajar en las colonias de la Tierra, quienes se rebelaron y sufrieron una dura persecución por parte de los Blade Runners, unas brigadas policiales entrenadas para ejecutar a los robots.
Neo-Tokyo
Como en 'Blade Runner', la acción de 'Akira' también sucede en 2019, año en el que Tokyo se nos presenta como una megalópolis llamada Neo-Tokyo.
En esta ocasión, la ciudad ha sido reconstruida de las cenizas dejadas tras la Tercera Guerra Mundial, y Japón es un país que vive al borde del colapso debido a una constantes crisis políticas. En medio de este caos, donde la anarquía parece dominar las calles, un líder pandillero llamado Kaneda acabará descubriendo que su mejor amigo, Tetsuo, es poseedor de la llamada "energía absoluta", la cual supondrá un gran peligro para toda la ciudad... y el planeta entero.
La superpoblación
Considerada también a día de hoy como película de culto, 'Cuando el destino nos alcance' se estrenó en 1973. Dirigida por Richard Fleischer, su acción se situaba en la Nueva York del año 2022, momento en el que en la Gran Manzana conviven más de 40 millones de personas, situación que ha conllevado a la pertinente forma de vida en condiciones miserables.
Para poder combatir la hambruna, una corporación ha creado un alimento sintético, el Soylen Green, del que se desconoce su procedencia y la cual intentará descubrir el detective Thorn, interpretado por Charlton Heston.
Una sociedad dividida
Fritz Lang se atrevió a imaginar cómo sería el mundo con la mirada puesta, nada más y nada menos, que un siglo después de su existencia. Así pues, 'Metropolis' no era solo el título de la película de culto de 1927, sino también de la megalópolis en la que la sociedad está dividida en ricos y obreros.
Es el año 2027 y la constante lucha de clases está a punto de estallar con una rebelión por parte de la clase obrera, quien vive en condiciones inhumanas bajo tierra, mientras que los pertenecientes a la clase acomodada, lo hacen rodeados de lujos en un entorno idílico, imaginado por Lang como la cumbre de la industrialización y el futurismo, y que poco tiene que ver con la realidad de las ciudades de hoy en día, pues lo que nos presentó el realizador germano, está más asociado a una estética steampunk que otra cosa. Sea como sea, el futuro de 'Metrópolis' bien podría ser al que está condenada la humanidad.
El mundo en paz
William Cameron Menzies adaptó en 1936 'Esquema de los tiempos futuros' de H.G. Wells, uno de los padres de la literatura de ciencia ficción, y el resultado fue 'La vida futura'.
Su historia comienza en 1940 (el futuro, por aquel entonces), momento en el que comienza una cruenta guerra mundial (Wells se atrasó un año, pues la Segunda Guerra Mundial comenzaba en 1939), la cual durará hasta 1966, momento en el que un arma biológica acabará con parte de la población. Será el momento en el que se inicie una etapa oscura para la historia, dominada por clanes que se pondrán al servicio de la ciencia para crear una sociedad del futuro libre de conflictos, toda una utopía, alcanzada de pleno en el 2036, dominada por tecnócratas.
Nada más lejos de la realidad que nos rodea a día de hoy, en un mundo dominado por el conflicto y más cerca de un conflicto global armado que de la paz absoluta.