En la industria del cine hollywoodiense actualmente hay varios focos reivindicativos abiertos, uno es el del racismo al calor de las nominaciones en los Oscar 2016, el otro es el de las voces de actrices que reclaman condiciones de trabajo equiparables a las de sus homólogos masculinos. De entre estas voces, una de las más sonoras siempre ha sido la de Emma Watson. La actriz se ha caracterizado por desarrollar una conciencia de acción social más allá del objetivo de la cámara, y sorprendió a propios y extraños cuando hace unas semanas dio la noticia de que se alejaba durante un año de la pantalla para dedicarse a los estudios de género.
En el contexto del Día Internacional de la Mujer ha concedido declaraciones que recoge el británico The Guardian a este respecto: "Se supone que no debemos hablar de dinero porque la gente asume que eres problemática o una diva, pero ahora mismo estoy en una posición en la que: 'Llámame diva, o conflictiva, llámame feminazi, llámame first world feminist, llámame lo que quieras porque eso no hará que deje de luchar para que se hagan las cosas bien, para que se haga lo justo, porque eso no me afecta".
Lo que reivindica Watson, y que también hemos visto hoy en prácticamente todos los diarios del planeta, es que en el mundo laboral hay una tremenda desigualdad entre hombres y mujeres a todos los niveles y en todos los sectores: "Independientemente de que seas una mujer que trabaja en una plantación de té en Kenia, o seas una broker de Wall Street, o una actriz de Hollywood, nadie te va a pagar en igualdad", explicaba Watson.
El machismo en primera persona
La desigualdad no sólo se aplica al mundo laboral, sino que la problemática radica en que vivimos en una sociedad machista, y habla en primera persona para ilustrar el argumento: "He recibido una palmada en el culo al salir de una habituación. También me he sentido asustada de camino a casa. He tenido gente siguiéndome. No hablo mucho de estas experiencias porque viniendo de mí pensarán que se trata de alguna clase de llamada de atención y no quiero verme en esa situación, pero la mayoría de mujeres que conozco han experimentado esto e incluso cosas peores".
Lo relevante de que Watson se tome este año para dedicarlo al activismo social es que su carácter mediático permite que el mensaje que intenta transmitir alcance una sonoridad que para cualquier otro investigador es impensable. Ahí está el valor de que la británica haya tomado esta decisión en el cénit de su carrera.