Pero no todos han recibido la película con alabanzas. 'El lobo de Wall Street' ha sufrido muchas críticas por la frivolidad con la que trata supuestamente el asunto de las drogas, la prostitución, o simplemente encumbrando como un dios a un delincuente. Una de las últimas voces que se suman a esa ola de quejas es nada menos que de Andrew Greene, uno de los primeros miembros de Stratton Oakmont, la empresa fundada por Belfort.
THR informa que Greene ha decidido demandar a los productores de la película por difamación. P.J. Byrne fue el actor encargado de encarnarle en la película, donde se cambió su nombre por Nicky "Mocoso" Koskoff. Greene asegura que no dio su consentimiento para que utilizaran su imagen o caracterización en la película, y añade que han dañado su reputación permanentemente, retratándole como "un criminal y drogadicto con tendencias misóginas".
Blanqueo de dinero, cocaína, prostitutas
En la demanda leemos que "la película contiene varias escenas en las que el personaje del señor Green es retratado como un criminal, drogadicto, degenerado y/o desprovisto de ninguna ética o moral. (...) En una escena, el personaje del señor Greene se muestra afeitando la cabeza de una mujer después de que el personaje de Jordan Belfort le ofreciera diez mil dólares". También señalan como muy dañinas las escenas compartidas con un banquero suizo (Jean Dujardin en la película), en las que se les ve haciendo negocios para blanquear dinero, incluso acompañando al personaje de DiCaprio a Suiza para hacer negocios turbios. También critica que se le muestre esnifando cocaína en horas de trabajo o disfrutando de los servicios de una prostituta.
El equipo de 'El lobo de Wall Street' podrá escudarse en el hecho de que está basada en hechos reales, pero que algunos han sido dramatizados por el bien de la narrativa, pero Andrew Greene asegura que su personaje tiene demasiados rasgos distintivos para saber que es él, aunque le hayan cambiado el nombre y el mote. El caso ya está en manos de los tribunales, con Greene pidiendo a los productores 25 millones de dólares por daños contra su imagen. ¿Quién ganará la batalla legal?