Tras 14 años trabajando en varios proyectos internacionales, Assumpta Serna regresa al cine español con un personaje protagonista. En 'Red de libertad', la actriz de 'Matador' y 'El crimen de Cuenca' se mete en la piel de la religiosa Hélène Studler, una monja que, en plena Segunda Guerra Mundial, logró salvar a más de 2.000 personas de campos de concentración.
eCartelera ha podido hablar con la popular actriz. 'Red de libertad' supone un primer regreso al cine español, puesto que próximamente se podrá ver a la veterana intérprete en 'Bernarda', una versión actualizada del clásico 'La casa de Bernarda Alba' de Federico García Lorca.
Un regreso con una protagonista fuerte y poderosa
Actriz con una carrera internacional envidiable, recientemente fue invitada por la Academia de Cine de Hollywood a ser miembro de su Comité Ejecutivo, una noticia que le dio en carta el actor Tom Hanks. De esta forma, Serna se suma a la lista de figuras del cine español que ya están en el comité como Juan Antonio Bayona, Isabel Coixet o Marisa Paredes.
eCartelera: ¿Qué fue lo que le motivó para interpretar a la religiosa Hélène Studler?
Assumpta Serna: El personaje fue un regalo. Para mí, ha significado reivindicar la figura de una mujer que quiso, con su obra y vida, dejar un mensaje muy claro: Necesitamos amarnos los unos a los otros. Es algo que parece evidente pero hay que recordarlo de tanto en tanto. Vivimos en un mundo en el que hay refugiados, familias rotas y también vivimos en un mundo con personas que no tienen empatía, que viven con un egoísmo brutal. Además, también se ve en otros aspectos, hay una clara falta de diálogo entre nuestros políticos. Se puede enlazar con muchos factores que hay en la actualidad.
EC: Es verdad que la película tiene temas que puede trasladarse a la actualidad.
AS: Por eso hace falta recordarlo, las personas, aunque las sepamos intelectualmente, no las sabemos vivir y dar ejemplo de figuras que vivieron como pensaron hace posible reflexionar sobre uno mismo. Lo más poderoso está en los detalles, más allá de política, religión o de dogma, lo mejor es intentar mejorar el mundo, sobre todo con cosas pequeñas. Con mi familia, con mis amigos, con mi comunidad, se pueden arreglar las cosas. No me gusta esa visión que hay ahora en la que no creemos nada y todo es horroroso, de que la vida es así, de la relativización. De vez en cuando, hay que recordar que la felicidad, muchas veces, es ver la sonrisa del otro.
EC: Sorprende que hasta ahora sea desconocida la historia de Hélène Studler, una mujer que salvó a más de 2.000 personas, entre ellas al presidente François Mitterrand. ¿Cree que la historia no es justa con esas mujeres anónimas?
AS: Sí, creo que sí. Incluso con la más buena intención, parece que decir "mujeres" no es lo mismo que decir "hombres". Por ejemplo, se dice que Alice Guy fue la primera mujer que dirigió una película, cuando fue la primera persona que lo hizo. Y eso apenas se sabe. Sin embargo, cuando dices el primer hombre, todo el mundo asume que fue la primera persona. Hay percepciones así y en el mundo del cine ocurre igual. Guy en 1896 dirigió 'La Fée aux Choux'. Ella era secretaria e hizo la primera ficción. Son cosas que la historia no las sabe contar, quizás porque las mujeres tampoco hemos querido ser protagonistas. Hemos querido estar en la sombra, tradicionalmente, nos enseñaron otros valores. Afortunadamente, ahora todo es muy distinto. Me alegro por esto pero, eso sí, tiene que tener preferencia el mérito, no la cuota. Hay que seguir trabajando, entiendo que ahora se luche por esas cuotas pero hay que reflexionar sobre lo que ahora aporta ese nuevo feminismo y, desde ahí, trabajar. Hay mujeres científicas, mujeres que lideran empresas y apenas se conocen. Pasa esto también con las actrices, hay figuras muy reconocidas que apenas son conocidas. Esto es más frecuente en España. En Francia, por ejemplo, es un país más global y se puede hablar más y visibilizar más a la mujer. También a los actores en general, en Francia se quiere mucho a sus actores, se les rinde homenaje, en España eso cuesta.
EC: Eso puede ser verdad, en Argentina se aprecia mucho a Cecilia Roth; en Francia admiran a Isabelle Huppert. Pero, ¿cree que en España esto empieza a cambiar? Ha habido homenajes a Carmen Maura, por ejemplo.
AS: Aún falta pero creo que afecta a todos los actores en general, sea cual sea su sexo. En España aún la profesión no está considerada como lo que es: dar un servicio a los demás. Yo lo veo así. Es una profesión de la que se ha visto sólo la parte superficial, sólo se ha visto en glamur, pero no ha habido ningún tipo de prensa que haya mostrado la imagen del actor con una mente más global. Pocas veces hemos visto actores que hablasen de ellos mismos, lo que realmente ellos pueden contribuir en la sociedad. Eso no se ha cultivado en nuestro país y sucede tanto en hombres como en mujeres. De repente, los actores desaparecen y nadie sabe por qué, quizás sea por cansancio, no lo sé, o porque no se les ofrece algo nuevo o diferente.
EC: Hasta el estreno de 'Red de libertad', usted ha estado trabajando 14 años fuera de España, es mucho tiempo, siendo una de las grandes damas del cine español. Pero, ¿ve posible que empiece a valorarse más o mejor a los actores en España?
AS: Están cambiando algunas cosas pero aún queda mucho camino por recorrer. Cuando vas a hablar con una productora o con el ministerio público ves carteles que nada tienen que ver con la realidad. ¿Por qué no sabemos valorar lo que tenemos? Esa es la incógnita. Estamos también en un momento en el que también en el que el cine en España aún no es industria, y me duele mucho decirlo, y tampoco se apoya como se hace en Francia. El año pasado sólo se dieron diez millones de euros, menos de la mitad de lo que se da en Francia y que no es ni la mitad de la mitad de una película estadounidense.
EC: Y eso que el cine español es uno de los más rentables de Europa, exceptuando el británico y el francés.
AS: Eso es verdad. En España la gente va mucho al cine y es una pena que las instituciones no lo sepan apreciar. Tenemos un IVA demasiado grande y no hemos sabido encontrar soluciones. Tampoco hay financiación privada dentro del cine, que es una asignatura pendiente. El modelo de negocio en España aún se está buscando, se está viendo cómo debe ser, si funciona o no. Creo que, como paradigma, el cine es un servicio muy útil para la sociedad. En mi profesión, de actriz, lo que se hace es captar o buscar las actitudes de otros para reflejarlas dentro de un personaje. La gente cuando lo ve, se compara y se emociona. Es decir, estás haciendo un servicio de espejo, un ejercicio muy profundo sobre actitudes.
EC: Usted tiene una escuela, ¿cómo de importante es la comunicación?
AS: Fíjate que, incluso en las escuelas, cuando se habla de actor de cine nunca se habla de lo que los actores saben de cómo comunicar delante de la cámara. En las escuelas se habla de planos de cámara, de cómo rodar una película. Pero, ¿y la comunicación? Eso es, casi, lo más importante, que es lo que va a ver el público. Cuando hay una serie de actitudes delante de las palabras, que son muchas veces lo más importante, lo que en los actores tendríamos que ser especialistas, porque la gente lo interpreta. Hay todo una serie de exploraciones que, por ejemplo, trabajamos desde nuestra asociación, la Fundación First Team, para saber transmitir a la sociedad porque, al fin y al cabo, lo que hemos aprendido puede ser muy útil a la sociedad y, de hecho, la cámara es un detector de verdades, de mentiras, una manera de dar autoconfianza. A veces, con la cámara hay una oportunidad de retratar, sin prisa, lo que suceda. Pasan cosas muy extraordinarias delante de la cámara, la gente se siente desnuda y se siente con ganas de comunicar algo. En la Escuela de Actores, hemos tenido más de 3.000 alumnos dentro de la fundación, y hemos trabajado conjuntamente con ellos y uno ve que cada persona es un mundo maravilloso.
EC: El actor, entonces, siempre debe transmitir Humanidad.
AS: Claro, el público empatiza con el personaje mediante el actor. Además, tienes que transmitirlo de la forma más eficaz posible para que esta persona vea al personaje y valore tu trabajo. Por ejemplo, si tú dices que algo es rojo, habrá gente que piense que es verde, otros dirán que es negro y otros amarillo. Quiero decir, que lo que hay que hacer como actor es sugerir, no imponer, para que sea el espectador el que complete. Porque es el espectador el que debe completar la historia. Para ello, una persona debe formarse, aprender y practicar en un lugar como es una Escuela de Actores, para que, realmente, se entienda el trabajo. Eso no es tan fácil como parece.
EC: En su profesión hay mucho intrusismo.
AS: Sí, hay intrusismo porque, bueno, para muchos da igual la formación que se tenga. En muchos casos es difícil, incluso, encontrar a personas que se les entienda cuando hablan.
EC: Aunque se perciba algo más de apoyo, ¿qué me dice de la situación del cine más independiente? Por ejemplo, 'Red de libertad' es un proyecto hecho con muy pocos recursos.
AS: Sí. A ver, el problema está es que cuando el cine está en muy pocas manos, se capitaliza todo hacia unos gustos determinados. Entonces, las películas que más éxito tienen, las que tienen más de un millón y medio de presupuesto, son las que también tienen una serie de condicionantes que son las que cuatro o cinco personas que están en el poder mediático hacen para para que la gente vea lo que ellos quieran. Para mí, esta revolución digital que estamos viviendo, el hecho de que salgan varios productos low-cost es una necesidad que tiene la gente de expresarse, en lo audiovisual, de manera diferente. Eso es algo que no se puede detener, se hace por pasión. Eso es lo bonito que estamos viviendo en el cine, la libertad. Más que mostrar naves y tanques, hay que saber por qué deben mostrarse.
EC: Justamente, su película ha logrado sacar de sus pocos recursos, algo de buena calidad. Es una película de género histórico, algo poco explorado en el cine español más actual.
AS: Sí, eso es cierto. Fíjate, es una película que no es una apología de nada, lo único que transmite es el mensaje de amor de Hélène Studler hacia los demás. Entonces, es algo que vale la pena hacer. Se puede decir de manera sencilla, sin grandes fuegos artificiales, diciéndolo con lo que realmente tenemos, personas. En el caso de las mujeres, siempre merece la pena mostrar a una mujer como Hélène, que se atrevió a hacer cosas increíbles para la época que vivió. Quizás no haga falta tantos medios para eso. Aunque, un poquito más de ayuda si hubiera hecho falta.
EC: Sí, un poco más de ayuda nunca viene mal, especialmente para la distribución.
AS: Claro, la distribución es muy importante. La mayor parte de los cines están dominados por las películas que más venden. Es difícil que salga adelante el cine independiente. Pero tampoco me puedo quejar, la película va a proyectarse en más de 50 salas, en eso estoy muy agradecida. No es poco y espero que la película guste.
EC: Usted ya fue una monja, fue Sor Juana Inés de la Cruz en 'Yo, la peor de todas', otra mujer muy combativa. ¿Cree que tiene alguna conexión con la hermana Studler?
AS: Sí, aunque no era tan combativa y luchadora como lo fue Hélène. Sor Juana Inés quiso ser sabia. Ella tuvo la biblioteca más grande del mundo, devoraba los libros, desde pequeña hizo palíndromos. Era una mujer con mucha cultura, eso en el México de la época no se veía nada bien, molestaba mucho. Llegó un momento en su vida, como dijo Octavio Paz, que después de querer ser sabia, quería ser santa y, ahí, deja de hablar y escribir. En ese sentido, Hélène Studler es las dos cosas, una mujer sabia y santa, muy coherente consigo misma. Eso sí, ambas eran monjas pero también eran muy distintas. Me ha encantado hacer de Hélène porque es una exploración sobre el llamamiento, sobre cosas esenciales que vale la pena transmitir, sobre todo en un momento como el actual.
EC: Sí, se está viviendo en una época en la que se cuestiona y se relativiza todo.
AS: Sí, es muy peligroso. Lo que tiene que primar es pensar qué es lo que tiene sentido en nuestra vida. No es, en sí mismo, una lucha, sino pensar en lo que se puede mejorar. Intentar en tu entorno mejorar las cosas, eso tendría que ser universal. Estamos ahora en una cultura en la que la gente está irónica, en la que no se cree las cosas, desconfía y, encima, es muy naíf. Parece como si no se estén asimilando las cosas, quizás sea porque no se educa, no se enseña bien la historia.
EC: Ha estado rodando una nueva versión de 'La casa de Bernarda Alba' de García Lorca. ¿Qué puede contarnos sobre este nuevo reto profesional?
AS: Es un personaje completamente distinto, es casi como si traicionase a la fuerza interior de la hermana Studler. Es una mujer diabólica. Pero bueno, algunas veces diciendo lo contrario, se dice lo mismo. Es un proyecto muy interesante, me adentro esa exploración que hacía Lorca sobre las personas cerradas, sin posibilidad de diálogo, mostrando la maldad en sí misma. Bernarda es un claro ejemplo de ello. Además, los problemas que mostraba Lorca son problemas que hay en la actualidad. Es un reto con el que estoy muy emocionada. Además de tener la Escuela de Actores, estoy pensando en producir, estamos preparando una comedia sobre el amor. El amor, más allá del romántico. Es mostrar por qué dos personas puedan amarse, quererse. Será un proyecto muy interesante.
'Red de libertad' se estrena este el 20 de octubre.