Por probabilidad elemental, has visto más a Brian Cox en el cine que a cualquier otro de tus actores favoritos. El Hannibal Lecter original cumplió setenta años el pasado junio, con alrededor de un centenar de películas a sus espaldas, un Olivier que recompensó su pasión shakesperiana, un premio Emmy y una de las carreras más prolíficas de la historia del cine. Tras medio siglo sumergido en la actuación, está más activo que nunca y estrena en nuestro país 'El último acto', cuyo personaje protagonista bebe mucho del pasado de Cox. Este estreno nos dio la oportunidad de mantener una conversación por Skype con el actor, que se encontraba en un hotel de Moscú, ciudad que flambeó con las brujas de Arthur Miller durante los años de derretimiento de la URSS.
eCartelera: ¿En qué aspectos te identificas con Michael Gifford, tu personaje en 'El último acto'? ¿Y en qué medida crees que has inspirado su creación?
Brian Cox: Por supuesto que tiene que haber mucho de mí en Michael Gifford, pero yo no soy como él. Está enfermo y tiene un estilo de vida muy particular, que es el tipo de vida que a mí nunca me gustaría tener como actor. Grandioso, con la casa enorme y todo eso. Yo vivo en hoteles, como en el que estoy ahora, de estilo rústico, en medio de Moscú. Esta es mi vida, así que no tengo ese tipo de existencia. Al igual que tampoco estoy constantemente en el teatro, ahora estoy más centrado en el cine, aunque me encanta el teatro, es muy especial y conlleva un trabajo muy duro. Me gusta mucho hacer teatro, pero es un tema de dinero. Así que hago películas, y también soy un gran fan del cine.
eC: ¿Te llevó esta película a reflexionar acerca de tu carrera?
BC: Claro. Cuando estás en el rodaje viendo a tu yo joven en pantalla es muy desconcertante. Piensas, '¿Ese soy yo? ¿Qué me ha pasado? Era joven, guapo, tenía el mundo a mis pies...' [Risas] Mirar atrás da un poco de miedo.
eC: De esta carrera de más de cinco décadas, ¿de qué decisiones y trabajos estás más y menos orgulloso?
BC: Es como elegir cuál de tus hijos es tu favorito. Algunos hijos son más ruidosos que otros, pero no puedes decir cuál es el favorito. Pero para mí hay ciertas películas que se han convertido en piedras angulares. Como 'Manhunter', que hice hace tiempo y me dio mucha repercusión. Después, he hecho películas como 'L.I.E.', acerca de un tema muy complicado, de un pederasta. También 'The Escapist', de un director joven llamado Rupert Wyatt, que también produje y es una de mis películas favoritas. Y recientemente he interpretado a Winston Churchill en una película y a Marlon Brando en un film más pequeño. Así que he vivido muchas experiencias y he trabajado con directores muy interesantes, sobre todo jóvenes y debutantes, como Wes Anderson, Spike Jonze o Spike Lee, que no era debutante, pero sí un director tremendo.
eC: ¿Cómo fue la experiencia de interpretar a un personaje tan icónico como Brando?
BC: Fue una experiencia genial. La película de Brando está basada en una historia que sucedió realmente, en la que Brando, Michael Jackson y Elizabeth Taylor estaban en un coche después del 11-S. Ella fue interpretada maravillosamente por Stockard Channing. Y la elección para Jackson fue extraordinaria y a la vez lo hizo muy bien. Porque tuvimos dificultades para encontrar a un actor negro que interpretara a Michael Jackson, alguien que quisiera hacerlo. Y como Michael Jackson no era particularmente negro, se blanqueó la piel, ni siquiera un actor blanco era lo suficientemente blanco para interpretarle. Así que conseguimos a Joseph Fiennes, que hizo un gran trabajo, y ha recibido muchas críticas. Pero la pregunta que deberían hacerse es, '¿Por qué Michael Jackson se blanqueó la piel? ¿Por qué no quería ser negro?' Hay un dilema en interpretarle. Nuestra película es ligera y cómica, pero otro tipo de película podría abordar esos problemas de identidad.
eC: Acerca de tu participación en la adaptación de 'La sonrisa etrusca', ¿ha sido complicado interpretar a dos personajes con enfermedades degenerativas, párkinson en 'El último acto' y cáncer en esta adaptación, en un corto margen de tiempo? ¿Te ha influenciado alguien?
BC: Uno llega a una edad en la que la mayor parte de tu vida ya ha pasado, hay muy poco por delante. He estado influenciado por amigos míos, como el humorista Billy Connolly, que tiene párkinson. Pero lo introduce en sus propias actuaciones cómicas, y es brillante y tan divertido como lo ha sido siempre. Porque es sincero con lo que realmente es, con un hombre afectado por párkinson. Trágicamente, alguien como Robin Williams, al que también admiro, era un genio y era bipolar y estaba afectado por muchos sufrimientos, pero la gota que colmó el vaso fue el diagnóstico de párkinson. Y uno o dos meses después se suicidó. Billy tuvo una charla con él acerca de la enfermedad. Billy es un héroe para mí, le vi hace poco en el teatro ante miles de personas, siendo tan divertido como siempre. En cuanto a 'La sonrisa etrusca' y el cáncer, hablamos de alguien con una sentencia de muerte sobre él, y manejar esa sentencia lleva a buscar el sentido en la vida, tanto sobre el pasado como inmediatamente en el presente.
eC: En cuanto a Churchill, ¿cuál es el punto de vista ofrecido por la película que has protagonizado?
BC: Era un hombre asombroso. Tenía 70 años en el momento que mostramos en la película, la misma edad que tengo yo ahora. Sufría una profunda depresión y tuvo que tratar con algo que recientemente se ha descubierto que rechazaba, como fue el desembarco de Normandía. Era contrario a ese suceso y la película aborda su negativa al ataque. Cuando participaba en la Primera Guerra Mundial fue responsable de una campaña que terminó con la muerte de un cuarto de millón de sus hombres, por lo que cargaba con ello. No creía en los desembarcos anfibios, de oleadas de personas una tras otra exponiéndose. Esos eran los fantasmas que tenía en su cabeza. Y cuando me llegó este gran guion supe que tenía que hacerlo.
eC: ¿Crees que los políticos de hoy en día tienen algo que aprender de Churchill?
BC: Sí, porque era un gran europeo. Yo estoy particularmente feliz, porque el primer ministro de mi país, Escocia, ha dicho que nos vamos a ir, que no queremos estar en los márgenes de Europa, sino en el corazón. Soy un europeo de corazón, pero para los ingleses es algo muy complicado. Porque los ingleses siempre han sido ligeramente xenófobos. Por eso tomé partido durante la campaña del referéndum para que Escocia se liberara, al igual que un catalán que se quiere liberar de España. Tengo el mismo sentimiento de querer ser independiente, por lo que somos. Escocia ha cambiado mucho, y la razón de ese cambio es que a partir de los años 60 del siglo XX Escocia fue encontrando su identidad. Y Churchill era un gran europeo, un francófilo, aunque no se llevara muy bien con De Gaulle.
eC: Teniendo en cuenta el desprecio de Churchill a la India y otras declaraciones raciales reprochables, ¿crees que Churchill habría dejado entrar a los refugiados sirios a Europa?
BC: Creo que eso es algo debatible por la naturaleza conservadora de Churchill. Él fue parlamentario de mi ciudad natal, Dundee, y le echamos. No nos gustó demasiado. Pero es un tema diferente. Churchill en la guerra es diferente que el político que fue antes y sus declaraciones sobre la India. Mucho de lo hizo no estuvo bien, pero lo que llevó a cabo bien fue lo que hizo en la Segunda Guerra Mundial. Hay muchas cosas que le discutiría, pero a veces necesitas a alguien radical que plante cara y diga, 'No. No vamos a soportar más a Hitler.' Y tuvo razón en ello. En cuanto a lo que sucede en Europa actualmente, creo que han cambiado muchas cosas y mucho está en debate, y tenemos a estos idiotas, como Boris Johnson, que son oportunistas tan interesados en sus propias carreras que no les preocupa lo verdaderamente importante. Creo que sufrimos de la diferencia entre una comunidad global y una economía global, que son cosas diferentes y a veces contrarias. La comunidad global atiende a los particulares de cada lugar y la economía global se refiere a aquellos que tienen ahogados al resto.
eC: ¿Crees que la verdadera esencia de los actores se pierde frente a la sobreexposición en los medios?
BC: Los medios de comunicación no ayudan. Por ejemplo, los medios han dado una cobertura excesiva a Donald Trump. Una cobertura ridícula, porque les encanta la idiotez y este idiota que dice más gilipolleces que nadie. Y le creen. Muchos estadounidenses le creen, porque están desesperados. Solo porque el sistema político está hecho añicos no pueden identificar lo que sucede. Trump nunca ha sido tan investigado como Hillary Clinton, y es tan solo ahora cuando se ha producido ese escrutinio y se ha visto que es un monstruo. Un Hitler en potencia, y tiene que ser detenido.
eC: Como veterano en el oficio, ¿cuáles crees que son las principales virtudes y defectos de las nuevas generaciones de actores?
BC: Algunos son buenos, otros necesitan trabajar más duro, sobre todo en términos de su claridad en el discurso. Hablar es muy importante y muchos actores de hoy en día no saben hacerlo. Cuando actúas cargas con una idea, un pensamiento, un sentimiento... Y tienes que ser capaz de expresarlo con claridad. Muchos actores balbucean y me hace enloquecer, me entran ganas de golpearles, 'Mueve el culo y hazlo, en vez de tratar de parecer guay.' Porque eso supone una falta de compromiso, y muchos jóvenes actores son culpables de eso. Otros no. Creo que siempre puede haber sido así, que han estado los que podían y los que no. Y actualmente también se vincula mucho más la celebridad a la actuación. Hay que saber separar a las celebridades de los actores. Hay gente que ha aprendido maravillosamente a ser actores y que no habían empezado tan bien, como Brad Pitt, que al principio era cuestionado y ahora es un buen actor. Ha aprendido el oficio.
eC: ¿Qué posibilidades te ofrece el cine independiente que no tienen cabida en el comercial?
BC: El cine independiente es el que necesita ser protegido, porque está bajo asedio constantemente. De ahí vienen las ideas originales e independientes. Mientras que el cine comercial... Cuando yo hice 'X-Men', la primera, era una película alegórica. Acerca de mutantes y escrita y dirigida por un realizador homosexual, que entendía esa marginación. Pero hoy en día todo está más basado en la pirotecnia y se ha perdido el propósito. El cine puede entretener sin perder ese propósito. Y ese cine sin propósito no es el que me interesa. Hasta las grandes comedias tienen algún propósito. Chaplin lo demostró. 'El gran dictador' es una de las películas más divertidas de la historia y tiene ese discurso. Puedes conseguir las dos cosas, no es algo incompatible entretener y hacer pensar al mismo tiempo.
eC: Recientemente se confirmó que regresarás a HBO para protagonizar 'Succession', ¿estás emocionado por trabajar con Adam McKay?
BC: Sí, lo estoy. De trabajar con Jesse Armstrong, que la está escribiendo, y con Adam McKay. Estamos trabajando en el piloto y después espero que nos den la luz verde para seguir adelante con la serie. Trata de los medios de comunicación y sus conflictos, de un imperio mediático. Interpreto al cabeza de familia y espero no ser tan idiota como Donald Trump. [Risas]
eC: ¿Alguna vez te has arrepentido de adentrarte en el camino de la actuación?
BC: En algunos momentos he pasado por la noche oscura del alma. Pero en última instancia, amo mi trabajo. Y ahora me gusta más que nunca. Porque creo que lo que hago, como narrador de historias, une a la gente. No importa quién eres, tu religión... El espíritu del actor y la actriz unifica a la audiencia. Y ese es un gran privilegio.