Si en España está Dani Rovira y en Francia, Dany Boon. En Italia está Checco Zalone, el humorista se ha convertido en un imán de los taquillazos en el país mediterráneo. De hecho, su película 'Un italiano en Noruega', ha arrasado en su país con más de 70 millones de euros recaudados y más de 10 millones de espectadores que han convertido a este nuevo éxito europeo que ahora llega a España, en la cinta nacional más taquillera de la historia en Italia.
eCartelera ha podido entrevistar al actor que se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza para los estudios de Hollywood, que ven cómo películas como 'Star Wars: El despertar de la Fuerza', 'Capitán América: Civil War' o 'Batman v Superman' han logrado tres veces menos de recaudación en Italia. Por ello, es momento de preguntar al actor qué tienen sus películas para arrasar y sólo quedarse por detrás de 'Avatar' como las más vistas de la historia.
eCartelera: La película ha recaudado en Italia más de 70 millones de euros y ha logrado obtener más de 10 millones de espectadores, superando los datos de 'Star Wars: El despertar de la Fuerza', ¿cuál crees que ha sido la fórmula para que haya arrasado en taquilla?
Checco Zalone: Te lo prometo. En serio, no lo sé. Y cuando lo sepa, dejaré de tener tanto éxito. Confieso que me hubiese gustado ver la cara de J.J. Abrams al ver que 'Star Wars' está siendo número uno en toda Europa y ve que en Italia no. Me imagino que se dijo "pero quién es éste". Hubiera pagado lo que fuese por presenciar ese momento.
EC: ¿Cómo te sentirías si tuvieses una plaza fija como funcionario público? No se les retrata muy bien en la película.
CZ: A ver, hemos exagerado. Hay gente muy humilde también. Hace ya tiempo fue una de mis aspiraciones. Bueno, más bien las de mi familia. Muchos de mis amigos pagarían lo que fuera para tener una plaza en algún ayuntamiento.
EC: ¿Es la película una crítica o sátira a la sociedad italiana?
CZ: No creo que sea una crítica, porque eso implica que tenga cierto moralismo su mensaje. Eso sí, es una sátira, una película costumbrista. Y, bueno, realmente existe gente así. El nepotismo ha estado a la orden del día. He sabido de casos en los que todos los miembros de una misma familia trabajaban en la misma oficina de la administración pública. Y, que yo sepa, las plazas se consiguen por oposiciones. Entonces, la teoría de que todos hayan aprobado la oposición sólo por genética se hace cuanto menos sospechosa.
EC: ¿Hay cierto resentimiento sobre cómo funciona el funcionariado o la administración pública?
CZ: Bueno, esto no es un resentimiento personal hacia la administración pública. Yo he tomado el pelo a muchas profesiones en mis trabajos. Por ejemplo, en mi primera película me burlaba de la Liga Norte, que quieren separarse del país; en la segunda hacía una parodia relacionada con el terrorismo, adelantándome a lo que ha sucedido en Europa. En mi tercera película, muestro a un seguidor de Berlusconi, que sigue creyendo las tonterías que dijo sobre el capitalismo y el optimismo exagerado. Y, claro, hay un sector muy importante en esta película, que es la administración pública, que tiene muchos fallos.
EC: ¿Cuál ha sido tu peor experiencia con la administración pública?
CZ: Antes de ser actor, trabajé como agente de comercio. Durante varios años estuve trabajando sin que me llegasen papeles de la Seguridad Social, nunca me llegó nada. Y, de repente, me llegaron todas de golpe con una multa de 30.000 euros, me quería morir. Este tipo de cosas pasa mucho con la administración pública en mi país. Por ejemplo, hay unas oficinas que son como la Agencia Tributaria en España, o sea, cobran los créditos al Estado y, luego, persiguen a los ciudadanos para que lo paguen mediante multas. Por eso, llegan multas de cifras increíbles, muchas de hace diez años que, por lo tanto, en lugar de expirar han multiplicado su valor por el retraso en el pago. Estos problemas existen en Italia.
EC: Entonces, ¿lo que se ve en la película está más cercano a lo realidad de lo que se puede creer?
CZ: Bueno, surge de lo real. Luego, nosotros los cómicos, lo exageramos. Existe muchísima buena gente en la administración a pesar de esto. Esa gente hace que el Estado funcione, que los hospitales funcionen... A ver, no todo es un asco en Italia. Además, en el funcionariado, afortunadamente, hay gente muy valiosa también.
EC: Algo que sorprende en la película es cuando se habla de discapacitados. ¿Realmente es así de fácil en Italia que a uno lo consideren discapacitado y así cobrar una pensión u ofrecer facilidades al ser familiares de funcionarios públicos?
CZ: Hubo una época en la que se hablaba de falsos inválidos. No fue un escándalo pero sí se hablaba del tema. Había gente que se declaraba discapacitados para obtener un subsidio. Me contó mi abuelo que si ibas al médico a pedir una receta para antibióticos, el farmacéutico te lo podía cambiar por tinte para el pelo, ya que estaba dispuesto a ser cómplice en el engaño. Ha habido una época en Italia en la que se hacían estos chanchullos. Mucha gente se ha jubilado a los 40 años, como en Grecia. Y, ahora, estamos pagando las consecuencias. Mi madre tiene 67 años y aún trabaja, ya que no puede jubilarse porque la edad de jubilación se ha extendido. Estamos pagando el boom económico, las porquerías que se han cometido durante décadas.
EC: Es tu cuarta colaboración con el director y guionista Gennaro Nunziante, ¿seguiréis trabajando juntos en próximos proyectos?
CZ: No lo sé aún. Aún estamos disfrutando del éxito de ésta.
EC: Además de arrasar en Italia, la película ha tenido muy buena recepción en países como Argentina, Portugal o Uruguay. ¿Cree que va a repetirse el éxito en España?
CZ: Sí, ha triunfando en todos los países con crisis económica. En Alemania no. A ver, tus compañeros que han visto la película me han dicho que sí, yo aún no me lo creo. Aunque, claro que me gustaría.
EC: ¿Cómo se desenvuelve un italiano viviendo en el extranjero?
CZ: El italiano suele valorar mucho lo de fuera. Por ejemplo, mi hermano vive en Barcelona y, para él, Italia es una mierda y Barcelona es lo mejor. Tenemos la tendencia a menospreciarnos a nosotros mismos y en ver a lo extranjero como la virtud. Cuando mi personaje va a Noruega se deja perilla y se la tiñe de rubio, se vuelve más cívico. Yo he visto italianos actuar de esa forma.
EC: ¿Entonces en la película existe una crítica hacia ese tipo de comportamientos?
CZ: Sí, hay cierta crítica. A ver, no es sólo tema de comedia. En Italia hay reportajes y programas serios en los que se muestran encuestas sobre el tema. Hay uno que se llama 'Riporto', que es como 'Informe Semanal' en España, que se muestra cómo los italianos perciben que vivir fuera del país es mejor. No digo que no pueda ser verdad pero sí me parece exagerado.
EC: ¿Cuál es la situación que le empuja a tu personaje a ser más incivilizado?
CZ: No hay una situación en especial. Bueno, yo personalmente me he vuelto mucho más cívico desde que se estrenó la película. Temo tanto por mi popularidad que hago todas las colas en los supermercados, tiro todo a la papelera y no toco el claxon cuando hay un atasco. No quiero salir en la prensa amarilla. No tanto porque esté convencido de respetar las normas, sino porque soy un personaje público ahora y "es una estragegia".
EC: Los personajes de tus películas se llaman igual que tu nombre artístico. ¿Te pareces en algo a estos personajes?
CZ: Ninguna, para nada. No soy machista, me licencié en la universidad, no soy racista y me encantan las profesiones liberales. Para nada con mis personajes.
EC: La película también muestra las diferencias entre norte y sur en Italia. ¿Cuántas velocidades existen hoy en Italia?
CZ: Sí existen varias. En el sur se va más despacio, es donde vivo allí. Geográficamente es muy bella, preciosa, existen unas playas hermosas y que no tienen nada que envidiar a las playas del Caribe. Sí, las velocidades están ahí. No es lo mismo vivir en Calabria que en Milán, que es una ciudad que ha crecido muchísimo y quizás sea la ciudad más cosmopolita de Italia.
EC: ¿Qué otros proyectos tienes previstos?
CZ: Bueno, ahora de momento no tengo muchos. Tengo una niña de cuatro meses y estoy enfocado en mi faceta de padre.
EC: La corrupción es también inspiración para la película, ¿es acaso la corrupción parte de las costumbres de Italia?
CZ: No quería hacer una crítica social sobre la corrupción exactamente. También es cierto que ahora existe una especie de competición por ver corrupción en todos lados. Por ejemplo, hubo en mi país un político que un empresario le regaló mejillones. Eran de buena calidad pero no de un coste muy excesivo. La prensa y las redes sociales lo masacraron. Esto no me parece corrupción, por ejemplo, sino educación. Aunque, claro, existen muchos casos que sí son de corrupción.