Antes de que la magia del cine se generara en los dispositivos digitales, existían zahoríes capaces de hacer real lo que pertenecía tan solo al mundo de los sueños y la imaginación. Colin Arthur es uno de esos magos que han dejado su huella grabada en el oficio. El inglés ha participado en los departamentos de maquillaje y efectos especiales de títulos tan míticos como 'La historia interminable', '2001: Una odisea del espacio' o 'Hable con ella'. Actualmente reside en España, donde hace 27 años se hizo con un Goya y ahora ha establecido una estrecha relación creativa con el director Víctor Matellano. Gracias a la organización de la 14ª edición de la Muestra Syfy, tuvimos la oportunidad de hablar con esta leyenda en activo, que respondió a nuestras preguntas en un español rebosante de sabiduría.
eCartelera: En menos de una hora vamos a ver 'La historia interminable', ¿cómo te sientes al ver que tus creaciones prevalecen después de más de treinta años?
Colin Arthur: Estábamos en la entrada y había unos niños haciendo pequeñas maquetas de Fujur con vasos de plástico. Para mí es algo fantástico. El entusiasmo de los niños... Eso es lo más importante para mí, que haya tantos fans de esta película. Es precioso.
eC: Al igual que a estos niños les puede marcar dentro de un rato 'La historia interminable', ¿a ti qué películas te impresionaron de pequeño y te impulsaron a hacer cine?
CA: 'Scott en la Antártida'. Es una película, casi documental, sobre [Robert Falcon] Scott cuando intentó llegar al polo Sur. Yo tendría ocho años. Aparte de esto, las películas de Ray Harryhausen: 'Jasón y los argonautas', sus primeros trabajos... Tuve la suerte de trabajar con él en sus últimas tres películas y a través de él me contagié de la enfermedad de la fantasía. Y también se me ocurre un maquillador como Stuart Freeborn, que creó a Yoda como un autorretrato suyo. Pasé veinte meses con él en '2001: Una odisea en el espacio', que es fantasía con una implicación con la realidad.
eC: Has trabajado con relevantes directores como Kubrick o Peckinpah, ¿cómo fue la relación con ellos?
CA: Cada director es un animal totalmente distinto. Nunca sabes la relación que vas a tener. Con Sam Peckinpah fue algo casi cariñoso. Era un hombre muy interesante. Mientras que Stanley Kubrick era un hombre muy fuerte. Siempre me decía que no aguantaba a tontos.
eC: ¿Qué tipo de "animales" serían Pedro Almodóvar ['Hable con ella'] y Alejandro Amenábar ['Abre los ojos']? ¿Qué les distingue como directores?
CA: La mayor diferencia venía del presupuesto. En las películas de las que estamos hablando: 'La historia interminable', '2001' y las de Ray Harryhausen... Por ejemplo, Ray era un muro entre los productores y yo y no había problemas de presupuesto. En cambio, cuando venía aquí, de repente había alguien diciendo "No hay dinero para esto". Pero si tienes un guion que habla de un monstruo o algo así, no pueden poner una cifra incomprensible para un creativo. El trabajo del productor es crear un ambiente donde los creativos puedan crear, pero por hábito se cuidaba más a actores y directores, que probablemente eran amigos. Ahora en España se respeta más a las otras ramas de la creatividad, pero en aquella época nosotros éramos un mal necesario y nos ponían las cosas difíciles, imposibles. Cuando hablo de estos dos directores, el problema eran los productores en España. Ahora están mejorando y saben que no somos un mal necesario [necessary evil], sino un ángel necesario. O un diablito. [Risas]
eC: No sé si has visto la película 'El congreso', de Ari Folman.
CA: No, no la he visto.
eC: Está protagonizada por Robin Wright, que hace de sí misma. En la película un estudio de cine le propone comprarle su imagen escaneada y a partir de ese momento emplearán su versión digital y no a ella. Y ella decide hacerlo.
CA: Ah, sí, sí.
eC: El año pasado comprobamos con la recreación digital de Peter Cushing y Carrie Fisher en 'Rogue One' que esa idea no es tan ficticia como podría parecer, ¿crees que se le está sustrayendo humanidad al cine con esa predominancia del CGI?
CA: Vamos a terminar con un cine muy previsible, aséptico, que no va a tener ninguna esperanza de qué va a pasar. Va a ser algo horrible. [Reflexiona] El público no irá al cine si hay demasiadas cosas de este tipo. Mi cabeza lo está pensando en muchísimas direcciones diferentes... Yo soy de la opinión de que el CGI del agua es mejor que la realidad, es fantástico. Y también hay cosas muy buenas del fuego. ¿Pero cómo se van a controlar al final todos los ficheros del CGI? ¿Se va a poner el director un casco? ¿También se lo pondrán los otros creativos? Si Lewis Carroll era un adicto al opio, nosotros vamos a terminar siendo adictos a las endorfinas. El CGI está haciendo cosas increíbles, y se terminará recreando a Charlie Chaplin y todo, pero sospecho que al final a la película le va a faltar algo. Spielberg y Lucas han hecho las cosas mediante el viejo sistema, porque el ambiente en el rodaje tiene una magia que no se puede crear en una sala de quince, veinte o infinitas personas sentadas delante de una pantalla.
eC: En tu TED Talk afirmaste que las cámaras nunca mienten, entonces ¿qué tipo de mentira sería el CGI? ¿Piadosa o dañina?
CA: Si analizas fotograma a fotograma una secuencia de efectos especiales rodada en 35 o 70 milímetros puedes decir "Oh, mira. Hay un hilo ahí". Pero en digital se están creando mentiras, y en el futuro, mamma mia. ¡Trump! [Risas] Me río ahora, pero el futuro es tan serio. Tú lo has dicho, la cámara no dice mentiras, pero el digital tristemente sí.