El 12 de abril se estrena 'Negación', la película basada en la historia real de Deborah E. Lipstadt. La historiadora estadounidense fue llevada a juicio en 1996 por acusar al británico David Irving de negacionista del Holocausto. Solamente con la ayuda de expertos del ámbito académico y sin llamar al estrado a un solo superviviente del genocidio, Lipstadt se propuso derrotar a Irving en un juicio en Londres para demostrar que verdaderamente era un antisemita y tergiversaba los hechos en sus obras.
En eCartelera hemos podido hablar con la propia Deborah Lipstadt sobre la película basada en su historia y sobre cómo se vivió realmente la experiencia. Comenzó contándonos cómo había comenzado el proyecto de 'Negación': "Los dos productores, Gary Foster y Russ Krasnoff se pusieron en contacto conmigo tras ver mi libro 'History on Trial', les interesó la historia y se la presentaron a Participant Media que consideró que era buen material para una película con un gran mensaje". Según nos contó, los productores y guionistas querían que la película fuera lo más cercana a los hechos posible. "Tomaron una historia de seis años y la resumieron en una hora y cincuenta minutos. Siempre le digo a la gente que si yo hubiera hecho la película, hubiera durado cuatro horas y esa hubiera sido la versión corta". Todo el diálogo en las escenas del juzgado proviene directamente de la transcripción del juicio original, los escritores tuvieron que investigar a fondo para poder citar lo máximo posible en su guión.
La película fue nominada al BAFTA a mejor película británica y cuenta con un gran elenco de actores, entre ellos Tom Wilkinson, Timothy Spall y Rachel Weisz, que interpreta a Lipstadt. Cuando le preguntamos sobre la interpretación de Rachel Weisz, la historiadora se apresuró a alabarle como actriz: "Es una actriz excepcional y la admiro muchísimo porque es muy ansiosa a la hora de querer hacer las cosas bien. Quería pasar tiempo conmigo y saber lo que pensaba y sentía, es una gran profesional". La película ha unido a las dos mujeres mucho y por lo que nos cuenta se tienen mucho cariño.
Como se verá en la película, el veredicto del juez fue rotundamente a su favor, demostrando que David Irving era un antisemita, un racista y lo que es más importante, un mentiroso. Cuando le preguntamos por el resultado del juicio nos contestó: "No creo que fuera suerte que ganásemos el juicio. No esperábamos un veredicto tan aplastante, pero él llamó a Irving un neo-nazi polemista y eso ha destruido por completo su reputación. Toda la credibilidad que tenía como historiador se ha esfumado y ya no se puede confiar en sus obras. Nosotros no demostramos lo que pasó de verdad, simplemente demostramos que lo que él dice que pasó no sucedió realmente. Seguimos todos sus pies de página a las fuentes y comprobamos que los documentos que citaba no probaban nada". Ella y su equipo no solo tuvieron que demostrar que Irving mentía sino que también cómo mentía.
Las mentiras de David Irving necesitaban un motivo, y el motivo se resume a que era un racista y un antisemita. Deborah Lipstadt tiene claro que el antisemitismo sigue presente hoy en día y, como Irving perfectamente demostró, no murió con el fin del Holocausto: "Algunas veces llegamos a un punto en el que creemos que los únicos antisemitas que quedan son los radicales, los apologistas de Hitler, pero hay de todo tipo y llevan en el mundo desde hace siglos. Es una batalla que se debe seguir luchando día a día". La historiadora aclaró que este antisemitismo no sólo proviene de la extrema derecha, también lo podemos encontrar en el otro lado del espectro. Este vistazo a la evolución del antisemitismo llevó a la Lipstadt a hablar sobre los errores que cometemos por no mirar atrás: "La historia no nos lo puede enseñar todo, pero puede ser una buena guía. Algunas veces ignoramos lo que nos está diciendo porque no nos gusta lo que oímos y creo que eso es un error".
"No hay agujeros, no hay Holocausto"
Volviendo al juicio en cuestión, en una parte de éste, David Irving intentó demostrar que no había chimeneas en el tejado de uno de los crematorios de Auschwitz porque en los escombros del edificio no se pueden ver los agujeros, probando así que los judíos no habían sido gaseados ahí. Los medios se aferraron al eslogan "No hay agujeros, no hay Holocausto". En cuestión a esto, Deborah comentó: "Eso es lo que los negacionistas hacen. Saltan de una cosa minúscula a una generalización, es absurdo. Cuando estás informándote sobre un gran evento como la Segunda Guerra Mundial, por un pequeño punto que no se pueda comprobar, no significa que el evento no sucediera. ¿Quién se tiene que equivocar para que un negacionista tenga razón? ¿Los supervivientes judíos con sus historias? ¿Los soldados rusos que vieron todo? ¿Los pueblerinos que veían los trenes pasar llenos de personas todos los días? Precisamente seis meses después del juicio, estos agujeros fueron encontrados y tuvimos la tentación de añadirlo al final de la película, pero no lo hicimos porque no queríamos darle la credibilidad".
La película aparte de dar visibilidad a la historia también ha vuelto a dar visibilidad a David Irving, el académico que llevó a Lipstadt a juicio: "Él todavía niega el Holocausto porque es lo único que lo hace interesante. Dice que desde que se estrenó la película tiene a muchísimas personas poniéndose en contacto con él. Lo primero es que yo no me creo nada de lo que diga ese hombre a no ser que haya pruebas, y lo segundo es que si es verdad, estará recibiendo una atención indeseada".
Lipstadt terminó la entrevista diciendo que todavía mantiene el contacto con sus abogados y que se han convertido en una especie de familia. Este pequeño grupo de personas sintieron que lo que estaban haciendo era un hito muy importante en la demolición del neo-nazismo y el fin de los negacionistas. No buscaban encontrar la verdad, sino desacreditar la mentira, algo que no fue fácil. Ahora podemos ver su esfuerzo y su lucha en la gran pantalla.