El 27 de septiembre llegaba a los cines el nuevo trabajo de Icíar Bollaín, 'Soy Nevenka', dramatización del acoso sexual que vivió la concejala de Ponferrada Nevenka Fernández a manos del alcalde Ismael Álvarez y del posterior acoso mediático y social que sufrió al atreverse a denunciarlo.
Bollaín ya había llevado al cine la historia de otra mujer pionera en los cambios sociales en 'Maixabel', el relato de la historia de Maixabel Lasa, una de las primeras víctimas de ETA que accedió a entrevistarse con los asesinos de su marido en la cárcel.
Protagonizada por Mireia Oriol y Urko Olazabal (ganador del Goya a la mejor interpretación masculina de reparto por 'Maixabel'), 'Soy Nevenka' es un retrato muy potente de una cultura de la violación y una sociedad machista y patriarcal que no ha cambiado tanto en dos décadas como podríamos creer. Con Bollaín, Oriol y Olazabal nos sentamos a charlar en el Hotel Riu de Plaza España el pasado miércoles 25 de septiembre tras recibir una ovación de más de 10 minutos en el Festival de cine de San Sebastián.
eCartelera: ¿Sentisteis en rodaje la responsabilidad de estar haciendo justicia a la historia de alguien o es el mismo proceso creativo que con cualquier ficción?
Icíar Bollaín: Yo no soy vasca, así que con 'Maixabel' sentía mucho más la responsabilidad porque además sentía que estaba hablando de un tema que, aunque por supuesto me atañe como española y como ciudadana, pero me estaba metiendo a contar algo que ha ocurrido en un lugar con todas sus voces... sentía muchísima responsabilidad por no meter la pata, seguramente porque no me sentía tan cercana al tema como me siento como mujer con Nevenka. En esta película estoy en casa.
Afortunadamente a mí no me ha pasado lo que le ha pasado a Nevenka Fernández, pero como mujer reconozco muchas cosas: el miedo a ser violada, el miedo a la agresión sexual. Y yo me he visto en situaciones muy incómodas, me he visto aceptando relaciones en las que no me apetecen, he sido complaciente. Básicamente como creadora estaba en un territorio que conocía muy bien. En 'Maixabel' me estaba metiendo en algo que solo entendía intelectualmente. Los silencios que había en el País Vasco con el tema de ETA me los han contado y lo puedo imaginar, pero no lo he vivido. Pero para las dos apliqué muchísimo cuidado y muchísimo respeto.
Urko Olazabal: Yo como hombre en esta historia estaba muy a remolque esperando a ver qué proponían o cómo querían hacer las cosas. Yo soy muy torpe con la sensibilidad de la mujer, tengo mucho que aprender.
eCartelera: En una película así donde tenemos que ver un declive progresivo en el estado físico y mental del personaje, ¿rodáis de forma lineal?
Mireia Oriol: Lo que hicimos fue dividir entre dos Nevenkas, no distintas porque son la misma persona, pero sí que tienen dos energías completamente diferentes. A mí me costó más la primera parte, construir una Nevenka como más fuerte, más confiada, más segura también, una persona que no pide perdón por ocupar su sitio. Ella se sentía preparada y no pedía perdón por ser guapa. Ha sido un trabajo de aprender a entrar y salir del personaje.
Al final es una temática que a mí como mujer también me ha colocado en un sitio bastante incómodo en cuanto a que me he dado cuenta de lo fuerte que es en mí el miedo a ser violada o ser acosada. Está en mi identidad de una manera muy fuerte y tener que vivir aunque fuera en ficción este tipo de situaciones me colocaron en un sitio muy desagradable. He tenido la suerte de que he podido compartir todos estos miedos en el set, que con Urko nos reunimos antes de empezar a rodar para tener una amistad y ha sido muy importante poder contar con él en ese sentido. También encontrar vías de escape en el propio set como hacer un parón e irse a llorar y después seguir.
Icíar Bollaín: Al rodar en desorden también es muy importante el trabajo de maquillaje y vestuario y tienes que saber muy bien dónde está el personaje, a mí me tocaba ser una brújula emocional. Con el equipo de fotografía empezamos muy luminoso y nos vamos oscureciendo, o sea que todo acompaña.
eCartelera: ¿Qué parte de la historia de Nevenka Fernández os interpeló a un nivel más personal?
Mireia Oriol: Coincidiremos al menos Urko y yo en que la secuencia más difícil fue la de sexo consentido. Consentido entre comillas. Tuvimos un debate de cómo hacíamos sobre todo el inicio de esa escena, porque al final cualquier matiz que le des a la intención de una frase lo cambia todo por completo. Luego está el debate del consentimiento, de qué es consentir, porque parece que si consientes ya quiere decir que vas a tener un sexo increíble y esto no va ligado.
También con esta escena se dio el debate de la complacencia, Nevenka realmente no quiere estar ahí, pero le dice que sí por inocencia, por miedo inconsciente, porque es su jefe, por abuso de poder... Yo como actriz podía ver que ella no quería estar ahí y el tener que meterme en esa sensación me generaba mucho malestar como persona.
Urko Olazabal: A mí como hombre, como Urko, entenderlo me dio un flash muy grande, porque entendí como hombre que muchas veces que la mujer te deje que tú la beses y que ella te quiera complacer no implica deseo. A mí me resuenan veces, más en mi juventud, no ahora, que he sido pesado o incluso brusco. De repente te visitan esos fantasmas. Yo me acuerdo que me quedé en shock ese día de rodaje y entiendo que, como yo, muchos hombres al ver la película también se verán reflejados.
Icíar Bollaín: Para mí lo más difícil era estar en la verdad y me parece muy difícil lo que hace Mireia de expresar confusión. Hay una escena que a mí me toca muchísimo que es después de que la cafetería le dice que está empalmado, ella va al despacho y empieza a explicarle y él empieza a confundirla y le dice: «¿Qué quieres, que me tome una caja de pastillas?». Ese momento de «qué está pasando, qué me está diciendo», luego el «no te estoy tocando»... De hecho esa escena la rodamos de distintas maneras y a veces la agarraba y a veces no y luego toca en el montaje elegir cuál es la que tiene más fuerza. Ya habíamos hecho una escena en la que en guion no ponía que la agarraba y la agarra, cuando la carta, que la engancha de la mano y le dice «déjate de gilipolleces». Como la había agarrado ahí, entonces en esa no la agarra.
La clave estaba en ir midiendo, que todo tuviese verdad e ir in crescendo.
En esa escena me parece muy difícil la confusión de ella porque no está pasando nada, pero está siendo una agresión bestial. Se ve además que se le hinchan los párpados, hay una cosa como de dolor. Esta chica confiaba en este hombre, de hecho se despide de él diciéndole «sé mi amigo», ella no se espera ese daño. Hay una confusión emocional que me parece complicada de medir.
También hay veces que, si no hay magia en la en el rodaje la encuentras en el montaje. De repente situaciones tan simples como cuando se besa con Lucas, que tiene que tener magia y no conseguíamos dar con ella, la moví de sitio en el metraje a un momento en que el espectador está completamente con ella.
eCartelera: Han pasado más de 20 años desde el caso Nevenka y aunque ella abrió una puerta, no hemos terminado de cruzarla. La película llega en un momento en el que alguien como Gisèle Pelicot está sufriendo una revictimización.
Mireia Oriol: Tenemos la sensación de que el abuso no para porque la gente habla más y denuncia más, por eso parece que hay más casos, pero no es que haya más, es que es que se denuncian más, así que realmente sí ha habido un avance.
Pero hace falta un cambio en la intimidad y en la esfera semipública, que la gente que es espectadora de este tipo de comportamientos empiece a señalarlos y evidenciarlos. Todavía cuesta señalar a una persona o acercarse a la víctima y preguntarle si está bien o qué puedo hacer por ti.
Icíar Bollaín: Y hay que apoyar a la gente cuando quiere denunciar porque denunciar es un escándalo y ya no te digo cuando el acaso pasa en familia, que pasa mucho, es un terremoto.
Pero yo sí creo que han cambiado muchas cosas porque en la película hay unas imágenes de la prensa del momento que te escandalizan y en su momento no tuvieron ese efecto. Si nos escandalizan es porque el tratamiento ya es otro. Aunque con la chica de la manada haya un juez que haya dicho que lo que veía en el vídeo era un jolgorio, en la calle hay un 8 de marzo diciendo «no estás sola».
'Soy Nevenka' se proyectó en el Festival de San Sebastián el sábado 21 de septiembre y levantó una ovación de cientos de personas dentro y fuera de la sala. Más de 10 minutos de aplausos que Nevenka Fernández vivió en persona y que emocionaron al público presente, al equipo de la película y a una mujer que tuvo que soportar el ostracismo y el desprecio de una sociedad que le dio la espalda por plantarle cara al machismo.
El martes 24, en el mismo Festival, Johnny Depp presentaba su nueva película: 'Modi - Three Days on the Wings of Madness', con una alfombra roja abarrotada de fans gritando su nombre. En 2020 el Tribunal Superior de Justicia de Reino Unido dictaminó que al menos doce de los catorce incidentes de violencia alegados por su ex pareja, Amber Heard, eran "sustancialmente ciertos", pero el actor y director no ha enfrentado la cancelación que sí vivió Nevenka.
eCartelera: ¿Cómo os sentís tras llevar una película así a un Festival quea los dos días se está celebrando a alguien como Johnny Depp?
Mireia Oriol: Hay un problema con la impunidad. Por ejemplo Ismael Álvarez sigue viviendo en Ponferrada tan tranquilo. A mí me cabrea profundamente cuando pasan esas cosas. No te diría tampoco que es cínico, creo que es parte de la evolución natural de la sociedad en la que estamos.
Esta impunidad a lo mejor avanza y cambia cuando el resto de gente no vaya a pedir autógrafos.
Urko Olazabal: 'Soy Nevenka' es una película de una chica a la que le pasa una cosa que es la historia de muchas mujeres. Pero también es la historia de muchos hombres que acosan y que hacen las cosas mal. Hay algunos que se dan cuenta de lo que hacen porque tienen ese perfil psicológico de depredador, de acosador, de narcisista o de psicópata si quieres, pero habrá gente lo haga inconscientemente. Todo no es un caso extremo, pueden darse casos de un tipo de violencia que ni siquiera sabes que es violencia y de repente, viendo la película, te das cuenta.
Icíar Bollaín: Para todos estos políticos diciendo que esto no es real, ante este negacionismo que vivimos, les diría que el acoso es real, que tiene consecuencias graves, en este caso psicológicas, y semanalmente mortales. Hay que seguir recordándolo.
'Soy Nevenka' ya está disponible en cines.