Este 10 de enero y de la mano de Filmax llega a los cines 'Desmontando un elefante', ópera prima en el largometraje del cineasta Aitor Echeverría, con Natalia de Molina y Emma Suárez liderando una historia de adicciones familiares, incomunicación y amor incondicional.
Suárez interpreta a Marga, arquitecta y alcohólica en recuperación; Molina es Blanca, su hija, quien se siente responsable de cuidarla y vigilarla para evitar una recaída llegando a perderse en el proceso a sí misma y a toda su identidad. El reparto lo completan Dario Grandinetti y Alba Guilera.
Con ambas actrices nos sentamos el pasado 8 de enero en los cines Paz de la capital madrileña para hablar de esta interesantísima película que ha permitido a Molina experimentar con la danza como forma de expresión y Suárez crear un personaje "tan interesante para desentrañar, para trabajar y para jugar con temas muy importantes".
"Los dos personajes son mujeres muy interesantes y que se salen de los clichés que engloban a esta temática", nos explica Molina, "Y ya eso es un punto a favor. En lo personal el tema de la danza era algo que no había hecho nunca, poder explorar con el cuerpo, con la cámara tan pegada y sin escapatoria, fue muy interesante y me presioné mucho también, pero es uno de los mayores retos que he asumido con esta película.Me obsesioné mucho con la técnica y la coreografía y me di cuenta de que lo que tenía que hacer era olvidarme de ella y centrarme en el estado emocional en el que estaba, porque para eso servían las escenas de ensayo que salen en la película".
Para documentarse, laproducción trabajó con la asociación Al-Anon, como recuerda Suárez: "Estuvimos en varios centros de desintoxicación que trabajan terapias con familiares de adictos. Fue muy interesante escuchar a las personas que van allí y exponen sus vivencias, porque convivir con una persona que sufre este problema no es fácil, no es fácil ver a alguien sufrir".
Y es que uno de los temas centrales de 'Desmontando un elefante' es la bomba expansiva que supone una enfermedad como el alcoholismo que afecta tanto al enfermo/a como a sus familiares: "Es una historia de amor profundo entre una madre y una hija que tienen que aprender a quererse bien y se puede extrapolar a cualquier tipo de relación porque estamos faltos de educación amorosa", reflexiona Molina.
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La danza es el arte más sugerente
Durante la presentación nos sentamos también con el director, Aitor Echeverría, con el que hablamos de la importancia de ir al cine a ver todo tipo de historias, no solo las películas evento de grandes efectos especiales: "No se habla del tiempo que uno dedica en ir al cine: es ir, preparar el visionado, verlo acompañado de otras personas y luego el tiempo de traslado de vuelta. En casa todo es más instantáneo, entramos y salimos de las historias de manera muy abrupta, no existe el tiempo de pensar o reflexionar y una película como 'Desmontando un elefante' invita a eso".
La película tiene una narración muy curiosa, con saltos temporales inesperados y un orden que no siempre parece lineal, o al menos es cíclico. La intencionalidad nos la explica el propio cineasta:
"'Desmontando un elefante' tiene una propuesta formal muy original, con saltos temporales que invitan al espectador a pensar e inventar qué pasa en esa familia. La idea es que cada espectador ponga de su parte. La peli tiene un tiempo y una manera de narrar que permite que cada uno pueda proyectar a su propia familia".
En la historia tiene mucho peso el baile como una forma de expresión y de comunicar y soltar todas esas emociones que se nos atragantan y nos cuesta gestionar. Echeverría dice que, de todas las artes, esta es una de las más sugerentes: "De las secuencias de danza estoy especialmente orgulloso porque creo que aportan mucho a la película y explican el mundo interior del personaje [de Natalia de Molina, Blanca]". 'Desmontando un elefante' está ya disponible en cines.