Florian Gallenberger se caracteriza por desplazarse por el mundo para revisar impactantes sucesos históricos con la cámara. A veces su motor narrativo es el amor, otras la sencilla humanidad. En 'Colonia' se remonta al golpe de Estado de Augusto Pinochet en Chile en 1973 para relatar una historia más desconocida dentro de aquella marea represora, la de Colonia Dignidad. En esa suerte de campo de concentración exportado por un predicador alemán, Paul Schäfer, se abusaba de los niños y se apresaba a partidarios de Allende. Emma Watson y Daniel Brühl protagonizan el largometraje de este cineasta ganador del Oscar, con el que pudimos hablar en el corazón de Madrid.
eCartelera: La historia de Colonia Dignidad es realmente escalofriante y muy difícil de contar sin tocar la denuncia social y política, ¿qué te llevó a implicarte en un proyecto tan delicado durante seis años?
Florian Gallenberger: La primera vez que escuché sobre Colonia Dignidad fue en el colegio cuando era pequeño. Tenía nueve años y tuve una reacción emocional muy fuerte. En el colegio nos pusieron un reportaje y me enfadó mucho lo que vi. Los años pasaron y no pensé en ello, pero esa reacción se mantuvo dentro de mí. Entonces, cuando hace ocho años leí de nuevo sobre Colonia Dignidad, sentí todavía la ira, que no estaba bien lo que sucedió allí. Después comencé a investigar y entendí que era algo mucho más grande de lo que pensaba, por la dimensión política, la implicación de la Embajada alemana, la religión, las armas... Pero no fue una decisión que tomara de forma analítica, sino que fue emocional. Porque no vas a dedicar seis años de tu vida a algo que en tu mente crees que debes hacer, sino que dedicas ese tiempo porque en el corazón sabes que tienes que hacerlo. Me importaba esa historia y quería contarla. Y cuando te vas a dormir cada día y al despertarte sigues pensando en ese tema, sabes que tienes que hacerlo.
eC: ¿Llegaste a visitar la zona donde se encontraba Colonia Dignidad?
FG: Sí, hace seis años y medio fui por primera vez. Continúe yendo durante cuatro o cinco años, unas tres veces al año. Porque puedes leer un libro al respecto, pero cuando estés con los actores tienes que saber y entender realmente lo que sucedió. Hay que hablar con la gente, ver cómo se comportan y cómo se tratan entre ellos. Hay que captar el sentimiento del lugar, y eso solo es posible con mucho tiempo. Me llevó tres años hasta que la gente de allí confió lo suficiente en mí como para contarme lo que sucedió de verdad. Hay muchos momentos del guion que fueron tomados directamente de las conversaciones con la gente que vivía allí. Ir y conocer a la gente fue el fundamento del trabajo.
eC: ¿Para dar forma a un Chile creíble de los años setenta te fijaste en películas de realizadores como Costa-Gavras o Patricio Guzmán?
FG: 'Missing' era con toda seguridad una película en la que no se podía evitar pensar. Pero eso siempre es algo espinoso, porque es una obra maestra, así que ¿qué vas a hacer? ¿Lo mismo? ¿Lo contrario? Vi 'Missing' hace muchos años en la escuela de cine, e incluso compré el DVD y no la volví a ver. Pensé que si la veía de nuevo sentiría la tentación de hacer lo mismo, así que para qué iba a verla. Lo que hicieron los departamentos de vestuario y diseño de producción fue recopilar montones de material de cómo era aquel momento. Y la película comienza con una secuencia en blanco y negro, que pertenece al impresionante documental 'La batalla de Chile', de Patricio Guzmán. Que son horas de realidad, increíble. No sé cómo lo hicieron. Entonces lo ves y obtienes una buena sensación de cómo era la atmósfera en Chile en ese momento. Ha sido una importante influencia para comprender el punto de partida de la película.
eC: En tus anteriores películas hay escenas en las que las mujeres son víctimas de abusos o dejaciones, ¿influyó esa inquietud en la decisión de Emma Watson de aceptar el papel protagonista?
FG: Ahora que lo dices, no soy fan de la violencia en las películas para nada. No la disfruto. Sufro cuando lo hacemos. Así que espero que toda la violencia que hay en mis películas esté ahí por alguna razón. En esta película tratamos de mostrar la menos violencia posible. Está la secuencia en la que torturan a Daniel, y eso es prácticamente todo. Para Emma creo que fue más importante que en nuestra historia era el personaje femenino el que iba a rescatar al masculino. Porque de la forma tradicional, el hombre fuerte habría ido allí y la habría sacado, pero es al revés. También le gustó que no era una adolescente en la película, sino que era una adulta con una profesión. Fue importante para ella poder mostrar que podía interpretar a una mujer y no solo a una adolescente, como había sido hasta nuestra película.
eC: Acerca de Emma y la gran masa de fans que la rodea, ¿temiste en algún momento que tenerla como protagonista podría eclipsar el mensaje de la película?
FG: No tuve ese miedo. Nunca lo había pensado antes. Siempre he pensado que la historia de Colonia Dignidad es muy contundente y tiene mucho de fondo, así que no es fácil eclipsar eso. Porque forma parte de uno de los momentos más dramáticos de la historia reciente. Lo que sí que pensé fue que contar con ella era una gran oportunidad para que la gente, sobre todo la joven, se interesara en algo de lo que no se preocuparían habitualmente. Si preguntas a una persona cualquiera de veinte o treinta años acerca de Pinochet o el Chile de 1973, no les interesa. Pero con ella hay algo más que les puede atraer, y lo que me alegra es que sobre todo los jóvenes se interesan por la película no solo por Emma Watson, sino por lo que cuenta. Claro que Emma ayuda mucho a que la gente se adentre en la película, pero al final se acordarán de Pinochet y de lo que sucedió y eso es lo que quería conseguir.
eC: ¿Por qué crees que hoy en día la gente sigue apoyando a líderes inmorales como Paul Schäfer?
FG: Es como plantearse por qué la gente se sigue matando entre sí. Parece ser algo humano y que no va a dejar de hacerse. Pero ahora mismo creo que estamos en un momento en el que un tipo de líderes políticos que creía que eran más propios de hace veinte años, están apareciendo de repente en todos los países, como Putin, Erdogan, Orbán, Le Pen, Trump... Y piensas, 'Joder, ¿qué ha pasado?' Simplemente dicen que son los mejores y la gente les sigue, aunque no estén de acuerdo. Creo que la razón por la que eso sucede es que es más sencillo seguir lo que dice alguien. Y si haces eso te conviertes en parte de un grupo, te da seguridad. En Alemania tenemos ahora un nuevo partido, el AfD [Alternativa para Alemania], que es un partido populista. Y ves a la gente que se comporta de forma emocional, es un proceso emocional en un campo político en el que la emoción no es siempre la mejor consejera. Realmente me preocupa.
eC: A lo largo de tu carrera has ambientado tus películas en México, Hawái, India, China y Chile, ¿qué te lleva a mantenerte alejado de Alemania, tu país natal?
FG: Tiene que haber alguna razón porque no paro de hacerlo. Pero no lo sé, no te puedo decir. La cosa es que hay un cierto misterio o incluso magia en cómo uno encuentra la historia correcta. Es un poco como enamorarse. Hay mucha gente bella e inteligente, pero solo te enamoras de esta persona. Aunque otra persona sea más guapa o lista, te enamoras de ésta. Es difícil explicar por qué sucede, pero cuando pasa lo sabes. Lo mismo pasa con las historias. Hay historias geniales por todos los sitios, pero de alguna forma esta historia te dice algo y no puedes dejar de pensar en ella, y en ese momento sientes que quieres hacerla. Para mí eso parece que sucede con esas historias en países extranjeros. Lo que me gusta es que, si como alemán voy China o a la India a hacer una película, voy a hacerlo como alguien de fuera. Y esa es una perspectiva que te permite ver cosas que alguien de ahí ya no ve. El extranjero tiene una percepción diferente de las cosas.
eC: ¿Hay algún evento de la historia de España que te haya enamorado?
FG: Déjame pensar... La cuestión es que conoces tanto de la historia a través de las películas. Por eso ahora estoy pensando en que mi película española favorita probablemente es 'El laberinto del fauno'. Una película tan maravillosa, que combina una situación política con un misterio, un cuento de hadas en la mente de una niña. Es algo fantástico. Una película política que no es una película política. Así que, si quisiera hacer una película de esa época, pensaría, 'No es una buena idea, porque ya hay una película mejor que lo que haría.' Pero una vez más, no puedes planear enamorarte. Puede que un día esté andando por las calles de Barcelona, Madrid o San Sebastián y diga, 'Eso es.'
eC: El pasado verano fuiste a Chile junto al presidente de Alemania, Joachim Gauck, para presentar la película. Además, el estreno de 'Colonia' provocó que en tu país se desclasificaran los documentos relativos a Colonia Dignidad para permitir a los investigadores hacer su trabajo. ¿Crees que el gobierno alemán se está aprovechando de la película para evitar las críticas y excusarse por la deleznable actuación de la Embajada de Alemania en Chile durante aquellos años?
FG: No, creo que aprovecharon la oportunidad de hacer algo que deberían haber hecho hace mucho tiempo. Habría sido mejor que hubieran empezado a investigar y a ser críticos hace veinte o treinta años, pero no lo hicieron. Es bueno que estén empezando ahora y sé que Gauck, nuestro presidente, realmente quiere hablar de ese tema y apoyar el desarrollo que está teniendo lugar. No creo que estén utilizando la película para encubrir. Pienso que la película les dio el impulso para comenzar un proceso que ha sido necesario desde hace tiempo.