¿Podemos fiarnos de nuestra memoria? ¿Debemos acaso? La mente es una movida muy compleja, capaz de incluir en la "carpeta" de recuerdos cosas que no hemos vivido a base de escuchar hablar de ellas o incluso olvidar experiencias que nos evocan demasiado dolor. Y luego está el tema de las emociones y sensaciones, dos personas pueden vivir el mismo suceso y extraer de él impresiones totalmente diferentes. Jugando con este dimorfismo adapta Isaki Lacuesta la novela 'Paz, amor y Death metal' de Ramón González, superviviente de los atentados del Bataclán en 2015. 'Un año, una noche' llega a los cines este 21 de octubre, no para hacer un relato preciso de aquella noche, sino para hablar sobre la huella y las consecuencias tan dispares que un mismo evento puede dejar en dos personas que lo vivieron juntas. Una historia de amor postraumática. "La lógica de la película es trabajar con la imagen tabú, con la imagen traumática que intentas ocultar, sobre todo en el caso de Celinè, son personas que han visto cosas que no deberían haber visto. Celiné intenta reprimirlos y estos recuerdos van emergiendo", nos cuenta el director, con el que hablamos justo después del preestreno de la película en Madrid.
Lacuesta filma el atentado que acabó con la vida de 80 personas durante un concierto en la sala Bataclán de París el 13 de noviembre de 2015, pero no nos enseña a los terroristas, ni siquiera vemos directamente el tiroteo, solo vemos el reflejo de lo que está pasando en las caras de sus protagonistas, Nahuel Pérez Biscayart y Noémie Merlant, y en sus vidas días, semanas y meses después: "Era la forma de representar la violencia y el horror, que va apareciendo y a veces aparece de forma contradictoria, con recuerdos que son incompatibles entre sí", explica el cineasta, "Hay un momento en el que empiezan a aparecer imágenes contradictorias. Hemos metido experiencias de otras personas que estuvieron allí en nuestros personajes, pero por ejemplo el Ramón real contaba que cuando les dicen que no miren abajo, él ve a un amigo suyo muerto que no había muerto, pero esa imagen ha quedado en su cabeza". De hecho 'Un año, una noche' juega constantemente con ese desconcierto, con flashbacks que cuentan lo mismo y parecen tan diferentes: "De las cosas que más me impactaron era como Ramón y Celinè viven juntos el atentado, cuando están en el camerino están juntos, pero no viven lo mismo. Viven experiencias distintas, desde lo más emocional a lo más físico. Hablábamos con la directora de foto y ellos sobre cómo era la luz del camerino y Ramón lo recuerda súper oscuro y que solo había luz que salía de los móviles y ella nos decía «No, había la misma luz que en este restaurante, se veía todo bien». Intentas reproducir con la máxima fidelidad lo que ocurrió, pero es que no están ni siquiera de acuerdo ellos".
Y es que el equipo de la película contó con la ayuda de supervivientes reales de aquella noche, con Ramón Gónzalez y su pareja, pero también con el testimonio de muchas otras personas presentes, también con el personal médico y de seguridad que atendió a las víctimas: "Hay cosas muy perturbadoras sobre la memoria, el jefe de la policía que montó el dispositivo nos contaba como algunos compañeros suyos siguen traumatizados hoy en día por lo que vivieron dentro de Bataclán, pero ellos no entraron jamás, los dejo en la periferia del cordón de seguridad y se han apropiado de recuerdos de sus compañeros. Yo creo que eso nos pasa todo el rato, pero que no nos damos cuenta porque no hay una experiencia compartida, con testigos, con periodistas, como hay en un caso así. Pero intentamos distinguir entre recuerdos inventados y recuerdos reales cuando son lo mismo, son forzosamente lo mismo".
Igual que Juan Diego Botto dio voz en una escena de 'En los márgenes' a miembros reales de la Plataforma de Afectadas por la Hipoteca, Lacuesta incluye en algunas escenas de su película tanto a los cuatro amigos reales en los que se inspira 'Un año, una noche', como a personal sanitario que vivió todo aquel horror: "Ahí había enfermeros y gente que trabajó en la evacuación real aquella noche y eso fue importante, que por ejemplo un enfermero pudiese contarles a todos cómo fue. O también el hecho de que Ramón y Mariana (la auténtica Celinè) vinieran al rodaje. Habían tenido mucha relación con Noemí, con Nahuel, con Alba (Guilera), pero poder controlar el resto de actores cómo había sido, ponerlos a todos la misma longitud de onda, fue importante".
En septiembre de 2021 se inició el juicio por los atentados de París, que además del Bataclán, incluye los tiroteos de 5 terrazas de bares de la capital y explosiones suicidas en el Estadio de Francia y en el restaurante Le Comptoir Voltaire. Terminó este verano tras un proceso de 10 meses donde declararon más de 400 personas. "El juicio ha sido como un acto casi catártico importante", opina Lacuesta, "Más allá de la sentencia, ha sido un hecho social y colectivo que ha marcado un antes y un después en la sociedad. No hay que intentar pensar que habrá un público homogéneo de 'Un año, una noche', eso no va a existir nunca. Hay gente como Ramón, que hace años que tiene la necesidad de compartir lo que ocurrió y gente que esa necesidad la empieza a tener ahora, hay gente que no la tendrá nunca y con el público ocurrirá igual. Cuando empezamos la película había voces en Francia que decían que era muy pronto, ahora la sensación que da es que hay mucha gente que tiene necesidad de hablarlo y compartirlo, de ver películas, obras de teatro sobre el tema, pero siempre habrá personas que no que preferirán no verlo. De hecho, por ejemplo, uno de los cuatro amigos que fueron al concierto y vino [al preestreno] prefirió no verla".
Además de jugar con los sinsentidos de la memoria, la película habla mucho de la culpa, la de sobrevivir, la de convertirte en alguien racista o la de haber antepuesto la supervivencia al amor: "Hay una culpa que me parece la más terrible que es el sentimiento de culpa por haber sobrevivido. Me parece de los sentimientos de culpa más injustos que puede haber, porque viene dado por una cosa que te ha infligido alguien ajeno. Completamente ajeno a tu voluntad. Y luego está ese sentimiento de culpa a ser racista que es algo que nos contaban todos. Desde gente con la que hablamos a Philippe Lançon, que estuvo en Charlie Hebdo y fue tiroteado; todos coinciden en reconocer ese momento de miedo al otro y descubrir que dentro de ti hay alguien racista que pensabas que no existía. Me parecía importante hablar de ello, porque al final es la única forma de evitarlo, reconocer que eso existe y que tenemos esa mierda de persona dentro. Por eso metimos las partes del centro de menores, parecía importante que estuviese ese otro lado, esta gente que se siente acusada solo por ser de dónde son y ven esa mirada sobre ellos acusadora", explica Lacuesta sobre algunos de los cambios que el guion hace sobre el libro.
Además de hacer ficción, Lacuesta comenzó su carrera de cineasta con el extraordinario documental 'Cravan vs. Cravan' y a este le han seguido trabajos tan peculiares y diferentes como 'La noche que no acaba' o 'El cuaderno de barro', y esa experiencia parece que se cuele en 'Un año, una noche', en su forma de narrar y casi de colocar la cámara, aunque para él no sea del todo un acto consciente: "A veces lo digo de broma, pero creo que si alguna vez hago 'Jurassic Park 5' la gente dirá que es un documental. Hay una parte en la que, como la gente ya lo sabe, supongo que se ve más, y supongo que hay una parte de la que no soy tan consciente en la que que sí, que hay una forma de aproximarme al cine que responde un poco a eso. Quizás en el centro de menores es donde más buscábamos esta sensación de que la cámara va por detrás. Soy consciente de esa técnica, de que haya momentos en los busco que no parezca que está todo coreografiado, sino que parezca que la cámara está reaccionando a lo que ocurre, intentar dar esta sensación de veracidad". Sin embargo él no se ve como un documentalista, más bien como un retratista: "Con el tiempo me he dado cuenta de que la cosa que más me gusta es la parte de retratar y a partir de ahí hacer el relato. En el momento en que vi que esta era la historia de ellos dos, que cuando les conocimos nos contaban sus historias, es cuando sentí que la podía hacer, que no era algo abstracto. No es una película sobre Bataclán, sobre el atentado o terrorismo, yo sería incapaz de hacer algo así, la película es sobre ellos dos contando lo que les pasaba y cómo reaccionan físicamente. Ahí sí me sentía capacitado".
La música, otra víctima
En el Bataclán el tiroteo se produjo durante un concierto de los Eagles of Death Metal, una banda estadounidense de rock alternativo con la que la producción de la película intentó contactar aunque nunca contestaron: "Lo entiendo. Todos ellos tienen relaciones distintas con lo que pasó allí y me parece muy respetable", nos asegura Lacuesta, "Por ejemplo, el bajista estuvo encerrado en el mismo camerino que los personajes de Quim (Gutiérrez) y Alba. Tienen un debate porque Jesse [Hughes], el cantante, quiere cantar el 'Kiss the Devil', que fue la canción que tocaban cuando les dispararon, pero el resto de la banda prefiere no cantarla nunca más". ¿Y cómo se soluciona eso? Con mucho respeto: "Lo que hicimos fue crear una banda sonora que les evocara. Ellos hacen un rock and roll que bebe mucho de la música del sur, muy negra, con un tipo de letras muy Robert Johnson y muy Lead Belly. Lo que hicimos fue intentar reproducir ese espíritu de rock and roll y buscamos a Lee Ranaldo, que es uno de los integrantes de 'Sonic Youth', y fue como especie de declaración de intenciones sobre el espíritu del rock and roll. Lee no deja de ser una figura icónica de rock and roll al que yo admiro desde chaval y que fuera él tenía algo también de representación de rock and roll estadounidense. La idea es que al final de la película, en este concierto, pues la canción finalmente suena, la canción que no ha podido sonar, por fin se escucha entera".
Un reparto estelar
Por orden de importancia diremos que Merlant y Pérez Biscayart cargan con prácticamente todo el peso de la película. Les acompañan Guilera y Gutiérrez, y luego tienen personajes más pequeños, que no anecdóticos, Natalia de Molina,Enric Auquer, C. Tangana, Bruno Todeschini y Sophie Broustal. "Como actor a Nahuel yo le había visto en 'Glue', una película del 2006, le admiraba y pensaba que sería el tipo de actor con el que podríamos hacer cosas muy precisas, pero también jugar con lo imprevisto, sabía que ahí nos podríamos entender", relata lacuesta sobre el proceso de casting, "A Noémie la conocí con 'Retrato de una mujer en llamas', y fue ahí donde la llamamos. Creo que es difícil que la película haga justicia al trabajo de ellos en ensayos, en tomas que no están montadas, era un nivel muy, muy alto".
"Al resto del reparto también le estoy muy agradecido", continúa, "tanto a los españoles como a Bruno Todeschini, que aquí es menos conocido, aunque en su día ganó al mejor actor europeo y el premio César por 'Su hermano', es el actor fectiche de Patrice Chéreau, de Arnaud Desplechin, y ha aceptado hacer el papel pequeñito del padre de Cèline. Él era de los que vivía en París y decidió irse de allí por culpa del atentado, vivía muy cerca. ¿Es que a quién pones cuando tienes a Noemí y Nahuel? Hay un nivel muy alto. Le estoy muy agradecido a Natalia de Molina y a Enric Auquer por haberse atrevido a hacer un papel más pequeño de lo que suelen hacer y han sido muy generosos. Un amigo me decía que era un poco cateto tener actores tan potentes en papeles tan pequeños, pero es que enseguida se nota un desnivel. Lo creo de verdad. Y luego pues Pucho es que me parece un talento brutal".
En la película también tiene un gran peso la incomunicación, principalmente por la dificultad de compartir emociones, pero también en los idiomas. En 'Un año, una noche' se mezclan el francés, el español y algo incluso el inglés, así que aunque es un tema peliagudo, le preguntamos al director cómo llevaba que un trabajo así pasase por un proceso de doblaje: "Yo no la he visto doblada, hace años que Cesc Gay me dijo «cuando intentas doblarla tú queda horrible y encima lo pasas mal». Seguí su consejo y no lo he visto y voy a intentar no verlo nunca, aunque entiendo que es una forma de que la película llegue más gente. Me acuerdo también de que en mi generación nos hicimos cinéfilos viendo las películas en la tele y veíamos los western los sábados y las películas de Alfred Hitchcock y las veíamos dobladas al español cortadas a 4/3 con un color que no se parece en nada a la película original y nos fliparon. Las buenas pelis al final, con las que hemos crecido, aguantaban cualquier cosa. O los cuadros que ves en un libro y ni siquiera los colores son los mismos. Creo que hay que hacer el trabajo lo mejor posible y luego pues se verá en un móvil, doblada, pero si llega alguien, pues bienvenido sea, lo acepto como un mal necesario".
'Un año, una noche' se estrena en cines el 21 de octubre.