La realizadora Manele Labidi ofrece una mirada diferente a la habitual sobre las consecuencias de la Primavera Árabe con 'Un diván en Túnez', presentada en la Giornate degli Autori en la 76ª Mostra de Venecia, en la que obtuvo el Premio del Público, y que llega a los cines este 11 de septiembre, de la mano de Caramel Films. Un enfoque que pone en primer plano a las mujeres. "Tener una protagonista femenina ofrece una dimensión más, hay muchas situaciones que un hombre jamás viviría", explica la cineasta.
"Con mi película quería tener un enfoque diferente. Usualmente, las comedias protagonizadas por mujeres están enmarcadas en los clichés de la comedia romántica, son personajes femeninos amables, sonrientes, que tienen final feliz y este desenlace suele ser una boda. Yo quería narrar otro tipo de mujer y otro tipo de comedia", comenta Labidi en una entrevista para eCartelera durante la promoción de la cinta. "He creado una mujer independiente, que sonríe poco, que no habla mucho y que no busca el amor", añade.
Por otro lado, Labidi destaca cómo la perspectiva de género es esencial para entender la realidad que plasma en el filme. "En este aspecto, da un poco igual el país donde ambientes la trama. Al poner a un hombre como protagonista, hay situaciones que no hubieran tenido lugar", argumenta, para añadir que "a un hombre no le preguntan por qué no se casa o por qué fuma por la calle". "Ellos no tienen esa presión y yo quería plasmarla en mi película", agrega.
Una mirada humorística para la Primavera Árabe
Otro aspecto que hace que 'Un diván en Túnez' se salga de lo esperado es que, a pesar de ser un filme rodado en el Magreb y que narra las consecuencias de la Primavera Árabe, es una comedia en lugar de un drama. "Siempre me he sentido muy atraída por la comedia. Creo que era lo que faltaba. Cuando se narran historias situadas en el mundo árabe, nunca se muestran desde una perspectiva humorística, son ficciones políticas, dramáticas, donde todo es terrorífico", detalla la realizadora.
No obstante, el filme "no evita hablar de los hechos dramáticos", puesto que "solo están en segundo lugar, pueden verse más allá". En ese aspecto dramático, el filme protagonizado por Golshifteh Farahani aborda la importancia de hablar y de tener la libertad de hacerlo. "Cualquier sociedad tiene la necesidad de expresarse, de poder comunicar, desde lo profundo. Pero lo más importante no es solo poder hablar, sino también tener a alguien que escuche y sepa hacerlo. No solo a nivel individual, también colectivo", explica Labidi.
"Túnez ha pasado de ser una dictadura a una democracia. De repente, temas de los que no se podían hablar, ahora sí se pueden. Cuando has vivido toda la vida encerrado y con miedo, hay que aprender a gestionar esa libertad, hay que aprender a canalizarlo y puede ser hablando con un psicoanalista, con un familiar, con un amigo que escucha", argumenta la cineasta, que resalta "lo esencial" es encontrar a aquella persona "que pueda escuchar" y que el hablar "no caiga en saco roto".
El filme también aborda un sentimiento que comparten muchos hijos de inmigrantes, el sentir que no se pertenece a ningún sitio. "Es bastante corriente. Piensas que no eres de aquí, pero tampoco de allá. Yo nací en París, pero mis padres son tunecinos. Me considero francesa y también tunecina. Pero en ambos países, viví esa sensación de que perteneces y no pertenece a la vez. Es más común de lo que pensamos", asegura Labidi.
El apoyo del gobierno francés a las salas de cine
La crisis sanitaria provocada por la pandemia del coronavirus ha dejado también muy tocada a la industria audiovisual francesa. Labidi resalta la pasión cinematográfica del público galo. "Las salas reabrieron el 22 de junio, obviamente con reducción de aforo y ahora está la obligatoriedad de utilizar mascarillas. Lo bueno es que, desde la última semana de agosto, la asistencia se ha disparado, hay muchas ganas de volver al cine, en Francia el público está comprometido con el apoyo a las salas", explica.
"La asistencia ha subido, en gran parte, por el éxito en taquilla de dos títulos que han impulsado a los espectadores. Uno es 'Tenet', de Christopher Nolan, y el otro es una comedia francesa, 'Effacer l'historique', de Benoît Delépine y Gustave Kervern, que tuvo el Oso de Plata en la pasada Berlinale", continúa la directora, destacando que, "pese a la reducción de aforo", los distribuidores están "atreviéndose a estrenar" debido a la respuesta del público. "Hay hambre de cine".
Otro aspecto que diferencia a la situación francesa de la española es el apoyo gubernamental. "Los rodajes han podido retomarse gracias a la fundamental ayuda del Estado. En esto tenemos suerte", detalla. "Las aseguradoras no querían cubrir los diferentes proyectos por la situación sanitaria y ahora es el Estado el que nos protege y garantiza que las películas, las series, puedan filmarse pese a la situación y las condiciones".
En gran parte, es por la percepción de la importancia de la cultura que tiene el gobierno galo. "En Francia el cine, la cultura en general, es considerado un patrimonio al que hay que proteger y cuidar. La situación es muy difícil, pero estamos haciendo lo posible para ir hacia delante, creo que vamos por buen camino", zanja.
'Un diván en Túnez' es la ópera prima de Manele Labidi. Protagonizada por Golshifteh Farahani, Majd Mastoura, Hichem Yacoubi, Ramla Ayari, Najoua Zouhair, Jamel Sassi, Aïsha Ben Miled, Feriel Chamari y Moncef Ajengui. Producida por Jean-Christophe Reymond, es un largometraje franco-tunecino producido por Kazak Productions, con la colaboración de Diaphana, MK2, Arte France Cinéma, Canal+ y OCS. Caramel Films es la encargada de distribuir la cinta, que está disponible desde el 11 de septiembre en salas españolas.