Tras triunfar en la temporada de premios con su anterior película sobre una víctima de la guerra civil española ('La trinchera infinita'), ahora Jon Garaño y Aitor Arregi han decidido contar ahora la historia de una falsa víctima de la Segunda Guerra Mundial, el catalán Enric Marco Battle. Cambiando a los también alabadísimos Antonio de la Torre y Belén Cuesta, ahora el matrimonio protagonista lo conforman Eduard Fernández (claro favorito al Goya 2025) y Nathalie Poza. Con los dos directores y los dos protagonistas hablamos en el pasado Festival Internacional de Cine de San Sebastián sobre 'Marco' tras su paso por Venecia y antes de su estreno en cines el viernes 8 de noviembre.
Se supone que el protagonista de una película es con el que hay que empatizar, pero ¿cómo hacerlo con un hombre que presidió la Amical de Mauthausen de España apropiándose de las desgarradoras historias reales de españoles deportados en campos de concentración? "Eso tiene que suceder, pero no tienes que procurar que suceda". Ese fue el acercamiento de Eduard a su antihéroe, "con respecto, sin juzgarlo".
Los directores y guionistas también reconocen que "había un alto riesgo" al poner como protagonista de su historia a un mentiroso nacional. Sin embargo, ya el subtítulo de la película ("la verdad inventada") deja entrever ese enfoque conciliador del que habla Arregi: "esta película no lo pone en un pedestal, aunque tampoco lo juzga". Su compañero tras la cámara explica de esta manera cómo construyeron esa perspectiva con la que entenderle sin justificarle.
"Cuando dices que vas a hacer una película sobre Enric Marco, mucha gente ya le está juzgando. Nosotros no podíamos juzgarlo ni blanquearlo, porque lo que hizo es muy grave, sobre todo lo de apropiarse de la memoria de un deportado de guerra. El reto estaba en buscar el tono. Teníamos muy claro que si la película tenía emoción, que fuera con la gente de su entorno, no con él. Queremos que el espectador empatice y sufra con él, pero que la emoción nos la dé más el entorno, la gente que le sufrió. Probablemente empezó a mentir porque se sentía más especial, querido, admirado."
Dejando así el juicio moral al espectador, Eduard se centró en la parte física con el objetivo claro de "parecer un anciano. Engordé muchos kilos. Me costaba andar, lo cual era bueno para ser viejo". Para ayudarle en ese sorprendente proceso de transformación por fuera y por dentro, Aitor Arregi le entregó "una entrevista de 15 horas durante tres días con él". En esas charlas que pudieron tener con Enric Marco antes de que falleciera en 2022, el director ya vio que era "una persona muy seductora, muy consciente de su capacidad narrativa, con un ego muy grande". Esa manera de ser la estudió y reflejó Eduard en su soberbia interpretación; pero además, también fue así como entendió por qué su mentira era una verdad tan impactante y ciertamente efectiva.
"Enric Marco es el que mejor hablaba sobre los campos de concentración porque no había estado nunca. La gente que había estado no podía hablar de eso, tenían un trauma. Solo lo comentaban entre ellos y Marco recogía todos los testimonios y contaba en primera persona las cosas que ellos no contaban."
Detrás de todo gran hombre...
Más allá del guion o de la transformación física, Eduard Fernández tiene claro cuál es el otro gran potencial de su personaje: "la mujer hace a este personaje". Nathalie Poza borda también durante sus pocos minutos y frases en pantalla a esa esposa que es la primera que no condena a su marido, pase lo que pase, a diferencia de ella misma. "Al principio yo la juzgué un poco pensando en cómo se puede tapar eso".
Pero como en casi todos los asuntos de la vida y como tan bien han reflejado los guionistas, ese juicio moral hacia los demás se cae por su propio peso cuando uno se mira a sí mismo, como nos confiesa Nathalie: "Luego una rasca en lo propio y ves que a eso hemos jugado todas. Hablo de las mujeres porque son siempre las grandes silentes de los secretos familiares. Hay unas complicidades criminales en la vida. Me parece muy interesante jugar a eso, para que el espectador vea quién es cómplice, quién no, por qué tapamos tanto...".
Es aquí donde se descubre una de las respuestas más relevantes a la pregunta de por qué hacer una película sobre un hombre que engañó a toda una nación hace no tanto tiempo con un tema tan delicado: porque quizás, como tan certeramente señala esta gran actriz de nuestro cine, la mentira amplificada se sigue convirtiendo en "la verdad inventada" ahora incluso más que antes. Es por eso que esta historia que los españoles podrán ver en cines a partir del viernes 8 de noviembre seguramente puedan verla también cada vez que enciendan la televisión o entren a sus redes sociales.
"Los medios de comunicación también inventaron mucho. Convenía machacarle para hacer noticia. En los tiempos que estamos viviendo, esta película cuenta eso muy bien. Y a mí que personalmente me preocupa mucho esa violencia mediática en la que participamos todos en las redes sociales, está muy bien ponerlo sobre la mesa. Él hoy día se hubiera forrado, hubiera salido en todos los programas. Es muy peligroso jugar con ensalzar al charlatán. Cuando conviene, luego lo condenan. Hubiera sido el rey del clickbait."