El 1 de enero se estrenó en España 'La luz que imaginamos', la última película de la cineasta india Payal Kapadia. Una obra que no solo lleva meses conquistando al público y a la crítica, sino que también hizo historia en el Festival de Cine de Cannes. Al ser seleccionada para competir por la Palma de Oro en su 77.º edición, logró convertirse en la primera película india en 30 años que se proyectaba en la competición principal desde 'Swaham' de Shaji N. Karun en 1994.
"Yo ya estaba en París, estaba haciendo la postproducción de la película allí porque teníamos financiación de Francia. Y cuando recibimos el correo electrónico mi productor estaba...Nos llamamos, corrimos y nos encontramos en la estación de metro y estábamos saltando y bailando. Fue un sueño hecho realidad", nos explicaba Kapadia en una entrevista con eCartelera sobre la noticia de su entrada al Festival.
La película cuenta la historia de dos enfermeras, Prabha, interpretada por Kani Kusruti, y Anu, interpretada por Divya Prabha, que viven en Mumbai atravesando problemas personales en sus relaciones. Juntas emprenden un viaje por carretera hacia un pueblo costero, donde el paisaje natural se convierte en el escenario perfecto para que sus sueños, dudas y emociones más profundas afloren. Completan el reparto Chhaya Kadam como Parvaty y Hridhu Haroon como Shiaz, el novio secreto de Anu.
Según Kapadia, 'La luz que imaginamos' se guía principalmente por un concepto tan relevante en el contexto actual de la India moderna como en el de cualquier otra parte del mundo. "La película trata sobre aceptar ideas o personas que no nos gustan, que son diferentes a nosotros. Puede que no estemos de acuerdo, pero hay que encontrar una forma de escuchar y ver los puntos de vista de otras personas", explica la directora.
Un proyecto universitario
Una idea que surgió durante los años de formación de Kapadia en la Escuela Nacional de Cine de la India. Lo que comenzó como un proyecto académico para su tesis final terminó inevitablemente guardado en un cajón a causa de su elevada extensión, recordemos que el resultado actual tiene una duración de 117 minutos.
"Quería hacer una película sobre dos amigos que tienen un conflicto debido a su moralidad. Uno está muy estancado en esa moralidad y el otro es muy libre y no le importa y, a veces, también se comporta mal, (...) porque sentía que este conflicto estaba dentro de mí. Luego, cuando empecé a investigar, pasé mucho tiempo en el hospital por problemas familiares y observaba mucho la vida allí y me dije: '¿Por qué no hacerla en un hospital? Porque entonces puedo hablar sobre el trabajo de las mujeres y muchos otros temas como la anticoncepción'".
Así nació un guión centrado en la dicotomía de sus protagonistas: Prabha, cuyo nombre significa "luz", simboliza un enfoque más tradicional y moralista, mientras que Anu adopta una postura más despreocupada y transgresora. Luego tan solo hizo falta la ayuda de Thomas Hakim y Julian Graff para llevar a cabo su producción, a través de su compañía francesa Petit Chaos, y de Ranabir Das a través de India's Another Birth, en coproducción con las compañías indias Chalk & Cheese y Dojo Films, así como la francesa Arte France Cinéma, Les Films Fauves de Luxemburgo, BALDR Film de Holanda y Pulpa Films de Italia.
Inspirada en grandes maestras
Kapadia se considera toda una cinéfila y no tiene miedo en ocultar sus influencias cinematográficas, citando a directoras como Agnès Varda, Chantal Akerman o Alice Rohrwacher. "En 'Cleo de 5 a 7' no sabes cuando es un documental, cuando es la realidad, cuando es ficción o si el personaje está soñando. Me gustan este tipo de mezclas (...) un nuevo realismo, como una fábula, un cuento popular, y trato de hacerlo también en mis películas".
Sin embargo, filmar en Mumbai no es tan sencillo como un rodaje en Nueva York. Las limitaciones presupuestarias obligaron al equipo técnico a ponerse creativo, optando en ocasiones por cámaras más pequeñas, como una DSLR, para captar el caos de la ciudad. "Está bien si la calidad no es tan buena como con una cámara grande, pero lo que perdemos es lo que ganamos en realidad", asegura Kapadia.
Otro gran desafío en la producción fue el proceso de casting. Inicialmente, Kapadia quería trabajar con personas sin experiencia como actores o actrices, pero resultó ser más complicado de lo que imaginaba. "Conocí a unas 150 mujeres en Mumbai, hice muchas entrevistas, y me di cuenta de mi privilegio porque me dijeron: 'Entonces, ¿quieres que dejemos nuestro trabajo, que hemos tenido durante 20 años, y que vayamos a trabajar a tu película? ¿Nos vas a dar otro trabajo cuando terminemos?'". Finalmente, optó por actores reconocidos del cine independiente hindú.
El verdadero reto: el clima en Mumbai
Si el comienzo ya fue todo un desafío, la auténtica complejidad llegó a la hora de escoger las fechas de rodaje. Mumbai, conocida por su intenso monzón, obligó a la directora a dividir en dos fases la grabación para adaptarse a las estaciones climáticas. "Es una lluvia muy fuerte, el agua se levanta, así que es un momento realmente desagradable para filmar (...). De junio a octubre es la temporada del monzón y luego siempre hace 30 grados, sol todo el tiempo, así que para la primera parte de la película quería filmar en el monzón, que fueron unos 25 días. Y luego esperé a que cambiara la estación. Y ya en noviembre filmamos 15 días, en total 40".
Lo que está claro es que no hay absolutamente nada que pueda frenar a Payal Kapadia en su camino a lo más alto. De hecho, ya tiene en mente llevar a cabo una trilogía en Mumbai de tres películas basadas en tres tipos diferentes de amistad. Para entonces es posible que ya tenga la estatuilla más ansiada en el mundo del cine, en cambio, lograr el Oscar no está entre sus principales pensamientos de cara al futuro: "Sabes qué, nunca pienso en lo que va a pasar más adelante a menos que lo tenga en mis manos. Creo que eso es algo muy femenino. Siempre estamos agradecidas por lo que tenemos y no hacemos castillos en el aire. Nos mantenemos con los pies en la tierra".