Desde que el grupillo de jóvenes manchegos apodados a la postre como "Los chanantes" (cortesía de 'La hora chanante') se dieron a conocer, estaba claro para todos que uno de los talentos más genuinos y versátiles era el de Raúl Cimas. Cómico todoterreno que se atreve con todo, desde el stand up hasta el cine, pasando por multitud de formativos televisivos como es el caso de la nueva serie de Movistar Plus+ que protagoniza, 'Poquita fe'. "Aunque me pese necesito hacerlo todo", comenta Cimas sobre esta versatilidad,"y ya debería ir parando en algo. Creo que no podría centrarme en hacer bien un papel si no tengo claro que después voy a ir a casa y me voy a poner a dibujar. También cuando dibujo un rato pues digo qué ganas de hacer otras cosas y ganar dinero. Dibujar era lo que quería hacer de pequeño. Era eso o tenista, y con eso ya no cumplo".
Junto a Esperanza Pedreño, Cimas es la base de una pareja aquejada de la rutina, aburrida del día a día y con el piloto automático puesto. "Cuando estábamos en los ensayos, los directores nos decían que teníamos que querernos, y Esperanza resoplaba. Me decía 'Es que tu personaje es asqueroso'. Yo le decía 'Déjame que trabaje en esto', porque yo le veo bastante humano. Llegué a crearme complejo porque pensé que yo también era así, por eso le disculpaba todo. Creo que hay una parte de José Ramón que está muerta o dormida, y no tiene que ver con él", explicaba Cimas sobre su personaje. La pareja protagonista también se enfrenta al ruido ensordecedor provocado por su círculo social. Los suegros, la cuñada descarriada (Julia de Castro) o el vecino vividor (Chani Martín) son solo algunos de los muchos agentes que hacen la vida imposible a Jose Ramón y Berta.
A pesar de lo cargantes que puedan ser estos secundarios, lo cierto es que terminas cogiéndoles cariño debido a su gran fondo. "Es como nos pasa a todos los seres humanos ¿no?", comentaba divertido Martín, "Que tenemos nuestra parte cabrona y nuestra parte de buena gente que está ahí para ayudar, entonces para mí no ha sido una gran dificultad porque soy un gran cabrón y soy majete cuando quiero". Por su parte, de Castro tiene más idas y venidas con su personaje: "Estoy alejada del personaje, creo que por eso para mí es tan atractivo. Yo soy muy diurna, esta mujer es completamente nocturna. Quizás sí hay un punto en común en el que a la cuñada y a mí nos da muy igual eh la mirada externa o por lo menos aparentamos que nos da igual, que también es un gran punto. Y esto me apasiona del personaje que lo que le encanta es que lo social ella se retrata, cuando todo parece correcto y hay que ir a la casa... pues no. Es el antagonista de Berta, y creo que en esta dinámica de juicio de la una a la otra, en su caso silenciado, en el mío a voces le da una riqueza familiar".
La serie, que cuenta con 12 capítulos (uno por cada mes de un año natural) de tan solo 15 minutos, se apoya en el formato de falso documental con declaraciones a cámara estilo 'The Office' o 'Modern Family'. Pepón Montero y Juan Maidagán (de cuyas mentes también han salido éxitos televisivos como 'Camera Café' o 'Justo antes de Cristo') declararon que llevaban años con el formato pensado: "Lo primero es el formato, la forma de contarlo. Hay una regla en el teatro que dice que el contenido marca la forma. Aquí fue al revés el formato fue lo primero que tuvimos pero no sabíamos qué hacer con él. Intentamos varios opciones, hasta un largo escribimos. Nos dimos cuenta de que una cosa tan dinámica, tan exhaustiva, funcionaría mucho mejor con algo pequeñito, simple, nimio y que ese contraste daría todavía más comedia".
Este formato le da un ritmo vertiginoso y confía en el montaje buena parte de su virtud. "El guion está en función del montaje, está escrito como se va a montar", explicaba Mandiagán, "En 15 minutos tenemos una media de 300 planos. Eso hace que momentos de un minuto adquieran mucho peso o que tres minutos vuelen pero hasta que no lo ves, por mucho que lo leas, es difícil". Por parte del elenco, este formato podría resultar algo anticlimático, como adelantaba Martín: "Era una de las cosas que me preocupaba en el sentido de que de que no sabía muy bien cómo íbamos a acceder ahí, luego ha sido muy fácil porque ellos sí tenían muy claro lo que lo que querían". Para Cimas, esto fue coser y cantar: "A mí eso se me daba súper bien, igual que la parte dramática a mí me costaba más. Llevo ya tiempo manejando un formato así".
Las vidas que no tenemos
Aun con todas las risas, 'Poquita fe' se las ingenia para sacar a flote un subtexto de mirada cansada acerca del costumbrismo español, el idealizar otras vidas mejores o el conformismo de toda la clase media/baja de este país. "Al final, lo bonito es dejar vivir a los personajes", explica un Montero que admite que no era la idea principal de la serie, "Sobre todo en comedia, planificar demasiado y avanzar lo que puede venir y las consecuencias no es bueno. Hay una ley no escrita que es 'Mientras creas, mientras imaginas, no analices lo que estás haciendo', y creo que este tipo de cosas son bonitas cuando salen de la propia escritura del inconsciente, no impones un mensaje".
Martín se une a esta idea y defiende el poderoso carácter analítico de 'Poquita fe': "Creo que lo que pasa es que esto no es una serie cómica, es una serie de personajes y la consecuencia es que hay una risa, que provocan risa pero no creo que la búsqueda sea solamente la risa. Detrás de esto hay un retrato, una radiografía casi social, que genera mogollón de identificación". De Castro corrobora estas palabras sin dejar de reconocer la increíble vis cómica: "Yo sí que tengo la sensación de leerlo y ver que claramente es una matemática pura de cómo llegar a la identificación. Creo que culturalmente el humor es muy distinto en cada país al que vayas, o en cada ciudad, incluso localmente cada pueblo. Aquí se consigue algo muy importante, desde una aparente risa externa acabas realmente entrando con ellos y sintiéndote así, con la grandeza precisamente de esa simplicidad que llevan de vida".
Cimas se une a sus compañeros dejando una preciosa (y divertida, como no podía ser de otra manera) reflexión: "El suegro también se mueve en esa dirección. Se van a un chalé con jardín, lo soñado por todos, y luego vuelven al barrio por cualquier tontería, al zapatero o a la farmacia, con cualquier excusa. Porque la felicidad no es como nos la venden y no es el mismo lugar para todos. Uno ve Instagram y puede creer que la felicidad es donde están ellos, en la playa. Pero luego igual vas a la playa y los ves haciéndose fotos mientras tú estás genial y ves que no hay nadie más infeliz que el que desperdicia este día posando".
'Poquita fe' ya está disponible en Movistar Plus+.