El cine español suele restar muy relacionado con historias marcadas por la Guerra Civil, comedias de tinte algo escatológico o películas de terror. Hay géneros que, por falta de apoyos económicos o miedo al rídiculo son obviados por los directores de nuestro país. Sin embargo 'EVA' demuestra que sabemos hacer cualquier tipo de cine, y además de una forma muy pulcra.
Kike Maíllo se estrena en los largometrajes con una película de ciencia ficción con un corte totalmente personal. Olvidémonos de ciudades llenas de luces, metal y efectos especiales en cualquier esquina. La ciencia ficción no tiene por qué ser un festival de fuegos artificiales, en el fondo sólo requiere un toque con algo que, de momento, sea cosa del futuro.
'EVA' no se centra precisamente en el componente robótico, son los personajes reales los que mueven la película. En esto es una gran idea contar una trama conocida pero envolviéndola de originalidad. Un recurso que permite a Maíllo ahorrar en efectos y acerca al público a una historia normalmente reservada a los fans del género.
En la película conoceremos a un científico brillante pero solitario. Hace 10 años se fue lejos de su pueblo natal, pero regresa para terminar el proyecto del primer niño robot. Allí se encontrará con el amor de su juventud, que se ha casado con su hermano y tienen una niña que entablará una amistad muy especial con él, siendo ella el modelo para la personalidad del robot.
Si bien las relaciones pasadas es un tema manido, el peso de la película recae en la complicidad que se crea entre Daniel Brühl y Claudia Vega. En una cinta con actores bien talentosos, ellos dos, con permiso de Marta Etura, son los que acaban ganándose la complicidad del público.
Un futuro muy clásico
El escenario es lo más alejado posible a "lo típico", como toda la película. Un pueblo de montaña rodeado de naturaleza y lleno de nieve. Frío y con un toque soviético en su arquitectura, con la peculiaridad de que los coches parecerán del siglo pasado, pero podemos tener gatos o mayordomos llenos de circuitos. Una vez más, lo importante no es la tecnología, sino las sensaciones.
Precisamente podríamos relacionar la especialidad del científico con la pregunta que plantea la película. Las emociones para los robots son lo más complejo pero lo más importante de su construcción, y de la película. Son esos sentimientos los que conmueven al espectador, y tirando por esa vertiente descubriremos que nos hemos olvidado que estamos viendo una cinta sobre inteligencia artificial.El drama gana peso a cada escena de la película, adornado con pocos efectos pero muy logrados, una vez más demostrando que el cine español no necesita millones de presupuesto. 'Capitán Trueno y el Santo Grial' contaba con una importante financiación, y es el claro ejemplo de que no supone el éxito ni convencer por la parte técnica. 'EVA' sabe utilizar lo que tiene de forma eficaz, en su justa medida y sin alardes.
Centrándonos en la robótica, de manera algo superficial podemos encontrar el típico debate sobre dónde está yendo el darle cada vez más peso a la tecnología, si está controlado y las emociones en los robots. Algo que desmerece un poco esta porción de la película al haber visto la misma premisa en clásicos como 'Inteligencia artificial'.
La película de Kike Maíllo tiene una serie de puntos que achacarle, por supuesto. Un final tremendamente predecible, un Alberto Ammann muy desaprovechado, un ritmo quizás demasiado pausado en la mitad de la película o que se quede corta para los amantes de la ciencia ficción son algunas de las pegas que pueden encontrarse a 'EVA'.
La necesidad de la innovación
Sin embargo la película es un sopapo a cualquiera que diga que en España sólo sabemos hacer dos tipos de película. Este tipo de cine es el que es necesario apoyar, lo diferente es necesario, ahora más que nunca que las taquillas no son buenas. Siempre el esfuerzo debería ser recompensado.
'EVA' podría ser mejor, pero es un gran punto de partida, y como primer largo de Kike Maíllo y Claudia Vega, los dos demuestran que el talento no entiende ni de edad ni de experiencia, lo necesario es tener interés por arriesgarse y ponerle emoción. Como 'EVA', que sabe ponerle el entorno que quiera pero que sigue dándole importancia a los sentimientos, sin ellos el cine es algo vacío.