Con una historia que viene a ser casi tan antigua como la de la existencia del propio cine, el género de terror ha tenido siempre presente el uso del sonido para provocar sentimientos al espectador. La intención de perturbar se ha materializado no solo en las imágenes que se nos muestran en pantalla, sino que tanto las bandas sonoras como la utilización de los pertinentes ruidos ambientales han servido para que, durante años, el cine de género adquiera ciertos tópicos en cuanto al uso del sonido.
Es por ello que la ausencia del mismo ha conseguido ser una clara representación de la ruptura de los estereotipos, convirtiendo los momentos de silencio absoluto en algo parecido a lo que el cine de terror ha conseguido hacer con otro tipo de total ausencia: la oscuridad. Si la falta de ruido convierte el silencio sepulcral en una suerte de motivo para causar nerviosismo al espectador, lo que se ha conseguido con la representación de la oscuridad en pantalla algunos elementos en común. Sin ir más lejos, a menudo esta representación de la oscuridad viene ligada a la forma de crear tensión provocada por el silencio, como bien nos lo demostraba Neil Marshall en 'The Descent'.
Estrenada en 2005, la película de Marshall construía la acción en un entorno claustrofóbico donde la oscuridad se convertía en el principal elemento para infundir terror. Atrapadas mientras hacen espeleología, seis amigas se enfrentarán a sus propios temores cuando descubran que han entrado en la guarida de una raza de humanoides que, cual topos o criaturas salidas de la mente de Lovecraft, se guían por el sonido a través de los recónditos lugares del sistema de cuevas.
El aislamiento y la oscuridad se transformarán en los principales elementos a través de los cuales se deberá sobrevivir. Y el silencio será el principal aliado para la supervivencia. En esta ocasión, nos encontramos con un factor que más que ser parte inherente de la trama, sirve como herramienta para la construcción de tensión, algo que en el cine ya se había venido utilizando desde hacía tiempo.
El silencio como supervivencia
Sin ir más lejos, y como ejemplo clave, tan solo nos hace falta ir hasta la secuencia de los velocirraptores en la cocina de 'Parque Jurásico', donde el silencio se convertirá en el principal aliado de los dos jóvenes protagonistas. Aquí, el sonido se convierte en la principal forma para el ataque por parte del monstruo de la película (dinosaurios, en este caso), algo más que común por lo que a las monster movies, por norma general, se refiere: si no pueden oirte, pasarás desapercibido y la posibilidad de que sobrevivas aumentará.
Eso es lo que de forma clara y concisa nos presenta John Krasinski en 'Un lugar tranquilo', el título que protagoniza junto a Emily Blunt y Millicent Simmonds, la joven actriz sorda que se convierte en uno de los principales entes sobre los gira el mecanismo del film.
En la película, estrenada en el SXSW y convertida en una de las sensaciones de terror del año, una familia debe sobrevivir en un futuro postapocalíptico al asedio de unas criaturas guiadas por el sonido. La premisa queda entonces clara desde un primer momento y rememora a aquella máxima de las monster movies: no hagas ruido si quieres mantenerte con vida.
Lo original de la propuesta de Krasinski, y aquello que convierte la película en algo un tanto radical, es el hecho de presentarla en lenguaje de signos, para así acabar de asentar las bases de su premisa y reforzando el concepto de un silencio que no deja de ser una suerte de aislamiento forzado. Con tan solo un par de secuencias con diálogos hablados (y la pertinente música y golpes de sonido sin los que el film funcionaría igual de bien), el silencio pasa a ser el principal aliado para los protagonistas y la forma con la que transmitir emociones al espectador.
Alejándose del concepto de monster movie, nos encontramos con una premisa parecida en 'Silencio desde el mal', tercer largometraje de James Wan y en el que se nos presentaba la figura siniestra de Mary Shaw, una ventrílocua que a modo de entidad fantasmal cumple a rajatabla aquello de "si gritas, mueres", en toda una revisitación de los lugares comunes del terror gótico.
Mujeres en peligro
Siguiendo en la tónica de ejemplos fílmicos de terror donde el silencio pasa a ser el principal aliado para la supervivencia, no pueden faltar aquellos ejemplos que juegan en la liga de los títulos de woman in peril. Estos, tal y como viene a indicar su propio nombre, no solo se preocupan en presentarnos a una protagonista asediada por el mal de turno (casi siempre, un hombre bajo el arquetipo de acosador y/o asesino en serie), sino que van más allá y le arrebatan a la final girl alguna de sus capacidades sensitivas.
Si en 'Sola en la oscuridad' Audrey Hepburn se convertía en una mujer ciega asediada por un criminal, o en 'Los ojos de un extraño' Jennifer Jason Leigh era sordomuda, además de ciega; en 'Hush', dirigida por Mike Flanagan, Kate Siegel era una escritora sorda que vería su vida peligrar con la llegada de un intruso a su aislada casa.
Flanagan convertía así al espectador en el principal aliado de la protagonista y le hacía partícipe de un silencio autoimpuesto, el cual pasará a ser la principal forma de construcción de tensión del film.
Pervirtiendo los esquemas del home invasion, Fede Alvarez transformaría el silencio en el principal aliado para los protagonistas de 'No respires'. En esta, y como salido de 'El país de los ciegos' de H.G. Wells, el villano de la historia será un invidente que convierte la oscuridad en su principal aliado. Una vez más, pasar desapercibido haciendo el menor ruido posible, irá ligado a la total ausencia de luz, como venía pasando con las criaturas de 'The Descent'.
Secuencias llevadas al límite
Sin tener en cuenta aquellos ejemplos con personajes con discapacidades auditivas, y con el espíritu de 'El proyecto de la bruja de Blair' muy presente, en 2013 Bobcat Goldthwait ya se había encargado de poner al límite la paciencia del espectador con 'Willow Creek', que llevaba las formulaciones del found footage al límite en un plano secuencia final en el que la pareja protagonista veía desde el interior de su tienda de campaña cómo la leyenda del Bigfoot parecía materializarse en el exterior. Aquí, un uso extenuado del fuera de campo y la prolongación de los silencios convierten el largometraje en uno de los más solventes ejemplos del cine reciente, en cuanto a la formulación de tensión en base a la falta de elementos sonoros, más allá del perturbador sonido ambiental.
Sin casos tan extremos como el que proponía el título ucraniano 'The Tribe' en 2015, tal vez podemos establecer 'Un lugar tranquilo' como la propuesta de cine de terror más radical en cuanto al uso de los silencios, los cuales sí han estado explotados a lo largo de la historia del género, ya sea de forma inherente al espíritu del film o como meras secuencias anecdóticas. Sea como fuere, si algo ha dejado clara la ausencia de sonido en pantalla, es que se trata de una evidente formulación para sobrevivir a las normas establecidas por el género de terror, y es evidente que aún quedan muchos elementos por explotar en cuanto al uso de los silencios en pantalla.