De 'La guerra de los mundos' a 'La cosa': Los 11 extraterrestres más terroríficos del cine

En 'Species (Especie mortal)' nos encontramos con una alienígena cuyo plan es el de, atención, aparearse con hombres para producir crías que puedan destruir a la raza humana. Con semejante punto de partida, lo que presenta la película de Roger Donaldson es un thriller sexual de ciencia ficción que, lástima, se toma demasiado en serio a sí mismo, lastrando por completo los resultados finales de una película que, si hubiera subido el listón de absurdo y delirio, habría funcionado bastante mejor. Al final, lo único que queda es una Natasha Henstridge entregada en cuerpo y alma capaz de hacer llevaderos los cerca de 110 minutos de duración de la cinta. Sobre su imponente físico recae todo el peso de una propuesta que, por si quedaba alguna duda, no ha envejecido nada bien.

Hay películas capaces de sobrevivir a base de algo tan básico y complejo a la vez como su sentido de la supervivencia. Falta el oxígeno, se corta la respiración, la tensión quiebra la espalda, el susurro hiela la sangre y el silencio convierte los nervios en espinas. 'La cosa', el clásico de la ciencia ficción y el terror dirigido en 1982 por un John Carpenter más inspirado que nunca a lo largo de su carrera, es un ejemplo que continúa cumpliendo con todos y cada uno de estos requisitos. Un clásico con el estatus conseguido y justificado a base de tiempo y cine. Muchísimo cine.

Partiendo de una historia sencilla, pero no por ello menos apasionante, 'La cosa', encontró su grandeza en los detalles, en la forma en la que se alineaban con la naturaleza exacta del conjunto para dar como resultado un brillante ejercicio visual al que, afortunadamente, no le faltaba ni una pizca de alma. Los elementos aparecían en el lugar más idóneo, incluyendo un peligro extraterrestre que era tensión pura, de la forma más adecuada y con la fuerza de una tormenta de hielo a la que uno es incapaz de plantar cara. Pasaba sobre ti, por encima, y se terminaba colando en tus huesos.

La última película en tratar de adaptar de manera más que evidente la fórmula de 'Alien, el octavo pasajero' resultó ser también una de las que mejor lo ha hecho hasta la fecha. Y es que, desde su prometedor prólogo, 'Life (Vida)' entiende perfectamente la naturaleza de su historia y las característica principales de su esencia y se sumerge de lleno en ella. Así, lo que queda es un notable entretenimiento con sus dosis exactas de claustrofobia, terror, intriga, tensión y, claro, alienígena (muy) cabreado. Y con reparto cinco estrellas de propina.

Regresando a la ciencia ficción adaptando, nada más y nada menos, que 'La guerra de los mundos', la inolvidable obra de H.G. Wells, Steven Spielberg nos volvía a situar cara a cara frente a los extraterrestres sacando, en esta ocasión, toda la furia, violencia y rabia que no habitaba en los seres protagonistas de esas dos obras maestras llamadas 'Encuentros en la tercera fase' y 'E.T., el extraterrestre'. Y es que, en esta ocasión, Spielberg se lanzaba de lleno al barro y al fuego, a la desesperación colectiva y la ausencia de compasión de unos alienígenas que no venían, ni mucho menos, en son de paz.

Así, la película respeta el material literario de partida, pero lo expande a un nivel visual realmente asombroso, lección apabullante de dirección con algunas de las escenas más asombrosas de la carrera del director. Apoyada además en un Tom Cruise entregado a la causa, un Tim Robbins apoteósico en su inolvidable participación y un manejo de la tensión envidiable, 'La guerra de los mundos' es una maravilla de inicio a fin.

'Independence Day' despertó la atención y el interés de millones de espectadores con la única ayuda de una escena donde la Casa Blanca explotaba por los aires tras el ataque de unos despiadados alienígenas. Tal cual. Una corriente de expectativas y curiosidad que se convirtió en una realidad abrumadora tras el estreno de la película y que la terminó convirtiendo en una de las película más taquilleras de la historia del cine.

Cifras aparte, lo cierto es que Roland Emmerich entregó aquí la película más completa e icónica de su trayectoria profesional, un espectáculo de acción y ciencia ficción que incitaba a devorar cantidades incalculables de palomitas mientras se observaba atónito un desfile abrumador de efectos especiales de primera categoría. Protagonizada por un estupendo Will Smith convertido definitivamente en estrella, 'Independence Day' marcó a toda una generación de espectadores que, todavía hoy, somos incapaces de cambiar de canal cuando la encontramos en televisión, disfrutando de ella como el primer día.

Además de ser algo muy parecido a una obra maestra, 'La invasión de los ladrones de cuerpo' es una de las películas que mejor ha sabido presentar la paranoia como vehículo perfecto para alcanzar el terror absoluto y la intriga más asfixiante. Una historia que agarra al espectador de la solapa y no le suelta hasta su imponente desenlace, guinda perfecta para una de esas propuestas en las que la amenaza alienígena va mucho más allá del suspense, proponiendo una interesantísima reflexión de carácter social. Lo dicho, una película imprescindible.

Qué tiempos aquellos en el que el humor se colaba en todas las películas de Tim Burton desde el salvajismo y la libertad más envidiable. Su cima en este sentido, 'Mars Attack!', la gran comedia de su carrera junto a ese clásico imposible y maravilloso llamado 'Bitelchus', mostraba a un director juguetón y entusiasmado con una película que le permitía, primero, alejarse de sus constantes visuales más características, y segundo, rendir un precioso homenaje a la ciencia ficción de la década de los cincuenta. Todo ello, insisto, desde la búsqueda constante del gag más absurdo e hilarante, alcanzando la carcajada en múltiples ocasiones, siempre que se aceptara la esencia de la película.

De lo contrario, te quedabas fuera por completo. La taquilla estadounidense, que se encontró con otro ataque alienígena estrenado en el mismo periodo, 'Independence Day', no terminó de encajar la parodia patriótica que proponía Burton, pero el tiempo ha convertido a 'Mars Attack!' en uno de esos trabajos infravalorados en su momento pero que van adquiriendo defensores apasionados año tras año. Oda constante a los marcianos más divertidos de la historia.

Se trataba de escribir una carta de amor rendida al cine de ciencia ficción de la década de los cincuenta, pero 'Critters' se las apañó para terminar resultando una auténtica fiesta sin criterio, cordura, sentido común ni raciocinio. Y mejor así. La película de Stephen Herek se vendió como una especie de 'Gremlins' en tono de terror sangriento, pero quedó relegada a comedia de culto, serie B de manual que cumplía con sus sencillas ambiciones. Sus protagonistas extraterrestres siempre han vivido a la sombra de otros compañeros de generación, algo que han llevado mejor que bien, pero puede que su próximo regreso ('Critters: A New Binge') vuelva a colocar su figura en el podio de los vencedores. Estos diabólicos alienígenas se lo merecen.

Nuestros queridos Vengadores han tenido que vérselas directamente en sus últimas apariciones en la gran pantalla con el mejor villano del universo cinematográfico de Marvel hasta la fecha: Thanos. Y con el más peligroso. Capaz de robar casi por completo una película del tamaño, mérito y contundencia de 'Vengadores: Infinity War', el personaje interpretado por Josh Brolin ya es parte esencial de la historia del cine, permitiendo/provocando además las escenas de mayor lucimiento dramático por parte de la mayoría del reparto. Odiamos y amamos a partes iguales a este alienígena despiadado. Y lo haremos para siempre.

"Un grupo de mercenarios es contratado por la CIA para rescatar a unos pilotos que han sido apresados por la guerrilla en la selva centroamericana. La misión es un éxito, pero durante el viaje de regreso se dan cuenta de que algo misterioso e invisible está dándoles caza uno a uno. Ese algo resulta ser un cazador alienígena que se queda con las calaveras de sus víctimas como trofeos."

'Depredador', el clásico de culto dirigido por John McTiernan a finales de la década de los ochenta, iba de frente desde su mismísima sinopsis. Poca broma, hablamos de testosterona pura y dura explotando en frases lapidarias, acción ruidosa y un clímax final realmente memorable. Todo tan previsible como efectivo, tan pasado de rosca como solvente, tan ridículo como divertido. Un éxito en toda regla.

Eso sí, de sus desastrosas batallas con el Alien de Ridley Scott o su reciente regreso ('Predator'), bueno, casi que mejor nos olvidamos.