No deja de resultar curioso que, en un lapso relativamente breve de tiempo, tres de los mayores enfants terribles del Hollywood actual hayan estrenado sendas propuestas basadas en títulos infantiles y, de paso, cada cual cdesde una perspectiva -tanto estética como conceptual- completalmente diferente. Por un lado tenemos a Spike Jones y 'Donde viven los monstruos', por otro a Tim Burton y su 'Alicia en el país de las maravillas', y este fin de semana llega a nuestras salas Wes Anderson con su 'Fantástico Sr. Fox'.
Así como Jonze ha optado abiertamente por la clave onírica y Burton, a su manera, por una adaptación mucho más mainstream, el director de 'Academia Rushmore' parece seguir en la misma línea marcada por sus anteriores títulos, si bien ha evolucionado con creces hasta superar esa peligrosa autocomplacencia vista en 'Viaje a Darjeeling'. Con 'Fantástico Mr. Fox', Anderson se sirve de la animación en clave de stop-motion con ecos a Svankmajer para firmar uno de sus mejores filmes -si no el mejor- hasta la fecha, un trabajo tan exquisitamente freak como maduro al mismo tiempo, en el que la disfuncionalidad familiar y social propia de su universo creativo alcanza sus más elevadas cotas.
Irreverente reflexión freudiana sobre la madurez, la crueldad de la naturaleza humana y tantos otros aspectos a un mismo tiempo, 'Fantástico Mr. Fox' es toda una declaración de principios por parte de un cineasta que ha osado alcanzar su plenitud creativa a través de una cinta animada tan poco ortodoxa como inclasificable, en la que consigue crear un estilo visual completamente nuevo a través de técnicas añejas, . Por otro lado, no hay un sólo personaje obviable en la película, cada cual se manifiesta como un arquetipo y, al mismo tiempo, compone junto a sus congéneres un crisol de pensamientos y actitudes que radiografía con exquisito humor a la sociedad, al individuo, y al individuo en sociedad.