Costa azul, 9 de la mañana. El día está nublado y sopla un poco de viento. Las colas para entrar en la sala Debussy (donde siempre se hace el pase de la apertura) se empiezan a llenar de prensa de diverso rango, café en mano y con ganas de que empiece el espectáculo.
El primer día en Cannes siempre marca el modo de vida que se va a tener en el festival: nervios, incertidumbre e ilusión. Y si viene un asiduo a la Croisette, hay más expectación. El encargado de abrir la 69 edición era Woody Allen, escoltado por sus actores Jesse Eisenberg, Kristen Stewart y Blake Lively, protagonistas de 'Café Society', la película protagonista del día. Mañana comienzan la secciones paralelas, de modo que hoy es el día tranquilo.
'Cafe Society'
La película es un cinta de época en la que Allen es fiel a sí mismo. Esto aclara mucho y poco a la vez. Mucho porque ahonda en la vida de un hombre blanco de mediana edad, con problemas de autoestima, judío y bastante inseguro. Poco porque siempre el cineasta se sigue guardando algo para sorprender a su público con sus nuevas tramas. Aquí, lo hace poniendo la vida de la industria cinematográfica de trasfondo para su argumento principal, pero sin ser tan incisivo como en 'Un final made in Hollywood'. Pero ojo, esto es secundario, porque el tema principal de la película es el amor.
Tras su última cinta de época, 'Magia a la luz de la luna', que ambientaba en la Francia de los años 20, viaja ahora a la década posterior aterrizando a Los Ángeles en la bella década de los años 30: los años de Rodolfo Valentino, de Joan Crawford, de Barbara Stanwick, la época en la que el Teatro Chino no estaba plagada de tantas huellas y las celebrities se acercaban más a ensoñaciones que a seres de carne y hueso.
Semejante marco tan glamuroso sirve para enmarcar en la sorna típica del de Manhattan haciendo gags en los líos de pareja y en su religión. Para ello ha dirigido muy bien a sus actores: a su protagonista le ha dado los rasgos de Jesse Eisenberg que queda idóneo para tal rol. El actor redime con este papel su labor de villano en 'Batman v Superman: El amanecer de la Justicia', y demuestra que como joven comedido pocos le superan. Lo mismo sucede con Kristen Stewart, ya muy cómoda en rol de chica misteriosa, con candidez y morbo repartido al 50%. Su actuación mejora respecto a las pasadas actuaciones (no molestará a sus detractores). Allen exprime su candor llevándolo a límites que nunca se habían visto. Porque sin duda, Stewart ha crecido, y años ha de la saga 'Crepúsculo'. Lively tiene pocas escenas pero también queda bien para un personaje muy típico dentro de los guiones de Allen, que se hace honor a sí mismo: los líos le gustan. Por cierto, hace falta mencionar a Steve Carell, que en su secundario está brillante. ¿Cuándo no?
Todo este embrollo lo ensalza con los dorados de Hollywood (sí, sí, también aparece Nueva York) de esos años. El trabajo sublime de Vittorio Storaro en la fotografía está a la altura y es imposible que pase desapercibida. No había mejor momento para el trabajo en común entre ambos: Hacía tiempo que Allen no recogía una historia romántica. Desde la química de Marion Cotillard y Owen Wilson, no se había visto entre unos personajes. Y aquí, entre Eisenberg y Stewart hay algo que el público se cree realmente (ya lo demostraron en 'Adventureland'). Ni tan indiferente ni tan engolado: simplemente creíble y tierno, aunque se vislumbre en pequeños detalles. Ya lo dice el personaje de Eisenberg: hay personas y cosas que no se olvidan. Por mucha ostentosidad, glamour y dimes y diretes de la industria, aquí prima la sencillez y los sentimientos verdaderos, esos que deben esconderse ante el mundo de las formas establecidas y que el guión, sin ser el más notorio del neoyorkino, recoge en sus conversaciones. "Tito" Woody sin duda ha ofrecido un encanto especial en el comienzo del certamen.
Nota: 8/10
Lo peor: A quien no le guste el estilo del cineasta, tanto gag con su denominación propia puede molestarle.
Lo mejor: Que Woody sigue mostrando grandes historias siendo fiel a sí mismo.
