Parece que la cuarta jornada era el día para dejarnos llevar visualmente en Cannes. Empezando con una cinta no apta para todos los públicos para acto seguido pegar un giro de 360 grados y caer de pie en el universo de sueños, en el mayor espectáculo que difícilmente será superado en lo que queda de la 69 edición. El culpable no era otro que Steven Spielberg con su última aventura 'Mi amigo el gigante', el protagonista del día. Disney tenía difícil superar el récord del año pasado, cuando el Gran Théâtre Lumière reventó con los aplausos dedicados a 'Del revés (Inside Out)'. Las cotas no han sido superadas, pero el público ha salido contento.
'The Hanmaiden'
Park Chan-Wook hace una historia de época con un buen arranque: una joven coreana entra como sirvienta para una chica rica japonesa recluida en una mansión. Toda un sucesión con mentiras, pactos, amor, tradición y acatamiento dentro de unas formas estudiadas y de impecable corte. El argumento de 'The Handmaiden' se divide en tres actos y cada uno recoge una perspectiva diferente de los personajes. Unos ingredientes tan pujantes podían haber dado más de sí que dejarse llevar por el envoltorio, siempre perfecto. Cuidado hasta el último detalle de bisutería. La capa externa está atendida y también el trasfondo, ya que el director coreano sitúa la acción en plena colonización japonesa, y los personajes se expresan según qué momentos en uno u otro idioma, y aportando referencias históricas. Sin embargo, tanto exceso deja de lado ese potente juego de puntos de vista. El director de 'Oldboy' se recrea demasiado en las escenas dejando de lado esa trama que se prometía embelesadora, como su fotografía; ésta una vez más es mayúscula y cuidada con mimo. Pero el regodeo estético se sobrepone al mensaje; podía haber primado una gran historia de amor y traiciones, pero tanto detalle en las relaciones lésbicas empequeñecen las intenciones y relaciones de sus protagonistas. Y es una pena.
Nota: 5
Lo peor: El superfluo regocijo
Lo mejor: Su fotografía
'Mi amigo el gigante'
Si Steven Spielberg se apoya en un texto de Roald Dahl, todo el mundo se prepara expectante ante tal resultado que se promete espléndido: sobresaliente no ha sido, pero sí notable. Basado en el texto original de 1982, la historia habla de la relación entre una niña huérfana y un gigante de buen corazón que pone sueños en las mentes de los niños cuando duermen. Es único en su especie, ya que el resto de sus iguales se dedica a comer humanos. Una noche, en un nocturno y atemporal Londres, secuestra a la pequeña Sophie. Y aquí, queridos espectadores, grandes y pequeños, empieza la aventura. Spielberg cumple con eso de sacar el jugo a todas las escenas que Dahl describió, y con creces. Su vuelta a la animación está a la altura en todos los aspectos técnicos y estéticos, con sus personajes infantiles y con la mezcla de fastuosa fantasía. Empezando por el coprotagonista Mark Rylance, que tocado por la mano mágica del 3D, se torna en un tierno ser y el mejor cómplice de la pequeña Ruby Barnhill. El rey Midas del cine no defrauda con el espectáculo que otorga. La diversión está asegurada aunque la vacuidad del argumento le haga flaco favor a la emoción.
Nota: 7
Lo peor: Un poco más de arrojo para asombrar por completo
Lo mejor: El toque mágico "spielbergiano", que nunca falla
'American Honey'
Parece que la larga duración era uno de los requisitos para estar en sección oficial este año. Andrea Arnold presentaba 'American Honey', una road movie de dos horas y cuarenta minutos. Star, una chica sin ningún futuro certero, deja su hogar asentado en la América profunda y se une a un equipo de revistas ambulantes, recorriendo en furgoneta las carreteras estadounidenses. La realizadora no se ha dejado ningún cliché de película indie en el bolsillo: desierto, gente proveniente de familias disfuncionales, mucho uso de cámara en mano, buena banda sonora, planos de las desérticas rutas con destellos de luz, imágenes recosidas con una pretendida metáfora, etc. Un hallazgo sin duda la naturalidad de su protagonista, Sasha Lane (su primera película), igual que Riley Keough, que emana luz hasta de chabacana. Ambas acaparan el protagonismo y Shia LaBeouf queda más comedido. Las ganas de enseñar naturalidad ha dado de sí la cinta y el gancho disminuye. Con cuarenta minutos menos funcionaría a la perfección, así queda reiterativa.
Nota: 5
Lo peor: Las ansias de abarcar tanto provoca que el globo explote durante 167 minutos
Lo mejor: La protagonista