El Festival de Málaga continúa y, con él, la Sección Documental del mismo. Ayer pudisteis leer qué tal fue la inauguración, ahora toca saber si el sorprendente nivel de los documentales se sigue manteniendo durante el segundo día. Para ello, tres películas marcadamente emocionales se han reunido en una sesión profundamente emotiva.
Nombres, cromosomas y flamenco
La primera del día fue 'Me llamo Olmo' de Olmo Figueredo González-Quevedo (fotografía). El título es tan descriptivo como parece y el documental más emotivo de lo que aparenta, en parte gracias a la BSO de Ennio Morricone que toma prestada para la ocasión. En unos 20 minutos explora la razón por la que Olmo fue llamado así: el estreno a finales de los 70 de 'Novecento', de Bernardo Bertolucci. El verdadero tema del documental es el salto generacional y el cambio de los tiempos, pese a que relatado desde un punto de vista muy personal.
En 'Cromosoma Cinco' se tocan asuntos bastante más tristes. Inesperadamente, una pareja descubre que su hija, nacida prematura, tiene el síndrome del maullido de gato, provocado por la falta de un pequeño fragmento de cromosoma 5. Este síndrome crea algunas deficiencias, diferentes entre niños con el mismo síndrome, entre las que se encuentra el retraso mental. Andrea, la niña diagnosticada, aprende con mayor lentitud que el resto y dedica mayor tiempo a las cosas.
Narrada con cierto toque melancólico, 'Cromosoma Cinco' también encuentra un hueco para la esperanza y acaba girando la balanza: Andrea enseña al resto del mundo tanto como ella aprende de los demás. Innegables son las dificultades que su síndrome le provoca tanto a sí misma como a sus padres, pero también es la razón por la que Andrea es Andrea. Un pequeño canto de esperanza dentro de un mundo complicado; un documental que podría ayudar a todos los padres de hijos afectados por este síndrome y que emocionará a cualquiera que lo visualice. Peca de usar ciertos artificios cuando la realidad del caso ya es suficientemente intensa, pero no deja de tratarse de un filme totalmente recomendable que será posible presenciar en Versión española dentro de muy poquito.
El colofón final lo ha marcado 'Bajarí'. Si bien ya no se trata de ningún relato íntimo; volvemos a las emociones y el sentimiento, ahora con el flamenco. Varios pilares sostienen fuertemente y con firmeza el documental de Eva Vila Purtí: una increíble dirección que juega con la composición de los planos y las diferentes fuentes de sonido de las escenas; una impecable calidad técnica; y el tremendo talento de los músicos y la bailaora protagonistas. Con una base tan fuerte, no es necesario más que un poco de gusto por este estilo de música para disfrutar de un gran espectáculo. Un homenaje a Carmen Amaya, repleto de canciones, que no se queda en un simple directo: 'Bajarí' aprovecha las posibilidades del medio audiovisual para jugar con todo lo jugable y convertir la cámara en un instrumento más.