De un tiempo a esta parte, Rotterdam viene siendo un rincón privilegiado desde el que emergen aquellos temerarios realizadores españoles que se alejan del cine comercial. Y precisamente uno de los descubrimientos más radicales avistados por estos lares fue el de Alberto Gracia, que vuelve al festival donde logró el Premio FIPRESCI por su ópera prima ('O quinto evanxeo de Gaspar Hauser') para estrenar mundialmente su segundo y esperado largometraje, 'La estrella errante'. Cinco años ha tardado el cineasta gallego en presentar una nueva película, otra gamberrada que también parece venida de ultratumba, en esta ocasión en homenaje a George A. Romero, con la que se distancia de aquel experimento filmado en celuloide para ofrecer un lúdico ejercicio anti-documental que sigue al vocalista de Los Fiambres durante una jornada particular.
Pero no es el único representante del otro cine español que pudimos ver estos días en la ciudad holandesa. Contamos con el regreso tras varios años de ausencia de Lluis Miñarro y su productora Eddie Saeta, que participa en la coproducción 'Les Unwanted de Europa', dirigida por el italiano Fabrizio Ferraro. La película recrea los últimos días de vida de Walter Benjamin con la seña de identidad que caracteriza a sus producciones, una apuesta física e intelectual en solemne blanco y negro que retrata al célebre filósofo alemán desde una perspectiva tan exigente en lo sensorial como lo fue su trágica huída por los Pirineos. En todo caso, su discurso no termina de encajar de forma homogénea junto a sus imágenes, presa de un austero dispositivo formal que suena a déjà vu.
Además, saliéndonos del largometraje, el corto de la reconocida vídeo-artista gallega Carla Andrade 'El paisaje está vacío y el vacío es paisaje' se encontraba en la sección Perspectivas, al igual que 'Aliens' de Luis López Carrasco, que se estrenó mundialmente en el Festival de Locarno. Por último, el cineasta madrileño afincado en Suiza Alberto Martín Menacho ha participado en la sección Voces con 'Mi Amado, Las Montañas'. Pero merece la pena detenerse brevemente en 'Aliens' y 'La estrella errante'. Ambas vuelven su mirada a los años ochenta, a los efectos de la movida, las drogas y al eco de la música de aquella época en nuestra sociedad con una aproximación que guarda reseñables paralelismos.
Luis López Carrasco trae a la actualidad la figura icónica de Tesa Arranz, que fuera cantante de Los Zombies y musa de la movida madrileña, mientras que Alberto Gracia recupera a Rober Perdut, el cantante del desaparecido grupo de rock Los fiambres. Ambos comparten su fascinación por su estilo de vida y trayectoria con el fin de crear un dispositivo formal tan indescriptible como sus propios protagonistas, hasta el punto de comenzar sus películas con fragmentos de dos actuaciones suyas, con las que sientan el tono punk y canalla de sus propuestas. La de Luis López Carrasco marcada por el fetichismo hacia la imagen de la cinta de vídeo, filmando con cámaras Mini DV y VHS la serie de dibujos de alienígenas que ha pintado Tesa Arranz a lo largo de su vida. A lo largo del metraje accedemos a distintas estancias su domicilio, desde el que lee en voz alta textos de un libro en el que cuenta su relación con las drogas y recuerda su amistad con el resto de integrantes de la movida. Unas declaraciones en las que por supuesto no se libra ni Almodóvar.
"La nostalgia me da igual, yo quiero multiplicarme"
Por su parte, a través la cuidadísima fotografía de Mauro Herce y la música de Jonay Armas, Alberto Gracia trata de distorsionar la realidad y convierte los espacios desindustrializados de Vigo, Ferrol y Ourense en lugares fantasmales, conectados con otros mundos. Pero sabiamente, en lugar de postularse firmemente como una película política o tomarse demasiado en serio a sí misma, 'La estrella errante' se muestra abierta al error y la ironía, introduciendo momentos musicales, insertos de la cultura popular y efectos en 16 bits, entre otras marcianadas con las que conserva el sentido del humor que distinguía a su ópera prima. Por lo que en definitiva, que a través de la risa ambos cineastas establezcan un diálogo con los ochenta, una época tan llena de luces y sombras, es el mejor síntoma de la inexplicable supervivencia de sus protagonistas.
Casos paranormales en España que podrían llegar al cine
Las caras de Bélmez
Ha llovido mucho desde que en 1971 apareciese la primera mancha sospechosa en la casa de María Gómez Cámara en el pueblo jienense de Bélmez de la Moraleda. También se ha hablado mucho sobre lo sobrenatural de los rostros aparecidos en la casa y sobre una posible estratagema publicitaria que ha convertido la humilde morada de esta localidad en todo un museo. Sea cual sea el origen de las caras de Bélmez, lo que está claro es que encierran una historia con un guión muy enigmático.
Los testigos de Jehová malditos
En la casa de un matrimonio testigo de Jehová de Rubillós, Orense, vivieron un particular 'Poltergeist'. En la década de los 80, El País recogió la turbia desaparición de objetos en la aldea en la que vivían Evencio Grande y Benigna Conde. Los ancianos encontraron una maleta desaparecida dentro de un hórreo y los objetos que iban perdiendo de vista, aparecían en los lugares más inhóspitos. Además, las camas se deshacían misteriosamente.
Con la arraigada mitología de las meigas en el Norte como telón de fondo, una situación como la descrita por el matrimonio puede ser el escenario nacional perfecto para una especie de 'Los Otros'.
La habitación 712
Guillermo del Toro estaría encantado de alojarse en la habitación 712 del Parador de Cardona, en Barcelona. Este castillo del siglo XI, considerado como uno de los hoteles más impresionantes de la geografía española, conserva la habitación 712 cerrada para los clientes, a excepción de que algún huésped la pida expresamente.
El hotel tomó la decisión de cerrar las puertas de esta habitación después de las quejas de los que se instalaban allí. Se escuchaban ruidos cuando nadie permanecía dentro, grifos abiertos y los muebles se reunían en el centro de la habitación misteriosamente. El personal del parador entra de dos en dos para evitar percances ante algún tipo de aparición.
El hombre de Babia
Es el hombre que nunca existió, hallado muerto en 2015 en Somiedo (León). Unos senderistas encontraron su cadáver envuelto en una manta, el de un hombre de 60 años con graves malformaciones: joroba, el pecho deformado, los miembros demasiado pequeños...
La policía rastreó sus lazos familiares sin dar con absolutamente nada, por lo que ahora permanece enterrado en una fosa sin nombre en Asturias. Se cree que le ocultaron durante toda su vida por sus defectos físicos. ¿Es el hombre de Babia un posible nuevo 'Frankenstein'?
La niña Virtudes
Dicen que el secreto de la existencia de Virtudes corría por Galicia, pero que los prejuicios de antaño tapaban los ojos. Virtudes pasó sus primeros 15 años de vida encerrada en un cajón en posición fetal y rodeada de espinas para que no se pudiese mover. Nació en 1964 en una aldea de Lugo y sus padres la consideraron un castigo divino, con un espíritu dentro. Durante nueve años estuvo enjaulada y la alimentaron una sola vez al día, con papillas de harina y leche.
Tiempo después acabó en el hospital psiquiátrico de San Rafael (abandonado desde 2012 y considerado uno de los peores de toda Europa), donde durante una grave crisis se arrancó los ojos y luego empezó a comerse los dedos. Por ello, se pasó los años siguientes con las manos atadas detrás de la espalda.
El primer Poltergeist de España
Sucedió en Valencia, en 1915, concretamente en el número 7 de la Plaza del Esparto, donde residía el gobernador civil y su familia. Pasaron noches sin dormir a causa de ruidos extraños a horas muy concretas, que en un primer momento atribuyeron a los vecinos o edificios colindantes. Es considerada la primera intervención policial registrada en España y conocida como la historia del duende del Esparto, con varios informes policiales poco concluyentes.
El exorcismo de Marta
El mediático padre José Antonio Fortea ofició el exorcismo de Marta (nombre ficticio), una joven en la que se habían instalado hasta siete demonios en su ser. El último que persistió recibía el nombre de Zabulón, demonio mencionado en la Biblia, según se recoge en esta publicación de El Mundo en palabras del párroco.
La joven estuvo varios años poseída a consecuencia de un "hechizo de muerte" que le habían realizado. Tenía una repulsión exacerbada hacia los objetos religiosos y levitaba.
La ouija del Reina Sofía
El Museo Reina Sofía lleva consigo la leyenda de los fantasmas, que según dicen habitan entre los cuadros por el hospital que había en el edificio antaño. Una noche, atestiguan varios periodistas, un grupo de vigilantes del turno de noche realizó una ouija en el sótano del Museo y recibió la visita de un espíritu, al que bautizaron como Ataúlfo, un loco peligroso y paciente del hospital.