Scott B. Smith fue nominado al Oscar en 1999 por el guión de 'Un plan sencillo'. Desde entonces sus pocas películas han recibido críticas mayormente negativas. Smith firma el guión de la nueva película de Giuseppe Capotondi ('Suburra'), 'Una obra maestra', presentada en el Festival de San Sebastián como excusa para darle el Premio Donostia a Donald Sutherland. En ella, el apuestísimo Claes Bang ('The Square') interpreta a un crítico de arte famoso y laureado; una persona deleznable y capaz de lo más mezquino y cruel. Un impostor, mentiroso y parásito del arte. La película perfecta para ver cuando llevas una semana opinando de cine, porque te da algo de perspectiva y relativiza tu trabajo. Creo que no ha gustado mucho entre mis compañeros, pero a mí me ha parecido un thriller muy divertido con un guión que tiene claros los temas que quiere tratar, lleno de personajes que se ocultan cosas los unos a los otros, y bien interpretados (Elizabeth Debicki es maravillosa, y Mick Jagger, un actor sorprendentemente bueno).
Excepto 'Thalasso', una comedia francesa con Gérard Depardieu de la se dicen cosas muy buenas, no me llegan buenos comentarios de las películas de la sección oficial. Yo sigo viviendo mi festival ajeno a ella, por lo general, aunque hoy de esa misma sección hemos pescado un peliculón. 'La hija de un ladrón' es otra ópera prima de una joven directora, Belén Funes, que se postula como una de las apuestas más seguras para el Goya a dirección novel y pone a Greta Fernández en las quinielas para el de mejor actriz. La hija de Eduard Fernández (con el que comparte cartel aquí) llevaba años robando escenas a golpe de carisma y magnetismo en 'Amar', 'La próxima piel' y 'La enfermedad del domingo'; si obviamos la fallida por todas partes 'Elisa y Marcela' esta es su gran puesta en blanco en la industria, un papel protagonista a su altura con el que consigue lucirse y posicionarse como la actriz más interesante de su generación.
Funes es una narradora austera, que explica lo justo y necesario, dosifica la información y confía en el público. 'La hija de un ladrón' es una mirada cercana e inclemente a una clase baja real y actual, sin dramatismos facilones; pero sobre todo es una reflexión sobre el determinismo y un estudio, en profundidad y lleno de mimo, de un personaje que lucha día a día por salir del fango. Sin una actriz como Greta Fernández, capaz de darle empaque y tridimensionalidad a esta joven mujer aislada, sin herramientas para definirse ni comunicarse, no habría película.
He perdido la cuenta de buenas películas dirigidas por mujeres que he visto en este festival, en todas las secciones. Curiosamente hay varias miradas muy interesantes, y diferentes entre sí, a la maternidad. Desde 'Próxima' hasta esta 'La hija de un ladrón', pasando por 'La inocencia' y 'De nuevo otra vez'. Esta es otra ópera prima, en la sección Horizontes latinos, de la argentina Romina Paula. Un ejercicio de autoficción en el que Paula escribe, dirige y protagoniza una película junto a su madre real y su hijo real, rodada en su casa materna y echando mano del álbum familiar de fotos (algo que también hacía otra debutante argentina hace unos días, Ana García Blaya en 'Las buenas intenciones'). Las mujeres están haciendo propuestas muy personales en las que priman la honestidad y la naturalidad, y Paula tiene descubrimientos muy interesantes, transitando por temas que tocan el peso del pasado, el de uno mismo y el de nuestros antepasados, la inmigración y la sensación de turista eterno que conlleva. Muy valiente su confesional y desprejuiciada mirada a la crisis personal de una madre que no sabe quién es ni qué quiere de la vida.
También en horizontes latinos son 'Así habló el cambista' y 'Nuestras madres'. La primera es una fallidísima película del uruguayo Federico Veiroj ('El apóstata') que quiere contar de forma bastante tradicional la típica historia de hombre normal que se mete en negocios ilegales y acaba enfrascado hasta el cuello de problemas, pero no da en la diana ni en su guión ni en sus interpretaciones y resulta totalmente olvidable, en el mejor de los casos. La segunda, del guatemalteco César Díaz, la apuesta belga para los Oscar de este año, cuenta cómo Guatemala empieza a desenterrar a los muertos civiles víctimas de un levantamiento militar de hace 30 años. Interesante pero algo superficial, o si se quiere poco ambiciosa, resulta una mirada a un país cuyas heridas siguen sangrando, supurando y que necesita de una cura urgente, algo que en España también nos suena familiar.
Mario Casas en un Shakespeare en las 3.000
Paco Cabezas vuelve a España después de dirigir a Anna Kendrick y Nicolas Cage y un montón de series estadounidenses. Vuelve a casa, de hecho, porque 'Adiós' está rodada en su Sevilla natal; es una película puramente de género, de las que no abundan en nuestro país pero llevan a la gente al cine, que consigue colar un cuento shakespeareano en las 3.000 viviendas. Una historia de venganza con policías corruptos, clanes gitanos y yonquis protagonizada por un Mario Casas que consigue llevar a buen puerto su acento sevillano. A Casas le acompaña un reparto muy solvente, en el que destacan Natalia de Molina y sobre todo Mona Martínez ('Ana de día', 'Vis a vis'), una de esas secundarias de nuestro cine de la que tenemos que empezar a hablar más.
Curiosamente algunos de esos mismos críticos que a Scott B. Smith le parecen unos fraudes y unos impostores han recibido con cierto desdén, desprecio e incluso mofa el pase de 'Adiós'. Como si fuera fácil hacer una buena película de acción sin ínfulas.