Ese pequeño paso para el hombre que supuso un gran paso para la humanidad fue verdaderamente un milagro. En 'First Man - El primer hombre', película dirigida por el ganador del Oscar Damien Chazelle ya se sugiere: aquel viaje exitoso que emprendiese el Apollo 11 lo fue por el intenso trabajo de, según apunta Carlos González, ex controlador de naves espaciales y participante de la mencionada misión, "unas 400 mil personas"; pero el espíritu incansable de Armstrong y la providencia también tuvieron mucho que ver.
En una interesantísima escena protagonizada por Claire Foy en la película, el personaje encarnado por esta ex regente de la Gran Bretaña que hemos visto en 'The Crown', sugiere que allí nada estaba controlado. Se pretendía que todo estaba pensado e iba bien, pero en realidad tras esa apresurada misión espacial se encontraban un puñado de niños volcados en sus juguetitos. González junto con Jose Manuel Grandela, también participante de la misión del Apollo 11, dejan caer esto mismo cuando tiran de anécdotas contando, por ejemplo, que Buzz Aldrin se dio cuenta de que la compuerta del módulo lunar no tenía manillar por fuera en el momento en que se disponía a reunirse con Neil en la superficie de la luna.
Un detalle sin importancia de las miles de pequeñas cosas que no estaban tan bien pensadas y podrían haberse cargado aquel viaje que hizo historia. El motivo del trabajillo apresurado es conocido por todos: una carrera espacial que tenía a Estados Unidos más que picado con una Unión Soviética que no dejaba de sacarles ventaja. Así el interés político en el asunto benefició lo mismo que entorpeció el viaje hasta el final, y es que el empuje económico que recibiese el equipo como consecuencia del empeñe del Presidente Kennedy en salirse con la suya, vino muy bien, pero las prisas no tanto. "Cuando las naves se separaron perdimos la señal con el módulo lunar y pensamos que se había estropeado el receptor. Después, al no tener ninguno señal, deducimos que el problema tenía que ser otro y creímos que nos habíamos quedado sin módulo lunar. Finalmente resultó que la antena hacía justo lo contrario de lo que tenía que hacer", y así.
Además de los problemas técnicos derivados de la premura con la que tuvo que desarrollarse aquel viaje, in situ la cosa también respondía a otros intereses antes que a los de los propios astronautas. "Cuando llegaron estaba en el planning dormir un poco en vez de poner un pie en la luna por una sencilla razón: el control quería que todo el territorio norteamericano estuviese en un horario razonable para ver el momento en directo. No había más remedio que esperar". Esperar en un momento muy complicado psicológicamente hablando, sobre todo después de la odisea vivida por Armstrong a la hora de aterrizar en el satélite terrestre. González y Grandela transmiten como pueden lo que sintieron aquel día, aunque como dice Michael López-Alegría, astronauta con más de 250 días vividos en el espacio, "es una experiencia que no se puede comparar con nada. Para transmitir lo que es está el arte y el cine. Sientes todas las emociones posibles".
Así se vivió en España
"Por lo que más quieras que este aparato mío no falle y que no les pase nada a los astronautas", fue uno de los pensamientos que pasaron por la cabeza de Grandela, español que junto a Gonzalez y compañía se encontraba en medio de las comunicaciones entre Houston y los astronautas que no dejaban de resolver problemas allí arriba. "Estábamos en una posición de privilegio porque todas las comunicaciones pasaban por mi equipo [el de Gonzalez]. Cuando Neil dijo aquel «the eagle has landed» (el águila ha aterrizado) lo escuchamos antes que Houston". Pero no solo las comunicaciones contaban con la ayuda del equipo español, el estado físico de los astronautas también se controlaba desde aquí, un elemento que cuenta otra historia. "Cuando escuchabas hablar a Houston y a los astronautas no había ninguna emoción, pero una cosa es lo que trasciende por la voz y otra lo que cuentan los sensores biométricos", asegura Gonzalez. "El señor Neil tropezó en la escotilla después de ensayarlo mil veces en el simulador. Las pulsaciones no dejaron de subir hasta que finalmente con la ayuda de Aldrin consiguió salir y pisar la luna".
Este último tropiezo que delató lo que Armstrong llevaba por dentro no es más que la guinda en una sucesión de dificultades a las que ya se había enfrentado un astronauta que no hizo ni caso a la sugerencia de abortar misión en uno de los peores momentos "quería bajar ese día a la luna sí o sí". Y es que ante los 1,7 segundos de retardo aproximadamente que sufrían las comunicaciones y tras un fallo de cálculo, Houston solo afirmó un escueto "treinta segundos" cuando Neil estaba tratando de aterrizar. Aquel era el tiempo de combustible que le quedaba después de tener que buscar un nuevo punto en el que posarse con el módulo lunar.
Y tras una misión así, ¿cómo se queda uno? "En el momento en que pasa todo y te retiras del micrófono es cuando te tiemblan las rodillas y te sientes ¿importante?". La aventura no terminó allí, pero casi y es que una vez plantada la bandera de Estados Unidos las cosas cambiaron. "El plan de la NASA era muy ambicioso, 20 Apollos y después la construcción de un lugar habitable en la luna; pero tras ganar la carrera espacial los congresistas norteamericanos perdieron interés en la misión y los 20 Apollos quedaron en 17", y aquella pequeña ciudad en un sueño. A día de hoy el Centro de Astrobiología español y la estación de Robledo, siguen colaborando estrechamente con la NASA en lo que ahora es, según J. Miguel Hesse director del mencionado centro, "más un reto tecnológico que político".
La insoportable tensión
'First Man - El primer hombre' plantea un viaje introspectivo en la piel de un Armstrong que, en manos del guionista Josh Singer, de la dirección de Chazelle y de la interpretación de Ryan Gosling; mantiene un temple que no transmite la situación que vivieron. Toda esta odisea descrita por los participantes españoles de la mencionada misión se vive en la pantalla grande gracias a un planteamiento visual irresistible. Así aquellas huellas que perduran en la superficie lunar siguen estando rodeadas de una magia especial que transmite esta película muy de profundizar en el hombre para el que rendirse nunca fue una opción.
El 11 de octubre llega a los cines este viaje espacial inolvidable.