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IMPRESCINDIBLE

'Fleabag': Phoebe Waller-Bridge nos cuenta la historia de amor más importante del año

La segunda temporada de la serie creada, escrita y protagonizada por Phoebe Waller-Bridge ya está disponible en Amazon Prime Video.

Por Javier Pérez Martín 26 de Mayo 2019 | 15:43

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¡Cuidado SPOILERS!

*Si no has visto la segunda temporada de 'Fleabag', puede que no disfrutes al completo de este artículo. Guarda la pestaña y vuelve cuando lo hayas hecho.

Es probable que hayas oído hablar de 'Fleabag'. Nosotros ya la hemos mencionado alguna vez, a la serie y a su creadora, guionista y estrella protagonista, Phoebe Waller-Bridge. En los últimos años ha tenido tiempo para crear otro fenómeno televisivo ('Killing Eve') y abandonarlo tras su primera temporada, interpretar al primer droide galáctico femenino (en 'Han Solo: Una historia de Star Wars') y recibir una llamada de socorro del equipo de 'Bond 25', preocupados porque sus personajes femeninos no parece reales y puede que necesiten las manos de una guionista mujer y con talento (se dan cuenta en la película 25, pero oye, nunca es tarde si la dicha es buena).

'Fleabag'

El nombre de esta joven británica de casi 34 años debe de estar sonando en muchos despachos, y no es para menos. La primera temporada de 'Fleabag', emitida en 2016 y desde entonces disponible en Amazon Prime Video, no solo era un prodigio de la comedia de media hora, también supo reflexionar sobre la relación entre la mujer y el sexo en términos mucho más complejos de los que se están usando en la era del #MeToo: ellas también son activas, ellas también lo buscan, se ponen cachondas e incluso pueden tener una relación tóxica con él. Ellas también toman decisiones catastróficas a cambio de polvos tristes.

Hemos tenido que esperar tres años para que vuelva con seis episodios más (los últimos), que están disponibles en la plataforma de Amazon desde hace poco más de una semana. Algunos ya hemos visto la temporada dos veces, entre la admiración y la frustración que causa ver algo cuya grandeza, por lo sencilla y evidente que es, parece imposible analizar. 'Fleabag' es buena de una forma que parece fácil y aparentemente indescriptible, tanto que me encantaría asistir a las clases de guion en las que se va a hablar de ella en los próximos años.

Hay muchas cosas que funcionan en esta serie. Para empezar, la propia Phoebe Waller-Bridge es capaz de echarse todo el peso de la historia a sus espaldas: no hay una sola escena en los 12 episodios (poco menos de seis horas) en la que no esté ella, porque 'Fleabag' está narrada por la propia protagonista en primera persona y directamente mirando al espectador. Fleabag rompe la cuarta pared constantemente para hacernos partícipes de lo que está pensando en cada momento, un recurso que la ficción le ha robado a los realities y ha explotado mucho en los últimos años, desde la llegada de los falsos documentales hasta la ya mítica 'House of Cards' (ahora resulta algo incómodo, por la relación de complicidad que hemos mantenido durante años con Frank Underwood y Kevin Spacey, ¿qué dice eso de nosotros?).

'Fleabag'

Luego están los guiones, una masterclass de ritmo, comedia y construcción de personajes que ha situado a Waller-Bridge en el mapa no solo como una de los escritores más prometedores del futuro de la televisión, sino también como una voz única, que se reconoce también clara e inequívocamente en la primera temporada de 'Killing Eve', capaz de crear muchos tipos distintos de personajes femeninos, todos ellos tridimensionales, carismáticos, atractivos y complejísimos. Aquí lo hace con Fleabag, pero también con su hermana Claire y con la madrastra de ambas. La primera, interpretada por la prácticamente desconocida Sian Clifford, es una de las mujeres más humanas y deliciosamente imperfectas que hemos visto en la televisión reciente. Por su parte, la madrastra está encarnada por una espléndida, venenosa, divertidísima y disfrutona Olivia Colman, que se convierte en uno de los secundarios más memorables de la comedia de los últimos años. Colman acaba de ganar su primer Oscar con 'La favorita' y tiene su propia experiencia rompiendo la cuarta pared en la 'The Office' británica, pero aquí es ese tipo de presencia de fondo que está hecha para dejarte con ganas de más.

Esto es una historia de amor

'Fleabag' terminaba su primera temporada con un final amargo, dejándonos con la incógnita de si habría un final feliz para su protagonista en algún momento. Aquellos seis episodios estaban construidos como una especie de thriller en el que el misterio principal era el trauma de Fleabag, qué había ocurrido en su pasado para que fuera una persona tan irremediablemente rota. La televisión lleva mucho tiempo jugando con este concepto: desde las sesiones de terapia de Tony Soprano o el laberinto de la identidad de Don Draper a las dramedias femeninas de Showtime como 'Weeds' y 'Nurse Jackie', pasando por la propia 'En terapia' de HBO o 'The Sinner', un thriller basado en explorar por qué una mujer normal se convierte en una asesina de un día para otro, parece que no hay misterio más inescrutable e imprevisible que lo que nuestra mente esconde.

'Fleabag'

Pero esta segunda temporada de 'Fleabag' empieza un tiempo después de aquel final (en concreto, 371 días, 19 horas y 26 minutos más tarde) y vemos a una mujer que aparentemente ha superado todos esos problemas. Es incluso capaz de ir a terapia y confesar que durante gran parte de su vida adulta ha utilizado el sexo para llenar un vacío de su interior. Ya era revolucionario que una mujer protagonizara una historia así (como es revolucionaria 'Killing Eve' por convertir a dos mujeres en el poli y el caco en un tipo de relato que siempre hemos visto protagonizado por hombres), pero ver a Fleabag confesarlo ante la cámara es histórico. Como histórica es una de las secuencias más aplaudidas de la temporada, en la que Kristin Scott Thomas recita un monólogo inolvidable sobre las mujeres y su inquebrantable relación con el dolor físico.

Así es, Fleabag ha superado sus problemas, o al menos está intentándolo día a día (es todo lo que podemos hacer), así que está preparada para vivir una historia de amor. Así lo anuncia la propia Phoebe Waller-Bridge en el primer episodio: "this is a love story". Eso sí, no es la historia de amor que creemos que va a ser.

La trama central de la temporada es la atracción que Fleabag siente por el cura católico que va a casar a su padre (Bill Paterson, también espléndido) con la madrastra. No recordaba que Moriarty fuera tan sexy en 'Sherlock', pero la verdad es que Andrew Scott está irresistible como este cura moderno y malhablado. No es el primer cura que seduce y es seducido por una mujer, ni en literatura ('El pájaro espino', 'La Regenta', 'El crimen del padre Amaro') ni en televisión (desde 'Cuéntame cómo pasó' hasta 'The Young Pope' pasando por decenas de telenovelas), pero como es costumbre con Phoebe Waller-Bridge lo novedoso es cómo se centra en la mirada de la mujer y la hace dueña y responsable de sus actos. Desde la primera visita de Fleabag a la iglesia (cuando ve con ojos lujuriosos la iconografía católica y exclama un acalorado "¡Jesús!" a cámara) hasta sus acercamientos al cura (y "su precioso cuello"), Fleabag no lucha contra su deseo "prohibido". Elimina de la ecuación el tradicional conflicto que las mujeres viven en aquellos relatos, y pasa a contar la verdadera historia de amor que se esconde en 'Fleabag', y que no es la de una mujer con un cura.

'Fleabag'

Sí, hay un idilio carnal, un breve escarceo clandestino con un hombre inalcanzable, pero el cura desarrolla con Fleabag una relación que va más allá de la tradicional historia de amor pasional. Hay una conexión personal entre dos personas atormentadas, un vínculo que nace de la curiosidad y la atracción pero se asienta en la comprensión y la aceptación. La amistad entre Fleabag y el cura permite que este acceda a un lugar de ella que estaba cerrado, algo que la serie convierte en su mayor descubrimiento. Ocurre al final del tercer episodio, cuando Fleabag y el cura están sincerándose sobre su atracción y deciden simplemente ser amigos. Ella mira a cámara y nos dice: "Duraremos una semana". Y en ese momento, el cura la mira extrañado y le pregunta qué acaba de hacer. "Acabas de irte a alguna parte. ¿Dónde has ido?". En ese momento la ruptura de la cuarta pared, que había sido un recurso narrativo para subrayar gags, definir mejor a los personajes y generar gifs perfectos para Twitter, se convierte en otra cosa mucho más profunda.

Hay otra escena anterior en la que la relación entre Fleabag y nosotros, el público, se integra en la trama de una forma sutil. Es en la sesión de terapia a la que acude la protagonista, en la que la psicóloga (Fiona Shaw, la jefaza de 'Killing Eve') le dice a Fleabag que es una mujer solitaria con un corazón vacío: sin pareja, alejada de la familia y sin amigos. Su respuesta: "sí que tengo amigos, están ahí, siempre escuchando", mientras guiña un ojo a cámara. Esa confesión se podría quedar como un simple pero ingenioso gesto metanarrativo (como hizo 'House of Cards' al final de su cuarta temporada, cuando Claire Underwood también empezó a hablar al espectador como su marido), pero en realidad está asentando las bases para algo más complejo y que se irá desvelando poco a poco a lo largo de la temporada: Fleabag tiene que cortar su relación con nosotros para poder vivir su prometida historia de amor.

Que, insisto, no es con el cura. Ni siquiera es con su hermana Claire, aunque la relación entre ambas es el centro emocional de la historia: un vínculo complejo, inquebrantable, inevitable entre las dos hermanas, mucho más profundo e importante que cualquier relación con un hombre, y que recuerda curiosamente a la relación que tenían Meredith Grey y Cristina Yang hace casi 15 años. ¿Habrán hablado Sandra Oh y Phoebe Waller-Bridge sobre ello? Lo cierto es que podemos decir muchas cosas de Shonda Rhimes, pero todas las guionistas actuales tienen una innegable deuda con sus personajes femeninos desde 'Anatomía de Grey'.

'Fleabag'

No, la historia de amor de 'Fleabag' es la de Fleabag consigo misma. Y para que pueda ocurrir, tiene que renunciar a nosotros. Porque mediante la ruptura de la cuarta pared, Fleabag nos está utilizando para no tener que lidiar directamente con su realidad. A través de nosotros, se pone en el lugar de narradora de su propia vida, no en el de protagonista. Entre temporada y temporada ha habido una mejora en la vida personal de Fleabag: no estábamos nosotros mirando, así que ha podido evolucionar, tomarse en serio a sí misma, escapar de sus vicios, incluso darle un impulso a su negocio. Nada de ello es gracioso o interesante, pero es lo que Fleabag necesita. Ocurría lo mismo en la joya 'The Comeback', un falso reality en el que Lisa Kudrow interpretaba a Valerie Cherish, una vieja gloria de la televisión (un delicioso juego de metaficción que repitió otro actor de 'Friends', Matt LeBlanc, en 'Episodes'). Valerie Cherish hablaba constantemente a cámara, intentando dominar la narrativa de su propia vida, maquillando sus defectos, exagerando sus virtudes. Y en el último episodio tuvo que cercenar su relación con el espectador, renunciar a su ego y sus ansias de validación para ser finalmente feliz. Fleabag también acaba enfrentándose a esta decisión, gracias a la ayuda del cura, que sabe ver su engaño.

Sí, Fleabag es una mujer solitaria con el corazón vacío, pero no fue siempre así, como muestra el flashback que nos lleva al funeral de su madre (en el que, importante, no se rompe la cuarta pared en ningún momento). Antes estaba llena de amor: por su madre, que murió, por su mejor amiga Boo, que se suicidó por culpa de su traición, o por su hermana, que la abandonó. Y después acabó volcándose en su relación tóxica con nosotros, que no es más que una relación tóxica consigo misma.

Phoebe Waller-Bridge ha hecho una serie sobre esa forma tan millennial de alejarnos de nuestros problemas, y también de nuestras responsabilidades, verbalizándolos. Como la tendencia a hacer bromas recurrentes en Twitter sobre temas como el alcoholismo o la depresión. Si me puedo reír de ello, no es para tanto. Pero la lección que nos deja al final 'Fleabag' es que la historia de amor más importante que vamos a vivir es la que tenemos con nosotros mismos. "Creo que sabes amar mejor que todos nosotros", le dice su padre en una de las últimas escenas. "Por eso te resulta tan doloroso".

'Fleabag'

Y nos resulta doloroso ver alejarse a Fleabag en ese último plano, abandonándonos como a una mochila que pesa demasiado. Entre otras cosas porque 12 son muy pocos episodios para una de las mejores series de los últimos años. Pero sabemos que es lo mejor: Fleabag tiene mucho amor que dar, y tiene que empezar a dárselo a sí misma. Ojalá nosotros sigamos su ejemplo.

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