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CRÍTICA

'Fuga de cerebros 2', comedia facilona llena de naturalidad

Sin quererlo una cinta que roza la "españolada" muestra cómo reírnos de nosotros mismos. Carlos Therón ofrece una secuela que mantiene el espíritu "tontaco" de la primera.

Por Jesús Agudo Más 3 de Diciembre 2011 | 09:00
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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El día que oigamos "Y el Goya es para 'Fuga de cerebros 2'" sabremos que los miembros de la Academia han perdido todo su criterio. Una película como la de Carlos Therón está evidentemente exenta de considerarse una película de calidad. Tampoco lo pretende, por lo que hay que juzgarla en su contexto.

Fuga de cerebros 2

Como no todos los libros tienen que ser el Quijote, ni todas las canciones una sinfonía de Mozart, tiene que haber el lado cutre del arte. Cutre, sí, pero que cumpla su cometido de la mejor manera posible. Si ya nos plantamos en una secuela parece que 'Fuga de cerebros 2' tiene todas las de perder. No es así.

En esta ocasión nos marchamos a Harvard con el peculiar grupo protagonista de la primera entrega que acoge en esta ocasión al ficticio hermano de Mario Casas, Adrián Lastra. Un gran acierto, porque si en la primera el protagonista no tenía ningún tipo de carisma, Lastra al menos le echa más interés a su papel, aunque no en exceso.

Lo mismo le ocurre a las chicas. A diferencia de 'Fuga de cerebros' tenemos dos y no una las protagonistas femeninas, y aunque tampoco sean un alarde de interpretación, mejoran con creces al soso personaje de Amaia Salamanca. Sorprende Paula Prendes, que parece encontrarse más cómoda actuando que sujetando un micrófono.

El acierto de hacerla coral

Otro punto a favor de la secuela es que le dan un papel más importante a la pandilla, haciendo la película más variada y llegando a ahondar en cómo cada uno afronta las discapacidades. Igualmente, y una vez más, quedan todos bastante eclipsados por el "Chuli" de Alberto Amarilla.

Fuga de cererbros 2
Precisamente no es la inseguridad del protagonista el que llega a captar la atención sino el resto de "inferioridades". Algo que les habrá acarreado más de una queja sobre gente que ha podido sentirse ofendida. Pero en esta película consiguen que nos riamos con los discapacitados, y no de ellos, normalizando sus problemas de la mejor manera posible: con la risa.

Pero no nos pongamos sentimentales, 'Fuga de cerebros 2' es ante todo la misma comedia tonta que a alguno le sacaría la carcajada con la primera parte. Menos escatológica, aunque sigan estando las burradas del "Ruedas" y sin ningún tipo de respeto por prácticamente nada, este improvisado Harvard a la española se queda nada más y nada menos que en lo que quiere: entretener.

Depende del sentido del humor de cada uno, los que disfrutan con este tipo de películas lo seguirán haciendo; los que quieran una cinta que les haga pensar o con chistes inteligentes, ni se lo planteen. 'Fuga de cerebros 2' se compone de chorrada tras chorrada en el que cualquier mensaje llega a diluirse. Más cuando la traca final está protagonizada por David Hasselhoff y Loles León en una cortísima y para nada interesante aparición.

Tópicos, y no tan tópicos

Su cometido es hacernos pasar un buen rato, a grandes rasgos lo consigue, aunque como en la primera parte le sobre metraje con escenas que no sirvan más que para rellenar, por muy bien escogidas que estén las canciones de fondo. Al menos dejan claro que en España también podemos hacer muy bien una 'American Pie'.

Ambas se mueven por tópicos, y mientras que los norteamericanos son expertos en tenerlos de todo el mundo, también era hora de que nosotros utilizáramos los suyos (Hasselhoff, el tópico por antonomasia). Tiene gracia que la mayoría de protagonistas no tenga precisamente ese tufo a topicazo. Por poner un ejemplo, el personaje gay de Pablo Penedo es todo menos el prototipo de homosexual en una película. En eso hay que decir que sin querer han conseguido humanizar lo que parecía imposible.

'Fuga de cerebros 2' pecará de muchos excesos y de aún más defectos. No deja de ser un movimiento para hacer taquilla con caras conocidas y chistes fáciles. Pero el público que vaya a verla será el que precisamente busque la fórmula de la sencillez, y esa cualidad no se la puede quitar nadie.