Probablemente 'Gremlins' sea un accidente. Chris Columbus había escrito la historia de cómo una adorable criatura conduce a un pueblo al desmadre por Navidad. Se trataba de un mogwai y sólo requería tres cuidados: evitar que le diera la luz del sol, no mojarlo y, sobre todo, no darle de comer pasada medianoche. Evidentemente, en la película se rompían, una a una, las tres reglas y, con ello, llegaban los gremlins del título y una serie de gamberradas iconoclastas que rompieron con el imaginario americano de la época.
Steven Spielberg producía la película y el irreverente director de 'Aullidos', Joe Dante, tenía que dirigirla. Pero cada uno tenía una idea muy distinta. Dante quería un Gizmo malvado y escenas más salvajes para sus criaturas: decapitar a la madre del protagonista, matar al perro y un banquete en el McDonald's donde la carne serían los clientes. Spielberg, en cambio, prefería abarcar un público más amplio y moderó el tono dentro de la, entonces reciente, calificación PG-13. El resultado: una mixtura de tonos irrepetible, oscura, ingenua y gamberra al mismo tiempo tiempo; un conjunto imperfecto y contradictorio que sigue fascinando décadas después de su estreno.
Como algunos señalaron entonces, a causa de esto 'Gremlins' resultó una película muy episódica. Con escenas alucinantes que se bastaban a sí mismas y apenas eran hiladas por una narración a la que incluso contradecían. La fuerza de las escenas chocaba así contra una narración débil y tradicional produciendo múltiples líneas fuga y lecturas opuestas. Los mismos gremlins, por ejemplo, podían significar cualquier cosa: desde el deseo reprimido del protagonista hasta los adolescentes punks del momento o activistas que debían ser reprimidos para mantener la apacible vida americana. En conjunto, 'Gremlins' parecía el típico relato familiar con un mensaje moral acerca de la importancia de ser responsable y esas cosas, pero cada escena rodada por Dante se recreaba gozosa en romper y subvertir todas las fantasías del sueño americano: la familia, la sociedad del consumo, la ciencia, la navidad, la vida apacible de un pequeño pueblo... Vamos, que el relato parecía más una coartada moral para disfrutar de las gamberradas de Joe Dante y sus Gremlins que el vehículo de una moraleja. Porque, seamos honestos, ni los unicornios preferirían un Gizmo a los gremlins.
Por ello, sin más regla ni excusa que el placer de recordar uno de los mejores blockbuster de los 80, pasamos a recrearnos en estos momentos salvajes con los que 'Gremlins' rompió todos los pilares una apacible navidad americana.
Las gamberradas y momentos más icónicos de 'Gremlins'
Noche de paz en Kingstom Fall
Desde su nombre, el pueblo de Kingstom Fall estaba condenado a una "caída" en los infiernos. Pero nada anunciaba que fuera ha ocurrir en Navidad, cuando comienza la película y se nos presenta una comunidad americana que vive feliz y en armonía las fiestas de Santa Claus.
La película se abre mostrando el centro de Kingstom Fall repleto de movimiento, ruidos, risas y alegrías de los niños jugando antes de Navidad. De fondo, la canción 'Christmas', de Darlene Love, y ese sonido tan cargado de buenas vibraciones que solíamos asociar a las producciones de Phil Spector antes de que fuera acusado de asesinato.
Mucho caos después, ya cerca del final, volveremos a las mismas zonas al ritmo de otro villancico. Pero ahora ha llegado la noche y la neblina, el pueblo ha sido destruido, las calles están vacías y no se escucha un alma. Sólo unos tétricos compases de 'Noche de paz'. La ironía es brutal y la imagen del pueblo, donde ha sido retorcida la felicidad con que se abría la película, queda grabada en la memoria para todas las Navidades.
Navidad, cruel Navidad
Parece que Joe Dante se hubiera propuesto hacer de Grinch y arruinar las Navidad de los chavales que vieran la película. Desde luego, no podía ensañarse más con las fiestas y darle más la vuelta al buen rollo de vacaciones, iconos, familia y consumo con que solemos asociarla. Bajo su superficie, la Navidad es cruel, y los Gremlins se encuentran bajo sus iconos preparados para el ataque: árboles, luces de navidad... ¡incluso tienen un pegadizo y macabro villancico!.
Pero la portadora oficial antinavidad de la película es, sin duda, Kate (Phoebe Cates): es la época en que más gente se deprime al año y se producen más suicidios, señala. Odia la navidad. Y es que tiene razones sobradas para ello. En uno de los momentos más sorprendentes para una película familiar, Kate confiesa cómo descubrió que Papá Noel eran los padres. Tenía nueve años una navidad en que desapareció su padre. Pasaron días de búsqueda sin resultado, su madre y ella no podían comer ni dormir, llegó la nieve y el frío y... encendieron la chimenea. Entonces notaron un olor extraño. Llamaron a los bomberos y sacaron a su padre vestido de Papá Noel, cargado de regalos, muerto y chamuscado.
Probablemente se trate del diálogo más WTF producido nunca por Spielberg. Y es que una de las claves de 'Gremlins' es mostrar lo perturbador en lo ingenuo, el peligro en lo tierno y la crueldad escondida en aquello que asociábamos al bienestar, como la navidad. O la familia.
Una advertencia en la familia
A lo largo de 'Gremlins' la familia tradicional americana, con sus roles definidos, es socavada hasta las raíces por las pequeñas criaturas. Y aunque en la escena final se pretenda restablecer el orden y la armonía familiar, lo que más recordamos son las imágenes con que Dante rompió con los valores familiares.
La familia de Billy Peltzer (Zach Galligan) estaba sobre aviso. Pero no supieron ver la amenaza escondida en ese caballo de Troya involuntario que resulta Gizmo. Sin embargo, con una puesta en escena sencilla y eficaz, Joe Dante logra transmitir ese peligro al espectador.
En uno de los momentos más recordados se reúne la familia al completo para abrir el regalo de navidad. Un mogwai, Gizmo. Se abre el regalo y suena música como de encantamiento: estamos en un momento mágico. La suave luz de la chimenea nos transmite toda la calidez familiar del momento; los revolucionarios efectos especiales en animatronic de Gizmo contribuyen a la sensación de maravilla. Todo parece mágico hasta que... Flash, se rompe la magia. Un montaje rápido de planos cortos, un amenazador giro musical y la cara descompuesta de Gizmo nos advierten de un peligro escondido en esa caja de Pandora y su adorable criatura.
Un padre desastre...
Ejerce la función de narrador y es el irresponsable desencadenante de la acción, pero nunca un narrador, un padre y un adulto fue tan destronado de sus roles como Rand Peltzer (Hoyt Axton) en 'Gremlins'. Tras regalar a Gizmo, el padre de familia desaparece de la película excepto para un par de gags cómicos que sólo sirven para subrayar su ausencia, en la seguridad y la distancia de una convención y sin enterarse de nada. Incluso cuando llega a tiempo para el desenlace y parece que hará algo, permanece más al margen que el perro... ni si quiera como el testigo que debiera ser todo narrador.
Pero las escenas más memorables y rompedoras con el rol del padre de familia tradicional son las protagonizadas por sus inventos. Es mítico el momento en que Billy, el hijo adolescente al que debería cuidar un adulto, madruga para trabajar y trata de hacerse un zumo de naranja con uno de los inventos de su padre. La escena está planificada como una película de suspense, con música propia del género, el invento dominando amenazador el centro del encuadre y Billy maniobrando de fondo, dirigiendo miradas escépticas a la máquina mientras duda con la naranja en la mano. Finalmente reúne valor, prueba suerte, le cambia la cara cuando parece que funciona y puede volver a confiar en su padre y... BUF, naranja por todas partes. El desastre. Todo rodado sin cortar el plano para radiografiar la tensión de Billy, su desconfianza hacia su padre, la esperanza, y el momento exacto en que se rompe la incipiente confianza.
En pocas películas comerciales -¡hablamos de un blockbuster familiar!- se había puesto tan en duda la figura del pater familia que debía llevar el dinero a casa y arreglar con chapucillas cualquier problema de tecnología. Y pocas lo hacen con tanta gracia.
...y una madre Terminator
La primera vez vemos a la madre de Billy es en la cocina -llega Billy de trabajar y ella le grita desde fuera de campo "estoy en la cocina"-, pero Lynn Peltzer (Frances Lee McCain) resulta de todo menos una madre convencional.
En uno de los mejores momentos de la película, los Gremlins han evolucionado y salido de su cascarón, cuando Lynn Peltzer escucha ruidos. Aun no conoce el peligro pero no duda en poner cara de Rambo y tomar un cuchillo largo como su brazo para descubrir el origen del escándalo. La cámara se queda detrás viéndole marchar mientras enfoca unas galletas con forma de familia que dejó a medio hacer. Poco después vuelve a la cocina, se encuentra a un gremlin comiéndose las galletas de su familia (sí, 'Gremlins' atiende al menor de estos detalles) y Lynn Peltzer se convierte en una máquina de matar que ni Terminator. Asesina a un gremlin en la trituradora, acuchilla a otro a lo 'Psicosis' y hace reventar en un microondas a un tercero. En un momento de genialidad las imágenes más violentas y propias del cine de terror no pertenecen a los monstruos, sino a una madre de armas tomar. Y es inolvidable.
Gizmo y la maldad bajo la ternura
De acuerdo, Gizmo es adorable y sólo le falta llorar arcoiris, pero ni él se libra de dar algo de yuyu. Joe Dante parecía empeñado en sacar a relucir la maldad bajo la ternura y, quisiera lo que quisiera el productor, no se salva ni Gizmo.
Otro de los momentos más antológicos de 'Gremlins' es el "bautizo" de Gizmo. Los recursos de Dante fueron más allá de los giros musicales y los flashes y supo sacar el máximo partido al cuerpo animado del mogwai. Porque parece que la maldad se encuentra dentro del propio Gizmo, incubándose. Y aunque no se llevara a cabo su conversión demoniaca permanece algo inquietante en el aminatronic que sale a relucir cuando guiña los ojos. Pero sobre todo emerge en el momento en que se moja. Entonces Gizmo se retuerce de dolor mientras expulsa semillas de maldad. Porque según 'Gremlins' la maldad está latente donde uno menos puede imaginarlo, y puede lanzarte un mordisco.
Los gremlins contra el poder establecido
Más allá de la navidad, la familia y la ternura de Gizmo, en 'Gremlins' Joe Dante se recrea llevando los pilares de la comunidad de Kingstom Fall al desastre. Destruye el hogar de los vecinos, convierte el buzón comunitario en una trampa y, sobre todo, ataca las instituciones de poder y autoridad. La policía, por ejemplo, cae en plena huida, sin que traten si quiera de salir del coche para hacer algo contra los gremlins. Pero más recordado aun es el modo en que un gremlin toma venganza de la ciencia.
Joe Dante muestra a un científico sin escrúpulos en sus experimentos, capaz de sacar sangre a pinchazos de un mogwai sin inmutarse. Y en uno de los mejores momentos de la película, cuando la crisálida de los gremlins eclosiona y Joe Dante anda acumulando tensión sin mostrarlos del todo, el científico sufre sus propios métodos. Una jeringa en la primera víctima de los gremlins que también queda clavada en la memoria.
El vuelo de la señora Deagle
Ruby Deagle (Polly Holliday) es uno de los pilares en Kigstom Fall. Es rica, dueña de una inmobiliaria y parece sacada de una novela de Dickens. Odia a los perros y no le tiembla el punto al desahuciar a una familia en navidad. Incluso en un momento que parece sacado de la bruja de 'El mago de Oz', ha amenazado con matar al perro de Billy.
Era inevitable que Ruby acabará padeciendo las gamberradas de los gremlins, decididos a acabar con todos los pilares de la comunidad. Pero es extraño que una de las pocas muertes declaradas coincida con la escena más divertida y espectacular de la película. El vuelo y muerte de la señora Deagle provocó los aplausos de más de un niño hace algunas décadas. En momentos como este parece que los gremlins estuvieran satisfaciendo los deseos que Billy, tan responsable, (y nosotros) no nos atrevemos a declarar.
Escándalo en el bar
Todo pueblo tiene su bar. Es así. Tan importante o más que el instituto local o la comisaría, el bar es un lugar en que puedan reunirse los parroquianos a ahogar sus penas e intercambiar anécdotas. Y Kingstom Fall no es la excepción.
Pero el famoso bar del pueblo será ocupado por un ejército de gremlins que se entregarán a beber, fumar, jugar y hacer apuestas como si fueran adolescentes desmadrados, una pandilla de punkis con crestas o el anverso de la típica taberna tranquila con que todos nos imaginábamos por aquel entonces los bares de pueblos apacibles como Kingstom.
El desmadre en el bar de 'Gremlins' merece por derecho propio su espacio en toda antología de grandes momentos.
Los enanitos malvados de Blancanieves
Frank Capra, 'El mago de Oz', 'Indiana Jones', 'E.T.', 'La matanza de Texas'... 'Gremlins' está repleto de referencias a otro películas. En algunos casos son simples homenajes, en otros guiños irónicos o claves de lectura, pero ninguna tiene tanta importancia en una película que trata de dar la vuelta a la infancia, la navidad y la inocencia como su referencia a 'Blancanieves y los siete enanitos'.
En una de los momentos más espectaculares, al borde del amanecer, todos los gremlins se reunen en un cine a ver la primera película de Walt Disney de la Historia. Los gremlins se lo pasan pipa viendo desfilar a los siete enanitos, como si reconocieran en la pantalla, como en un espejo, su reflejo invertido. Se trata de una momento cargado de autoconciencia, que muestra abiertamente la dinámica de la película (la inversión de los iconos asociados a la infancia), reflexiona sobre el papel del cine y las imágenes (la importancia del cañón de luz) y ofrece uno de los mejores y más estéticamente deslumbrantes clímax de la película.
El décimo y tal vez mejor momento de una película llena de escenas gamberras que ocuparon el lugar del imaginario tradicional americano.