Más allá de estas diez películas ganadoras del Oscar en los 90, para entender de verdad la grandeza cinematográfica que la Academia destacó durante la citada década, conviene echar un vistazo a aquellas cintas que pelearon por la estatuilla más importante sin conseguir el ansiado triunfo. Y es que, si uno echa la vista atrás y comprueba la lista de las nominadas en la categoría reina de cada uno de los años, no queda más opción que la de rendirse ante la evidencia de que pocas veces se ha visto en estos premios una cantidad tan abrumadora de auténticas obras maestras.
Cogemos aire y nos lanzamos de lleno al pasado para recordar algunas de las películas que se quedaron a las puertas de llevarse a casa el Oscar a Mejor película durante los 90: 'Uno de los nuestros', 'J.F.K. (Caso abierto)', 'La bella y la bestia', 'Algunos hombres buenos', 'Regreso a Howards End', 'El fugitivo', 'Pulp Fiction', 'Cadena perpetua', 'Sentido y sensibilidad', 'Fargo', 'L.A. Confidential', 'La vida es bella', 'Salvar al soldado Ryan', 'La delgada línea roja', 'El sexto sentido', 'El dilema (The Insider)', 'Las normas de la casa de la sidra' o 'La milla verde'. Casi nada. Y se han quedado fuera otro puñado de pequeños grandes clásicos que perfectamente podrían haber terminado con la estatuilla en casa.
En definitiva, estamos ante una década cuya cosecha en relación a los Oscar alcanzo un nivel que ha costado muchísimo ver de nuevo durante los siguientes años. De hecho, pocas ediciones posteriores han conseguido acumular tal cantidad de clásicos en una misma noche, ni siquiera aumentando el número de nominadas a Mejor película. Los 90 fueron distintos, únicos e incomparables. Y, en términos cinematográficos, cada vez se les echa más de menos.
Las ganadoras del Oscar a Mejor película de la década de los 90, de peor a mejor
'Shakespeare in Love (Shakespeare enamorado)'
Aunque las 13 nominaciones (¡!) obtenidas por 'Shakespeare in Love (Shakespeare enamorado)' parecen la señal inequívoca que ninguno supimos ver para anticiparnos a su triunfo en los Oscar celebrados en 1998, lo cierto es que las causas son otras. De hecho, se pueden resumir todas en un nombre: Harvey Weinstein, productor de la propuesta ganadora. Con él llegó una nueva manera de entender la carrera por la estatuilla, o quizá siempre fue así y este tipo hambriento de oro y gloria solamente la hizo visible al cien por cien. En cualquier caso, lo cierto es que las estrategias de promoción se convirtieron en un factor especialmente clave, terreno en el que Weinstein y su equipo se movía con una inteligencia a prueba de pronósticos, mientras que la relajación a la hora de defender y reivindicar la calidad de tu película te costaba una derrota tan segura como inesperada.
Y así fue para un Steven Spielberg que minutos después de ganar su segundo Oscar como Mejor Director por 'Salvar al soldado Ryan', y tras recibir una mirada cómplice de su protagonista, Tom Hanks, con la que el actor parecía citarle en el escenario para celebrar el triunfo de Mejor Película, tuvo que observar como una comedia de aprobado justito, simpática pero nada memorable, le arrebataba el gran premio de la noche. Una decisión incomprensible desde el punto de visto artístico, pero totalmente previsible si entendemos la carrera hacia el Oscar como un desafío en el que cada gesto, cada fiesta y cada palabra cuenta.
'Bailando con lobos'
Con su debut tras la cámara, Kevin Costner consiguió un rotundo triunfo que le situó a la altura de grandes actores que, tras pasarse a la dirección, enamoraron profundamente a crítica, público y, por supuesto, Academia. Es decir, hablamos de una ilustre lista en la que encontramos a Clint Eastwood, Mel Gibson y Robert Redford como principales referentes. Sin embargo, también es cierto que 'Bailando con lobos', el western con el que Costner logró el citado éxito, no está a la misma altura de, respectivamente, 'Sin perdón', 'Braveheart' o 'Gente corriente'. En cualquier caso, estamos ante una propuesta notable de inicio a fin, épica sin artificios, emocionante sin subrayados y clásica en su fondo y forma. Observando su puesto en esta lista, 'Bailando con lobos' es, por encima de todo, el ejemplo más claro para comprobar el altísimo nivel de las ganadoras del Oscar en la década de los 90.
'El paciente inglés'
Tras arrasar en la 69 edición de los Oscar con un total de 9 estatuillas, incluyendo Mejor película, director y actriz de reparto para una fantástica Juliette Binoche, la excelente 'El paciente inglés' sigue siendo una de esas muestras de cine profundamente clásico merecedoras de continuar recibiendo ovaciones cerradas a pesar del paso del tiempo. Y es que, de inicio a fin, estamos ante una cinta que es puro fuego en su interior, equilibrando siempre la balanza entre la pasión y el dolor, la furia y el temblor, el desgarro y la locura. Una propuesta muy cercana a lo excelente.
'American Beauty'
Llegar y besar el santo. O, lo que es lo mismo, estrenarte en el largometraje con, primero, una de las mejores películas de la década de los noventa, segundo, uno de los reflejos más sarcásticos, delirantes y, al mismo tiempo, hermosos y cristalinos de eso llamado el sueño americano y, tercero, arrasar en todos los premios de la temporada finalizando el trayecto con un Oscar a Mejor Película y Mejor Director en la mano. No es mal bagaje para Sam Mendes, un tipo curtido sobre los escenarios que, mezclando mejor que nunca los elementos teatrales con dosis de cine en estado puro, llegó a la gran industria para quedarse. Golpe sobre la mesa, tortazo en la cara de toda una filosofía de vida que tenemos la manía de contextualizar de manera demasiado específica. Esas aspiraciones, esos sueños rotos, ese patetismo, esa soledad, esa intolerancia, ese miedo e inseguridad que recorre a todos y cada uno de los personajes que forman los cimientos de la grandeza de 'American Beauty' se podrían aplicar, a la perfección, a la de cada uno de nosotros.
En fondo y forma, 'American Beauty' sigue siendo la mejor película de Sam Mendes hasta la fecha y uno de esos trabajos que, más allá de marcar una carrera, definen a toda una sociedad. Nos mira a la cara, nos deja las cosas claras, nos pone el grito en el cielo a través de susurros que escuecen, nos hace reír mientras los puñetazos en el estómago no cesan y, al final, nos dejan solos con el eco de una media sonrisa resonando en nuestra cabeza. Lo dicho, llegar y besar el santo. Pero a través de una conversación con nuestros demonios. Una obra maestra.
'Braveheart'
La segunda película de Mel Gibson como director resulta ser, además, la mejor hasta la fecha. Dejando de lado las incoherencias históricas y una subtrama romántica que nunca termina de aportar un valor especial a la narración, 'Braveheart' sigue siendo una de las propuestas más épicas, emocionantes y vibrantes de la década de los noventa.
Ganadora de 5 Oscar, incluyendo también el de Mejor director para Gibson, esta versión de la vida de William Wallace, joven escocés que luchó hasta la muerte por la libertad de su pueblo, nos mostraba a un director en pleno estado de forma, deslumbrando con su capacidad para combinar con inteligencia la delicadeza con la brutalidad, es decir, los momentos más íntimos de la historia con las deslumbrantes escenas de batalla que se suceden a lo largo de tres horas que pasan como un suspiro. Una película que mantiene siempre un altísimo nivel y que se cierra con una de esas escenas inolvidables que marcan a toda una generación. Ah, por cierto, si buscáis la mejor interpretación de la carrera de Gibson, también está aquí.
'El silencio de los corderos'
'El silencio los corderos' se estrenó el 14 de febrero de 1991. Un año, un mes y 16 días más tarde, la Academia le entregaba 5 Oscars, incluyendo los correspondientes a las categorías de Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor, Mejor Actriz y Mejor Guion adaptado. Puede que parezca simplemente una anécdota, un reconocimiento más para una película que no dejó de crecer desde que llegó a las carteleras de todo el mundo, pero estas estatuillas significan más. Mucho más. Se trata, sencillamente, de la coronación definitiva de una obra maestra que aguantó el paso del tiempo incluso en el terreno más peligroso, el de los premios de la industria, siempre obsesionados con trabajos que aparecen en el último momento dispuestos a arrasar con todo.
La cuestión es que, en el caso de esta adaptación de la novela de Thomas Harris, la sensación de estar ante un clásico era tan potente que había que estar ciego para no ver que se trataba de la película más importante del año. Y una de las de la década que acababa de comenzar. Thriller perfecto de inicio a fin con un reparto apabullante, un villano inolvidable y una protagonista convertida automáticamente en icono cinematográfico, 'El silencio de los corderos' resume toda la grandeza que puede tener el género, devorando expectativas y manteniendo ese don de no envejecer. Una de las obras maestras más apasionantes de los noventa. Y de la historia del cine.
'Sin perdón'
Con 'Sin perdón', Clint Eastwood recogió el guante que John Ford había dejado décadas atrás en el aire con la apabullante 'El hombre que mató a Liberty Valance' y retomó la senda del western crepuscular forjado por la soledad del héroe, el pesimismo en medio de las balas, los silencios en blanco y negro, el debate moral antes de cada disparo y los demonios omnipresentes.
Clint igualó a su maestro, Sergio Leone, a base de esquivar precisamente las claves más representativas de las películas que llevaron a cabo juntos y que habían llevado al género a otro lugar, ni mejor ni peor, diferente. Es decir, su alumno devolvió al western esa profundidad psicológica, ese clasicismo olvidado a favor del éxtasis visual y la épica desmedida. Esta obra maestra que respiraba grandeza en cada uno de sus fotogramas, está considerado por la inmensa mayoría como el mejor trabajo de Eastwood hasta la fecha. Uno de los mejores westerns de la historia del cine, una obra repleta de personajes inolvidables que forman ya parte de algunos de los momentos imprescindibles del séptimo arte.
'Forrest Gump'
Robert Zemeckis, que venía de dirigir la infravalorada 'La muerte os sienta tan bien', daba el salto definitivo al drama, con ligeros toques de comedia, eso sí, con 'Forrest Gump', una de esas películas en las que todo funciona a la perfección, superando expectativas y prejuicios. Una propuesta que tenía, y sigue manteniendo, una envidiable capacidad para conquistar a todo tipo de público, un poder que no perdió efectividad en lo que respecta a los académicos.
En una carrera que empezó con el (supuesto) favoritismo de 'Cadena perpetua' y que continuó con muchos espectadores cruzando dedos para que 'Pulp Fiction' consiguiera el triunfo final, 'Forrest Gump', con un inconmensurable Tom Hanks al frente, terminó convertida en la gran vencedora. Justicia.
'Titanic'
Aunque el tiempo haya generado una sorprendente corriente de opiniones negativas sobre ella, como si de repente millones de espectadores se hubieran puesto en común en tirar por tierra todas y cada una de sus inmensas virtudes, 'Titanic' es el último gran romance trágico del Hollywood más clásico. Nos hacemos viejos y ya podemos decir aquello de que ya no se hacen películas así. James Cameron partió de un guion básico, tan carente de sorpresas como sobrado de efectividad, para construir una película deslumbrante en su exceso, tradicional en su romanticismo, capaz de generar escenas inolvidables con una facilidad pasmosa.
Leonardo DiCaprio y una soberbia Kate Winslet se convirtieron en una de las parejas cinematográficas del siglo, con una química que aún sigue despertando suspiros generales, provocando que todos sufriéramos con y por ellos desde el mismo momento en el que aquel maldito iceberg cambió todo. Afortunadamente, sus defensores seguimos siendo más. Y la Academia, con la recompensa que le otorgó de, nada más y nada menos, que 11 Oscar, se suma gustosa a la defensa de este monumento cinematográfico.
'La lista de Schindler'
Cuesta añadir algo a todo lo que se ha dicho, escrito y analizado sobre 'La lista de Schindler' desde el momento en el que impactó al mundo entero. Un golpe emocional estructurado en base a la maestría de un director, de nuevo Steven Spielberg, que alcanzaba, al fin, el respeto masivo de la industria más allá de su demostrado e impecable talento para conquistar la taquilla.
La película definitiva sobre el Holocausto, la perfección en fondo y forma, un milagro que contaba con la inestimable ayuda de la composición musical de John Williams y de un reparto perfecto para terminar de redondear el prodigio. Una obra maestra de una belleza que araña el corazón, elegante hasta decir basta, conmovedora sin manipular, implacable a la hora de colocar el nudo en la garganta de un espectador que, décadas más tarde, sigue sintiendo la forma en la que se eriza su piel cada vez que se reencuentra con sus memorables imágenes. El dolor, el respeto. Historia del cine. Y de los Oscar.