George Clooney ha resultado herido de levedad tras sufrir un accidente de tráfico en Cerdeña, Italia. Según han informado medios locales, el actor se encontraba circulando en moto por una vía junto a la costa cuando chocó contra otro vehículo.
Clooney fue ingresado de urgencia en el hospital de Olbia, donde ya ha sido dado de alta. Medios como el Corriere della Sera señalan que el actor y director de 'Los idus de marzo' o 'Monuments Men' podría haber sufrido un leve traumatismo en la pelvis.
Clooney se encontraba en la isla rodando 'Catch 22', miniserie basada en el libro del mismo título escrito por Joseph Heller que el actor dirigirá y protagonizará para Hulu. El intérprete acababa de abandonar el hotel donde estaba alojado cuando sufrió el accidente. Se ha reportado que el propio conductor del coche con el que Clooney chocó fue quien avisó a los servicios de emergencias.
En 2007, Clooney también sufrió otro accidente de tráfico cuando viajaba con su ex pareja, Sarah Larson, en Nueva Jersey, durante un descanso en el rodaje de 'Quemar después de leer'. En aquella ocasión, el actor se fracturó una costilla y ella se torció el tobillo, siendo ambos ingresados en el hospital y dados de alta al poco tiempo.
¿Qué veremos en 'Catch 22'?
'Catch 22', la serie que se encuentra rodando George Clooney para Hulu, estará ambientada en la Segunda Guerra Mundial y nos narrará la historia del capitán John Yossarian. Su argumento seguirá a este personaje en su intento de hacerse pasar por loco para poder dejar el servicio militar, siendo una sátira bélica que adapta la novela escrita por Joseph Heller en 1961.
Las películas del George Clooney director
'Confesiones de una mente peligrosa'
Clooney no dudó en estrenarse como director con una propuesta arriesgada, como es el caso de 'Confesiones de una mente peligrosa' (2002). Nada menos que lidiar con el universo excéntrico del singular guionista Charlie Kaufman, que quiebra los límites del relato con una sinuosidad en la que resulta complicado saber cuando estamos en el plano real o en el plano imaginario. Posteriormente el estilo de Clooney se ha definido por una sobriedad de raigambre clásica en el que la cámara no se hace notar demasiado, ni se juega demasiado con la estructura de la narración. Pero en su opera prima decidió demostrar que sabía cuáles eran las entrañas de la construcción de un relato y cómo desmontarlo y volverlo a remontar para dejar en evidencia cuánto de ficción hay en nuestras propias vidas. Aunque sea con casos tan extremos como el que refleja en Chuck Barris (Sam Rockwell), productor de televisión y espía (según él contó en su autobiografía). Un delirio, quizá real, quizá ficticio, con el que Clooney no deja de exponer cómo su país se rige por las apariencias, y cómo en sus interines se cuecen turbias tramas que no dejan de estar cercanas al delirio (un programa de televisión no se puede diferenciar mucho de las estratagemas políticas, como también había reflejado el guión de David Mamet en 'La cortina de humo' de Barry Levinson. Muchas mentes peligrosas parecen regir las bambalinas de las principales posiciones de poder, en los medios, en las empresas y en los corredores de la política. Clooney se enffrenta a un relato que dribla al propio espectador con una soltura que no había tenido Spike Jonze con sus celebradas adaptaciones de guiones de Kaufman, 'Cómo ser John Malkovich' o 'Adaptation (El ladrón de orquídeas)', que hacían pensar que su derroche imaginativo tenía que ver más con el guionista que con el cineasta. Con Clooney no hay dudas, no iba a rebufo de las ocurrencias del guión. Fue la mejor adaptación de un guión de Kaufman hasta que Michel Gondry hizo tres años después '¡Olvídate de mí!'.
'Buenas noches y buena suerte'
Recibió seis nominaciones en los Oscar. Clooney, por partida doble, como guionista y director. Retorna, con 'Buenas noches, y buena suerte' (2005), a los inicios de la televisión, y a un modelo de periodismo que no tuvo la continuidad que debiera tener. O no con la frecuencia que sería deseable. La rodó en color, pero la viró en blanco y negro. Es una forma también de intentar reflejar un presente turbulento en las miasmas del pasado, como en otra línea 'Shutter Island' de Martin Scorsese. Entonces y ahora se intenta amordazar a los que cuestionan el poder. O cómo los despropósitos del presente, los abusos del poder,ya tienen su raíz en el pasado. Recordemos que durante aquellos años George Bush jr se encontraba en el poder, y el descontento se acrecentaba en el país, hasta su culmen con el colapso financiero en el 2008, y la recuperación de la ilusión con la elección de Obama como presidente. En aquellos años cincuenta, el pensamiento progresista era perseguido, o intentaba ser anulado, con la excusa de la pertenencia al partido comunista (demonizado como el enemigo principal pese a las alianzas durante la segunda guerra mundial). Lo importante era minar la molesta discrepancia interrogante. Y de eso se encargó el Comité de Actividades Antiamericanas regido por el senador McCarthy. El programa de Edward Morrow (David Strathairn) no pretendía que el espectador se distrajera, quería que reflexionara, no aceptaba que los poderes impusieran su mirada y la ciudadanía acatara sus designios. Se revolvía contra todo ínfula de autoritarismo que no sólo no acepta la discrepancia sino que la persigue. No deja de ser el ideario del propio Clooney. Murrow se enfrentó a McCarthy desde su programa, y abríó una brecha que evidenciaba que era posible decir las cosas claras sin temer represalias o el abandono de los sponsors comerciales, e incluso derrotar al autoritarismo. La televisión puede influir para bien, ser un arma de ilustración y resistencia. Y lo mismo el cine, no sólo un placer recreativo. Ese mismo año Clooney ganaría el Oscar al mejor actor secundario por una producción suya, 'Syriana', la obra que mejor ha radiografiado el conflicto por el petroleo en Medio Oriente.
'Los idus de marzo'
Es importante la imagen que proyectas en política, hay que proyectar la imagen de dignidad e integridad. En 'Los idus de marzo' (2011), se disecciona su falsedad. Nada nuevo bajo el sol, pero lo plantea con una precisión narrativa que sabe sortear lo accesorio e ir directamente al grano, o a la yugular. Y utiliza un recurso arquétipico sin que sepa a manido: la mirada del joven que aún cree en lo que hace y que se confronta con la podredumbre del escenario de su ilusión. El jefe de prensa (Ryan Gosling) de un candidato demócrata a la presencia (Clooney) piensa que con la política se podrán aplicar medidas que influyan positivamente en la vida de la gente y que mejoren la justicia social. Pero lo que prevalece es el juego sucio y la doblez, las alianzas interesadas y turbias. Su expresión en el plano es, en ese sentido, el sombrío reflejo de la decepción. Clooney y Heslov se alían con Beau Willimon (autor de la obra teatral adaptada), quien dos años después crearía la magnífica serie 'House of Cards', otra rotunda disección de las arenas movedizas del escenario político. Alexandre Desplat compone una de sus más inspiradas bandas sonoras, y el reparto no puede ser más impecable: Philip Seymour Hoffman, Paul Giamatti, Evan Rachel Wood y Jeffrey Wright acompañan con su desbordante talento al propio Clooney, quien utiliza con habilidad su propio carisma para desmontar los pies de barro del carisma de un político que parece que va a transformar la sociedad con sus reformas y valores progresistas. Clooney también ofrece una de sus más inspiradas resoluciones de puesta en escena: El largo plano, con travelling, de acercamiento al coche en cuyo interior un político que se desprende del elemento que ya no es útil en el juego en las sombras (en fuera de campo) en el que se dilucidan y definen quiénes son los que protagonizan el escenario principal. 'Los idus de marzo' es otra lección. Un espejo que muestra que los canallas pueden ser castigados, a la vez que refleja la emponzoñada maraña con la que manipulan las apariencias para condicionar nuestra percepción.
'Monuments Men'
El humor en las películas de Clooney funciona mejor cuando es más tenebroso o cáustico, como en su opera prima. Si no se diluye en una amabilidad que parece deshacerse de la mordiente necesaria. 'Ella es el partido' (2008) era un voluntarioso intento de recuperar la vibración de la mejor época de la comedia estadounidense, la screwball comedy de los 30 y 40, aquella inspiración desatada. En estos tiempos que la comedia ha perdido los signos vitales del ingenio y se ha idiotizado hasta extremos no imaginados, hasta su ritmo se ha vuelto artrítico, perdido esa febrilidad, a galope tendido, que caracterizaba las comedias de Howard Hawks o Preston Sturges. Y 'Ella es el partido' sobre todo adolecía de un ritmo demasiado desvaído. Aun grata, tenía algo de homenaje museístico, que no se encuentra en las comedias de los hermanos Coen en las que ha colaborado, que combinan inspiración de un modelo y renovación, como 'Crueldad intolerable' o 'Quemar después de leer'. 'Monuments Men' (2014) logra estar más equilibrada, pero también parece, no en el mejor sentido, una obra del pasado, como si se le hubiera sacudido recientemente las polillas. Cuando mejor funciona es cuanto más grave y sombrío se pone, cuando la tragedia surca la narración, como es el caso de las muertes de Jean Dujardin o Hugh Bonneville. Se agradece su intento de recuperar, y por ello intentar insuflar en su aborregada sociedad, el aprecio por la cultura, por el arte, a través de un grupo que intenta recuperar las obras de artes antes de que caigan en manos de los alemanes en los pasajes finales la segunda guerra mundial. Es otra reconstituyente metáfora que alienta la ilustración, y aun estimable, resulta tan amable que no deja de balancearse sobre el abismo de la indiferencia. Como si toda la película fuera una transición hacia una obra de mayor calado.