A poco que uno investigue acerca del movimiento bautizado como 'New Queer Cinema', es fácil que encuentre asociado el nombre del canadiense Burce LaBruce junto a otros tan célebres como Greg Araki o Todd Haynes. El mencionado movimiento, cuyo nombre acuñó a principios de los noventa la revista 'Sight & Sound', se caracteriza por la voluntad de los cineastas de huir del buenismo habitual en cierto cine de temática homosexual -en el que los personajes muestran un continuo ejemplo de superación y buena conducta- para poder reflejar sin censuras la diferencia sexual, alejándose de las convenciones heterosexuales aplicadas muy a menudo al cine gay.
Desde que LaBruce presentara la transgresora 'No skin off my ass' en 1996, se ha convertido en un enfant terrible de los festivales de cine independiente. Cumplidos los 50, LaBruce presenta 'Gerontophilia', un incómodo acercamiento al sexo en la tercera edad y a la atracción por ancianos que experimenta un joven y apuesto enfermero. El film parte obviamente con la voluntad de provocar a los prejuiciosos, como toda su filmografía. Sin embargo, si algo se le puede reprochar a esta fantasía surreal
-por el idílico tratamiento de la relación, casi una revisión de La Cenicienta trasladada a una residencia de ancianos gay- es precisamente lo blando de su mensaje, que contrasta con el atrevimiento de ciertas escenas de impacto, por mostrar aquello ante lo que solemos apartar la mirada.
Historia de enredos coreana
También se proyectó ayer lo nuevo del coreano Hong Sang-Soo, otro habitual de los festivales y uno de los niños mimados del cine independiente asiático. Su película 'Our Sunhi' -una comedia romántica sobre la relación de una estudiante de cine, su exnovio y su profesor- sigue los esquemas habituales de su filmografía, plagada de referencias, metalenguaje y una trabajada estructura circular. Film luminoso y con agradecible sentido del humor, al que solo cabe reprocharle que sus personajes parezcan demasiado a menudo -y esto es una constante en el cine del realizador- meras fichas de parchís con las que el director juguetea para construir su brillante ejercicio narrativo.
