Si el impulso fuera un actor, es bastante probable que tuviera el rostro, los gestos y la personalidad interpretativa de Russell Crowe. Una mirada que puede resultar tan feroz como vulnerable, un físico tan imponente como frágil y, por encima de todo, un talento utilizado al servicio de lo mejor y lo peor. Y es que, por suerte y por desgracia, hemos tenido la oportunidad de ver a Crowe protagonizando tantas películas memorables como intrascendentes, por acudir al término más benevolente posible, a lo largo de una trayectoria marcada por los excesos y la intensidad.
Sin embargo, incluso en propuestas claramente menores, el intérprete neozelandés ha conseguido destacar entre el resto de elementos por una cuestión de puro carisma y personalidad. Porque Crowe es un tipo que llena la pantalla con suma facilidad, resultando siempre una presencia lo suficientemente contundente como para querer conocer en profundidad a sus respectivos personajes. En ese sentido, las diez películas que conforman este especial suponen los puntos más altos de un actor que, cuando está al cien por cien, alcanza la más envidiable de las alturas.
Un conjunto de trabajos sobresalientes que, especialmente gracias a una etapa muy concreta de su carrera, sirvieron para convertirle en uno de esos intérpretes que consiguen justificar el visionado de una película solamente por su participación en ella. Por eso, y más allá de la evidente irregularidad de sus últimos pasos profesionales, siempre acudiremos a la llamada del impulso de Russell Crowe. Y del talento.
Los mejores papeles Russell Crowe
'Gladiator'
Pocos podían pensar que la década de los 2000 se inauguraría con la resurrección del péplum. De nuevo, y sin previo aviso, llegaba a la cartelera una película de romanos, gladiadores que se juegan la vida en la arena, traiciones susurradas, puñaladas por la espalda y dedos hacia abajo que indican malas noticias. La taquilla se volvió loca, los críticos también y hasta los Oscar se dejaron contagiar por 'Gladiator', un trabajo que, puestos a fomentar la resurrección, sirvió para volver a inyectar vida a la carrera de Ridley Scott.
Una historia de venganza épica hasta decir basta, un protagonista antológico, Máximo, un intérprete en el mejor momento de su carrera, Russell Crowe, quien terminó llevándose la estatuilla a Mejor actor por su sobresaliente trabajo, y un cineasta que, al fin, volvía a mostrar algunas de sus mejores virtudes. Una combinación perfecta.
'El dilema (The Insider)'
La primera nominación al Oscar de Russell Crowe llegó gracias a su impecable trabajo en 'El dilema (The Insider)', la no menos extraordinaria película dirigida por el gran Michael Mann. Una interpretación que, junto a la de su imponente compañero, Al Pacino, y al resto de elementos que conformaban la película, terminaban atrapando al espectador de manera más que contundente en la butaca. Un espectacular thriller basado en hechos reales y ambientado en el terrible mundo de la industria del tabaco donde, sin prisa pero sin pausa, se va tejiendo una red dramática de la que resulta (afortunadamente) imposible escapar. Una película que, como el trabajo de Crowe, te pasa por encima. Un KO de manual.
'L.A. Confidential'
Pese a que Guy Pearce, Kevin Spacey y, sobre todo, Kim Basinger se terminaron llevando la mayoría de ovaciones por sus respectivas interpretaciones, conviene remarcar la demostración de talento, presencia y contundencia que ofreció Russell Crowe en la maravillosa 'L.A. Confidential'. Capaz de incendiar la pantalla en el mismo instante en el que aparece en plano, el actor firma un trabajo de un equilibrio casi perfecto entre brutalidad y sutileza, puñetazo y mirada triste, impulso y cabeza fría. Una interpretación magnífica. Al nivel de la película.
'Una mente maravillosa'
Su trabajo en 'Una mente maravillosa' supuso la tercera nominación consecutiva al Oscar para Russel Crowe. Casi nada. De hecho, puestos a entrar de lleno en el terreno de la hipótesis, su derrota a favor de Denzel Washington por 'Training Day (Día de entrenamiento)' apunta más a la tradicional reticencia de la Academia por entregar dos estatuillas seguidas que por deméritos de Crowe.
Y es que, a la hora de hablar del valor artístico de este biopic de manual dirigido con la solvencia característica de Ron Howard, es imposible no ensalzar como elemento diferenciador el inconmensurable trabajo del actor, auténtico motor, músculo y corazón de la cinta. En un papel en el que, sin lugar a dudas, muchos compañeros de oficio hubieran ofrecido un festival del exceso, Crowe aporta la medida justa en todos los aspectos, calculando a la perfección el uso de sus recursos interpretativos. Talento en estado puro.
'Master and Commander: Al otro lado del mundo'
Si la entrega de la medalla de oro a La Mejor Aventura del Siglo XXI dependiera de la crítica, tendríamos una ganadora segura: 'Master and Commander: Al otro lado del mundo'. Una joya repleta de clasicismo dirigida por el imprescindible Peter Weir, entregado en cuerpo y alma a la elaboración de una película que recogiera el eco de las propuestas más lúdicas del cine náutico sin dejar de aportar una impresionante profundidad psicológica y dramática a sus personajes.
De esta forma, Russell Crowe y Paul Bettany, impecables en cada una de sus escenas, tanto individuales como compartidas, protagonizan una amistad repleta de matices y duelos al sol del océano que cautivan por su combinación de fuerza y delicadeza, infierno y calma, tempestad y paz. 'Master and Commander: Al otro lado del mundo' es una gran película de aventuras, sí, pero también es mucho más. Y uno no se cansa de intentar descubrir cada uno de sus rincones.
'El tren de las 3:10'
Una de las imágenes más característica y emocionantes de ese maravilloso género cinematográfico llamado western es la de un tren cualquiera llegando a un pueblo cualquiera que espera con mezcla de expectación e incomodidad a sus nuevos habitantes. En ese sentido, si echamos la vista atrás, hasta el año 2007 exactamente, nos encontramos con 'El tren de las 3:10', remake de la estupenda película homónima de 1957 protagonizada por Glenn Ford, en un papel que heredaba en esta ocasión un perfectamente comedido Russell Crowe, en la que un hombre en una situación económica desesperada, gran Christian Bale, se presta como voluntario para acompañar a un peligroso forajido hasta el pueblo donde debe coger ese tren de hora marcada que le lleve hacia su final.
El destino sobre raíles, la puerta hacia la soledad y el dolor, el horizonte marcado por el miedo y representado por un imponente vehículo que es, dependiendo de los ojos con los que lo mira cada personaje, salvación y condena. No es uno de los grandes western de los últimos años, pero está más cerca del sobresaliente que del aprobado justo. Y gran parte de culpa la tiene su inmenso dúo protagonista.
'American Gangster'
La grandeza de 'American Gangster', la cual, por cierto, conviene subrayar con mayor frecuencia, es el resultado de la suma de varios factores:
- Un guion espléndido.
- Un montaje excepcional.
- Una dirección sobresaliente firmada por Ridley Scott.
- Denzel Washington en permanente estado de gracia.
- Russell Crowe al máximo de su potencial.
De esta forma se consiguen casi 160 minutos de cine de altísima calidad, que atrapa, impacta y entretiene con la misma envidiable facilidad.
'Dos buenos tipos'
'Dos buenos tipos', una de las mejores películas de esa extraña mezcla de guionista superestrella y director maldito llamado Shane Black, es, en sí misma, una sorpresa constante. Una propuesta explosiva y repleta de buenas ideas donde se mezclan con bastante gracia 'Boogie Nights', 'Puro Vicio', 'Arma Letal' o, claro, 'Kiss Kiss Bang Bang', la (todavía hoy) cinta más redonda de Black. Influencias, cuidado, no comparaciones.
Afortunadamente, lejos de lamentarnos por la tragedia de este explosivo cóctel, toca celebrar por todo lo alto sus aciertos, resumidos muchos de ellos en el reencuentro con un Russell Crowe en plena forma y el descubrimiento absoluto que supone Ryan Gosling como artefacto cómico de primer nivel. La sorpresa dentro de la sorpresa, el as que eleva a 'Dos buenos tipos' al notable. Un entretenimiento brillante en sus mejores momentos, inteligente en su manejo de la intriga y, por encima de todo, muy divertida. Una vieja y conocida melodía interpretada con talento y entusiasmo.
'La sombra del poder'
Tras una nueva colaboración con Ridley Scott en la notable 'Red de mentiras', Russell Crowe volvía al thriller con 'La sombra del poder', brillante adaptación a la gran pantalla de la miniserie homónima emitida en la BBC. Dirigida con un envidiable sentido del ritmo por Kevin Macdonald, esta historia de intriga periodística y política se servía de un guion medido al milímetro, una elegante y efectiva puesta en escena y, sobre todo, un magnífico reparto para elevarse frente a otras propuestas de corte similar mucho más cercanas a la rutina y el tópico.
Crowe, por su parte, lidera a un conjunto de intérpretes cinco estrellas donde destacan Ben Affleck, Rachel McAdams, Robin Wright, Jason Bateman, Helen Mirren o Jeff Daniels, entre otros, con convicción y sobriedad, manteniendo siempre el tipo y subrayando la entrañable integridad profesional y humana de su personaje. Otro trabajo sobresaliente en su cuenta.
'Cinderella Man'
Tras arrasar en los Oscar con 'Una mente maravillosa', Russell Crowe y el director Ron Howard repetían jugada y, bueno, intenciones, con 'Cinderella Man', la historia real de James J. Braddock, un boxeador retirado que decide volver al cuadrilátero en plena época de la Gran Depresión para salvar a su familia de una situación bastante delicada. Sin embargo, la taquilla y la Academia no se mostraron tan entusiasmadas en esta ocasión, algo que terminó lastrando sus expectativas de rascar algo en la temporada de premios.
Un mal menor para una cinta que, liderada por un maravilloso Crowe, el cual se muestra especialmente inspirado en los momentos más emotivos de la cinta, y con Paul Giamatti robando planos a diestro y siniestro, termina entregando un drama visualmente impecable, rodado e interpretado con sabiduría, sin estridencias, siempre jugando sobre seguro, anclado en una zona tan saludable como el clasicismo bien entendido. El Hollywood más reconocible.