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PRECRÍTICA

'Gordos', la curva de la felicidad

Daniel Sánchez Arévalo retoma su habitual simbiosis entre comedia y drama, historias y personajes. En fin, como la vida misma.

Por Óscar Martínez 9 de Septiembre 2009 | 13:56

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Tras una larga carrera como realizador de cortos, Daniel Sánchez Arévalo saltó al formato del largometraje con 'Azuloscurocasinegro', película que le valió 3 Goyas en 2007, incluido el de Mejor Director Novel. Con 'Gordos', el cineasta madrileño retoma tanto a actores como recursos, confeccionando una historia coral en la que los personajes predominan por encima de las historias que protagonizan, y donde comedia y drama vuelven a fundirse con sutileza, si bien en esta ocasión la primera predomina por encima de la segunda.

'Gordos', la curva de la felicidad

'Gordos' narra la historia de un grupo de terapia cuyo punto en común radica en su sobrepeso y en cómo dicho estado físico repercute en sus vidas. O al menos, eso es lo que nos muestra a priori el segundo largometraje de Sánchez Arévalo, quien a través de dicha convención física y del relato coral que de ella surge, nos brinda un meritorio retrato costumbrista de unos personajes próximos y afines al espectador, cuyo estado físico y anímico mantienen una relación mucho más estrecha de lo que ellos mismos sospechan.

Con un ritmo sorprendentemente fluído para sus casi dos horas de duración, y con un dilatado abanico de subtramas que, en ocasiones, parecen desprenderse más de lo necesario del hilo conductor general, 'Gordos' focaliza toda su atención en la autosuperación de los diversos estados anímicos que llevan a sus protagonistas a comer de manera compulsiva. Así pues, la gordura de los personajes del film de Sánchez Arévalo no es sino el reflejo de sentimientos como la culpa, el tedio o la ansiedad, la somatización de aquello que los aflige y los hace infelices.

'Gordos', la curva de la felicidad

¿Una patatita?

De este modo, Sánchez Arévalo nos lanza un mensaje optimista en líneas generales, en el que la búsqueda de la felicidad interior del individuo se antepone ya desde los primeros compases de película a ese bienestar físico idolatrado por la sociedad contemporánea. Partiendo de dicha base, 'Gordos' se encuentra mucho más próxima a narrarnos la catarsis espiritual de sus protagonistas que la meramente física, en un film que oscila incesantemente entre el drama cotidiano y la comedia de enredo, entre diálogos memorables y gags zafios a más no poder.

Pero, por encima de todo, 'Gordos' atrapa al espectador gracias a la fluidez con la que se entrelazan sus historias y personajes, a una distendida cotidianidad que en ocasiones es llevada al absurdo sin que por ello se pierda un ápice de credibilidad. Bien es cierto que, en esta ocasión, Sánchez Arévalo tiende más a la comedia que al drama, y que ciertas historias y personajes parecen haber sido en exceso diseñados para agradar, pero éstas no son sino pequeñas lacras en un conjunto más que loable al que, todo hay que decirlo, se le echa en falta cierta crudeza a la hora de retratar ese claroscuro de emociones que es la vida.

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