Cuando comenzaba a parecer que la secuela de 'Guerra Mundial Z' nunca vería la luz, los productores de la cinta, Dede Gardner y Jeremy Kleiner, aprovecharon para hablar con Variety y confirmaron que el proyecto no solo sigue adelante con David Fincher como director y Brad Pitt, uno de sus colaboradores habituales, como protagonista, si no que además ofrecieron detalles sobre el inicio del rodaje: "Vamos a comenzar a rodar en junio".
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? Variety (@Variety) October 9, 2018
Aparentemente, el film comenzará a rodar en Junio de 2019, con la vista puesta en el 2020 como año del estreno. En un principio, uno de nuestros cineastas más internacionales, Juan Antonio Bayona, estaba ligado al proyecto como director. Pero Bayona tuvo que rechazar la oportunidad de trabajar en 'Guerra Mundial Z 2', el título provisional que Paromunt ha utilizado para hablar del proyecto, por sus compromisos con Universal Pictures, que ya había fichado al director para filmar 'Jurassic World: El reino caído'.
Sale Bayona, entra Fincher
Por suerte para Paramount, Brad Pitt aún conserva una gran relación con David Fincher, con quien ha trabajado en 'El club de la lucha', 'Seven' y 'El curioso caso de Benjamin Button'. Y, a pesar de la negativa inicial de Fincher, la dupla de director y actor volverán a reencontrarse una vez más en junio del próximo año.
Una fecha algo alejada en el tiempo, debido a lo ocupados que ambos han estado, y van a estar, últimamente. Por su parte, Fincher continuará su colaboración con Netflix en la segunda temporada de 'Mindhunter'. Mientras que Pitt sigue rodando 'Once Upon a Time... in Hollywood' de Quentin Tarantino.
A pesar del retraso en la producción, hay motivos para ser optimistas con respecto a 'Guerra Mundial Z 2'. Especialmente si se tiene en cuenta el historial de las colaboraciones entre Fincher y Pitt.
David Fincher, de peor a mejor
'Alien 3'
Lo más divertido e interesante que presenta la saga 'Alien' es su capacidad para mutar de entrega en entrega. No hay una igual a la otra, apostando cada una de ellas por un estilo, un ritmo y un conjunto de decisiones visuales completamente diferente entre sí. La atmósfera y el espíritu se mantienen intactos, pero la atracción siempre va un paso más allá. Esta situación también lleva consigo una irregularidad inevitable, mostrando las diferencias entre los distintos autores, pero lo que uno menos podría esperar es que, en esta ruleta rusa, el tiro en la frente se lo terminara llevando el mismísimo David Fincher.
A estas alturas todos conocemos que su experiencia en el rodaje de 'Alien 3' no fue, ni muchísimo menos, agradable, siendo públicas sus luchas constantes con los productores a la hora de dar forma a un planteamiento que el cineasta tenía muy claro, pero la gran perjudicada de todo este conflicto, lamentablemente, terminó siendo la película. Y es que, tras un arranque bastante potente, esta secuela refleja a la perfección ese enfrentamiento, con un director que se desconecta por completo de la historia y termina apostando por la rutina y el ruido. La entrada de Hollywood del que más tarde se convertiría en el mayor genio de su generación no fue la deseada, pero Fincher aprendió algo: a partir de ese momento sería ÉL el que mandara.
'The Game'
Después de reinventar un género por completo, el thriller, con una obra maestra incontestable, 'Seven', David Fincher decidió ponerse a jugar. Consciente de estar ante un listón insuperable por motivos que iban mucho más allá de lo estrictamente cinematográfico, el cineasta agarró el guion firmado por John Brancato y Michael Ferris y, con la inestimable ayuda de una versión sobresaliente de Michael Douglas como perfecto protagonista, se vistió de Hitchcock contemporáneo. Y le salió de maravilla.
'The Game', como todas las propuestas de este tipo, se la juega a una carta final que es la que termina desnivelando la balanza hacia el lado del triunfo o la decepción, dependiendo siempre de los ojos con la que se mira, y no fueron pocos los que se llevaron las manos a la cabeza cuando este endemoniado pastel de entretenimiento casi perfecto desvelaba su verdadera naturaleza. En el otro lado, nos situamos aquellos que disfrutamos como enanos de un auténtico parque de atracciones de la intriga y el suspense medido y trazado con pulso quirúrgico. Un genio pasándoselo pipa detrás de la cámara. Irresistible.
'La habitación del pánico'
La tentación después de ver, otra vez, 'La habitación del pánico', la película más infravalorada de la impecable trayectoria de David Fincher, es la de quedarse con el virtuosismo de la deslumbrante dirección, un acabado formal que parece eclipsar todo lo demás y que, por cierto, se ha descubierto en los últimos años como importante fuente de influencia dentro del género.
En cualquier caso, si aprendemos a combinar el fondo con la forma, nos encontraremos con dos personajes femeninos de indudable fuerza, una madre y una hija interpretadas por Jodie Foster y Kristen Stewart con una convicción y entrega a prueba de balas. Un reflejo de la protección materna por encima de todas las cosas, cuidando y defendiendo el reino de lo que es suyo y jamás se le podrá quitar. Todo lo demás es secundario. Y hasta Fincher lo sabe.
'Perdida'
Una vez hemos visto (por enésima vez) 'Perdida', parece sencillo. Pero no lo era, en absoluto. El material que cae en las manos de David Fincher (en pie) tenía todos los elementos para identificar un caramelo envenenado, sabroso al principio pero terrible después. O, mejor dicho, sobre el papel todo bien, sobre la pantalla misión imposible. La doble narración del relato, los giros inesperados, la tensión latente, el ser o no ser, el género variante, parecer una cosa, hablar de otra, elaborar por encima del thriller una reflexión loca y exagerada del matrimonio. La primera decisión acertada fue que Gillian Flynn, autora del best seller en el que se basa la película, se encargara también del guion.
La segunda, y más importante, que Fincher se pusiera detrás de la cámara. Incluso aquellos elementos que pensamos que fallarían (Ben Affleck) terminan saliendo redondos. Vibrante juego de ajedrez mental para el espectador, festival de delirios e imágenes impactantes, 'Perdida' encontró en su salto a la gran pantalla un lenguaje visual tan espectacular como de costumbre, un ritmo imparable, una atmósfera robada de las hojas impresas y una Rosamund Pike que convierte a su Amy en un icono total. ¿Es siempre mejor el libro que la película? No. Aquí un nuevo ejemplo.
'Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres'
David Fincher convirtió esta historia de asesinos en serie, desapariciones y periodismo de investigación conocida por millones de lectores en algo nuevo y excitante, amplificando los trazos de perturbación que la novela terminaba ocultando bajo los temibles golpes de efecto. Desde sus inolvidables títulos de crédito, 'Millenium: Los hombres que no amaban a las mujeres' justifica su (re)lectura cinematográfica con una puesta en escena primorosa, una fotografía convertida en característica clave de los últimos trabajos del director y una banda sonora compuesta por Trent Reznor y Atticus Ross que consigue crear una atmósfera de desasosiego constante.
Lisbeth Salander es parte de la historia de la literatura contemporánea. Fincher lo es del cine. Y la combinación de ambos no podía saldarse con otro resultado que no fuera una película tan poderosa como la que tenemos frente a nosotros. La fuerza de un director que, al igual que las novelas de Larsson, esconde tras su armadura de artista de culto a un genio universal. Y popular.
'Zodiac'
El asesino sin rostro. Implacable. Aterrador. Con una presencia basada de manera casi exclusiva en la invisibilidad, en la intuición, en la tensión capaz de destrozar nervios y uñas, el asesino del zodiaco recorre todos y cada uno de los fotogramas de 'Zodiac', esa obra maestra, una más, de David Fincher, que volvió a transformar el modelo de thriller que él mismo había dinamitado con 'Seven' desde dentro.
Apostando por los avances que no terminen en ningún lugar, a hombros de la sospecha más inconsistente, pendiente siempre de un hilo de intriga. Un relato basado en hechos reales que juega permanentemente con el espectador de la misma forma en la que lo hace el psicópata principal. ¿Su identidad? Es lo de menos. Importa su sombra.
'El club de la lucha'
"Me has conocido en un momento extraño de mi vida". Edward Norton, en esos años en los que parecía (¿o era?) el mejor actor del mundo, respondía de esta manera al gesto de terror y extrañeza de una Helena Bonham Carter que, junto a un excelso y explosivo Brad Pitt, nos habían acompañado a lo largo de 140 minutos de cine valiente, delirante, arriesgado y magistral.
David Fincher confirmaba su estatus de director esencial con 'El club de la lucha', hipnótico viaje al fondo de una mente enferma que encuentra su paralelismo perfecto con la sociedad que le rodea. Todo era imprevisible, delirante y brutal en esta obra maestra que no ha perdido ni un ápice de su poder e impacto.
'El curioso caso de Benjamin Button'
El tiempo como excusa para firmar una de las historias de amor más surrealistas, geniales, poéticas y especiales vistas en el cine a lo largo de la pasada década. Así lo planteó (y consiguió) un inspiradísimo, como de costumbre, David Fincher que, en esta ocasión, se volvía a asociar con la mejor versión posible de un Brad Pitt que pocas veces ha estado mejor para ofrecer una clase magistral de cine tierno y delicado con 'El curioso caso de Benjamin Button', preciosa reflexión acerca de la eterna relación entre el paso y el peso de las agujas del reloj y las relaciones humanas.
Una proeza visual y narrativa que contaba también con la inestimable ayuda de una Cate Blanchett hipnótica capaz de reflejar en sus ojos todos los calendarios perdidos durante mil y un viajes de ida y vuelta. Heridas y cicatrices de un amor imposible que, junto a sus puntuales destellos de romanticismo inolvidable, convertían la película en otro auténtico regalo.
'La red social'
No se trata solo de una demostración de sabiduría cinematográfica por parte de un genio como David Fincher con unos actores que alcanzan la perfección. 'La red social' es una película necesaria. Es un clásico que servirá para entender de que se trata todo esto en el lugar en el que andamos todos metidos. Ni siquiera es solamente un excelso monumento cinematográfico de nuestro tiempo. ¿Una película sobre el creador de Facebook? Eso es quedarse en la superficie más evidente. Es una historia sobre nuestras miserias, necesidades, complejidades. Se trata de algo que habla de ti, de mi, de nosotros. Nadie se había atrevido a recordarnos de tal manera lo necesario que es volver a escuchar una voz o volver a mirar a los ojos a alguien.
Es tan grande que da miedo, tan necesaria que asusta. Pero no hablamos de Facebook, no, Fincher se refiere al ser humano. Ya era hora de dejar de hablar de lo que éramos o de lo que podemos llegar a ser. Tocaba hablar de lo que somos. Y por eso hay que ver 'La red social' en su condición indiscutible de obra maestra.
'Seven'
Si nos sumergimos de lleno en los mejores trabajos dentro del thriller, destaca por importancia generacional, por reinvención de códigos y, por encima de todo, por influencia directa en el 90 por ciento de estrenos similares desde su aparición, 'Seven', la obra maestra de David Fincher. El cineasta contaba con dos estrellas protagonistas, Brad Pitt y Morgan Freeman, un secundario de prestigio, Kevin Spacey, un (semi)descubrimiento en forma de rostro angelical, Gwyneth Paltrow, y, lo más importante, un guion de Andrew Kevin Walker que le permitía dar forma a una historia enfermiza, de atmósfera angustiosa, de fotografía excelsa y de ritmo endiablado. Todo funcionaba a la perfección en una película que daba un lavado de cara total al género, convertido en una lección de estilo visual, pero también de narrativa ejemplar.
El ya mencionado reparto entregaba todo su carisma en un relato repleto de inteligencia, violencia, terror y provocación que atrapaba a un espectador dividido entre la repulsión y la hipnosis. El suspense fluía como la omnipresente lluvia que caía a lo largo de la gran pantalla y los nervios iban aumentando hasta desembocar en un giro final cuyo dramatismo terminaba por detonar los sentidos. En ese instante, todos compartimos la mirada de Pitt, su sufrimiento, sus gritos, sus lágrimas. ¿Su decisión? Ese es otro tema. Uno que, aún hoy, genera mil y un debates de los que solamente se saca una conclusión común, la de estar ante un clásico total del cine contemporáneo.