En la noche del 13 de noviembre un grupo de terroristas ha cometido en París el peor atentado terrorista en su historia. Al menos 127 personas han muerto, y 300 han resultado heridas. En estos momentos tan trágicos muchas personas del mundo del cine han decidido dar sus condolencias a los franceses por lo sucedido a través de sus redes sociales. Uno de ellos ha sido Guillermo del Toro, director de películas como 'El laberinto del fauno' o 'Hellboy', que ha aprovechado la dura historia que vivió hace unos años para contar como se siente y dar un mensaje muy claro: la venganza no es la respuesta a la violencia.
En el año 1997, cuando el realizador estaba rodando 'Mimic', su primera película en Hollywood, unos criminales de su ciudad natal en México, Guadalajara, secuestraron a su padre, el empresario Federico del Toro.
Los secuestradores pidieron al director un millón de dólares de rescate. Como del Toro había puesto todo su dinero en el rodaje de su película, decidió pedir un préstamo a su amigo James Cameron.
El director de 'Titanic' dejó inmediatamente el dinero a su amigo, y con él consiguieron liberar a su padre. La familia del Toro, sana y salva, se mudó a Estados Unidos, sin embargo, Cameron nunca pudo recuperar su dinero.
A raíz de esto, Guillermo del Toro ha publicado una serie de tuits en los que ha contado cómo vivió los 72 días más duros de su vida. "Durante el secuestro de mi padre dos policías vinieron a vernos. Ellos tenían dos proposiciones: por 5.000, nos dejarían en una habitación con los secuestradores atados a una silla. Nos darían una tubería de plomo y 15 minutos solos. Por 10.000 se asegurarían de que cuando rescataran a mi padre, los secuestradores fueran asesinados y nosotros recibiéramos unas fotografías".
"Sentíamos odio y dolor, pero no podíamos ser parte de este ciclo de violencia"
El director tenía clara su respuesta: "Dije que no. Sentíamos odio y dolor, pero no podíamos ser parte de este ciclo de violencia". La cosa no quedó ahí, y sus temores siguieron. "En los meses posteriores, muchas familias que pasaban por circunstancias similares cenaron con nosotros para intercambiar ayuda. En una de estas cenas, algunas personas se apresuraron en ir al final de una larga mesa. '¿Qué es eso?', 'unas fotos', dijo alguien. Nunca miré. ¿Puede que alguien pagara? No quería saberlo", confiesa el mexicano.
Del Toro acaba con un mensaje claro en contra del uso de la fuerza como solución a estos problemas: "En tiempos como este, cuando la violencia alimenta a la violencia, pienso en ese día y rezo por sabiduría y fuerza".