Dirigida por el director y coreógrafo Adam Shankman, e interpretada por actores del renombre de John Travolta, Michelle Pfeiffer, Chistopher Walken, Queen Latifah o Jerry Stiller, junto a otros menos conocidos como los de Amanda Bynes, James Mardsden, Britanny Snow, Zac Efron, Elijah Kelley y la desconocida Nikki Blonsky, nos llega 'Hairspray', musical basado en la película homónima dirigida por uno de los reyes incuestionables del frikismo de los últimos tiempos, John Waters.
Y es que con películas como 'Polyester', 'Femme trouble' y, sobre todo, 'Pink Flamingos', sin duda alguna el genio de Baltimore se ha ganado merecidamente dicho título. 'Hairspray', por ello, es quizá una de las obras menos transgresoras de Waters, junto a 'Cry baby', 'Los sexoadictos' o 'Los asesinatos de mamá', aunque no por ello más ortodoxas.
Siguiendo con bastante fidelidad el guión original de John Waters, que se permite un cameo en su línea, 'Hairspray' cuenta la historia de Tracy Turnblad (Nikki Blonsky), una chica entrada en carnes cuyo único sueño es bailar en el programa de la televisión local El show de Corny Collins, bailar. A pesar de su increible destreza y desenvoltura a la hora de mover las caderas, Tracy ve sus sueños frustrados a causa de sus grandes dimensiones, por lo que hará todo lo posible para derrocar todos los estereotipos de la sociedad de su tiempo, ya sean de talla o de raza.
Redescubriendo a John Waters
Odio los musicales. A muerte.
Ya sean clásicos o modernos, se llamen 'Grease', 'Sonrisas y lágrimas', 'Chicago' o 'Moulin rouge', los únicos musicales que encontraréis en mi casa son 'The Rocky Horror Picture Show' y 'El fantasma del paraíso'. Bueno, y 'Musical caníbal', pero eso ya es otra historia.
Como decía, odio los musicales. Pero adoro Hairspray.
Y es que la adaptación que Adam Shankman ha realizado de la película de John Waters es prácticamente perfecta, y sin duda divertirá y conmoverá a todo aquel que vaya a verla, aunque asista a la sala con los mismos prejuicios que un servidor: ya con el primer tema, interpretado por una genial Nikki Blonsky, 'Hairspray' nos hace esbozar, a pesar de oponer toda resistencia, nuestra primera sonrisa, y os aseguro que esa mueca inicial no se va a borrar de vuestros rostros en los casi 110 minutos restantes.
Al igual que en la versión de 1988, 'Hairspray' retrata una aparentemente idílica sociedad estadounidense que se niega a admitir que el mundo está cambiando. De este modo, la pequeña ciudad de Baltimore, risueña con sus tabús y prejuicios basados en una obsoleta tradición, deberá enfrentarse a todo un tornado juvenil en forma de baile y pasión de nombre Nikki Blonsky, que junto a sus nuevos amigos y el apoyo de sus padres, unos adorables John Travolta y Christopher Walken, derrocarán los estereotipos representados en la figura de una arpía interpretada por Michelle Pfeiffer.
Como decía, 'Hairspray' es simplemente genial: la música te atrapa de manera irremediable, ya sea por su mero ritmo, por sus incisivas letras llenas de ironía y desparpajo, por sus espectaculares y coloristas coreografías o por el agridulce poso nostálgico que se saborea en todas y cada una de sus melodías; pero, sobretodo, 'Hairspray' es una gran película porque uno puede sentir que todos aquellos que han sido partícipes de ella han disfrutado de verdad, transmitiendo dicha sensación a un espectador que sale de la sala con una jovialidad, optimismo y buen humor que perdurará durante mucho tiempo.