La nueva entrega de Harry Potter, que lleva por título 'Harry Potter y el misterio del príncipe' llega mañana a nuestras pantallas bajo la dirección de David Yates.
Con dieciséis años cumplidos, Harry inicia el sexto curso en Hogwarts en medio de terribles acontecimientos que asolan Inglaterra. Elegido capitán del equipo de Quidditch, los entrenamientos, los exámenes y las chicas ocupan todo su tiempo, pero la tranquilidad dura poco. A pesar de los férreos controles de seguridad que protegen la escuela, dos alumnos son brutalmente atacados. Dumbledore sabe que se acerca el momento, anunciado por la Profecía, en que Harry y Voldemort se enfrentarán a muerte: «El único con poder para vencer al Señor Tenebroso se acerca... Uno de los dos debe morir a manos del otro, pues ninguno de los dos podrá vivir mientras siga el otro con vida». El anciano director solicitará la ayuda de Harry, y juntos emprenderán peligrosos viajes para intentar debilitar al enemigo, para lo cual el joven mago contará con la ayuda de un viejo libro de pociones perteneciente a un misterioso príncipe, alguien que se hace llamar Príncipe Mestizo.
Un paso hacia la madurez
Siendo totalmente sinceros, esta sexta entrega de Harry Potter no ofrece apenas novedad alguna con respecto a los cinco films anteriores, si bien la memoria histórica de los diferentes cineastas que han pasado tras sus cámaras parece haber hecho madurar a la saga.
Los primeros retazos de dicha madurez se vieron ya en la tercera entrega, dirigida por Alfonso Cuarón, y David Yates parece haber heredado el testigo -al menos estético- del cineasta mexicano. Todo hay que decirlo, las dos películas dirigidas por Yates resultan ser un calco algo redundante en sí mismas, un ejercicio de generación de expectativas con idéntico giro final a modo de placebo para un entramado carente de verdadera acción.
De este modo, 'Harry Potter y el misterio del príncipe' continúa ahondando tanto en la figura de Lord Voldemort como en la madurez de Harry Potter, en una suerte de calma antes de la tempestad que tendrá como clímax final las dos últimas entregas de la saga.
A falta de relevancia alguna en un entramado que sigue macerando las expectativas planteadas hace ya unas cuantas entregas con una parsimonia -para un servidor- innecesaria, o lo que es lo mismo, lo que coloquialmente conocemos como marear la perdiz, tan sólo nos queda elogiar la madurez estética del producto, que con David Yates parece haber alcanzado una entente cordiale entre público y crítica. Así pues, 'Harry Potter y el misterio del príncipe' alcanza cotas estéticas dignas de mención, donde los efectos especiales a base de CGI quedan forzosamente supeditados a la atmósfera de una trama algo densa en su desarrollo, que no en su complejidad.
Por desgracia, los guionistas todavía parecen no haberse dado cuenta de que al espectador le interesa mucho más el pasado de Lord Voldemort o incluso la historia del Príncipe Mestizo -en la película, casi una mera anécdota-, que los devaneos adolescentes de su protagonista, por lo que esta sexta entrega de la saga de J. K. Rowling se queda en poco más que un loable ejercicio estético, a la espera de que las dilatadas expectativas generadas se cumplan en los dos últimos films de la saga.