Preestrenada en la pasada edición del Festival de Sitges, 'Hermandad de sangre' es una muesca más que añadir a la larga lista de remakes de slashers norteamericanos que surgieron a los largo de la década de los ochenta gracias al éxito entre el público teen de títulos como 'Halloween' o 'Viernes 13'.
El film dirigido por Stewart Hendler sigue, pues, la estela de títulos recientes como 'San Valenín sangriento', 'Una noche para morir' o la todavía pendiente de estreno en nuestro país 'El padrastro', readaptando filmes de género de mediana o escasa calidad.
Por desgracia, 'Hermandad de sangre' carece del recauchutado del 3D estereostópico, por lo que su mera existencia resulta más que cuestionable para el espectador. El film, pues, tiene como principal y único reclamo el visionado de sus exuberantes protagonistas, dispuestas a sobrevivir al supuesto espíritu de una antigua compañera asesinada y, a la larga, desear con ferviente impaciencia que cada una de ellas sucumba al yugo de su asesino.
La película, pues, y como viene siendo cada vez más habitual en esta guisa de filmes, se aproxima más a la autoparodia que al cine de terror popiamente dicho, en un vano intento de reinventar las carencias del título original en el que se inspira.