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CRÍTICA

'Hotel Bitcoin': ¿Cómo mantener la riqueza casual?

DeAPlaneta estrena la nueva comedia de Manuel Sanabria y Carlos Villaverde, que protagonizan Alejo Sauras, Canco Rodríguez y Marta Hazas. En salas el 13 de septiembre.

Por Marcos Vasco Martín-Grande Más 13 de Septiembre 2024 | 10:00

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Alejo Sauras, Marta Hazas, Leonor Lavado, Canco Rodríguez, Mauricio Ochmann y Pablo Chiapella en 'Hotel Bitcoin'
Alejo Sauras, Marta Hazas, Leonor Lavado, Canco Rodríguez, Mauricio Ochmann y Pablo Chiapella en 'Hotel Bitcoin' (DeAPlaneta)

La única razón para que tantas comedias patrias hagan acto de presencia en la cartelera a lo largo del año debe sustentarse en su buena relación con la taquilla. En este 2024, producciones amparadas por grandes estudios y grupos mediáticos, 'Menudas piezas' (Paramount y Mediaset), 'Padre no hay más que uno 4: Campanas de boda' (Sony y Atresmedia) u 'Odio el verano' (Sony y Mediaset), han conseguido erigirse como las ficciones más vistas durante sus tres primeros días en cartelera. Esto viene a colación porque el próximo 13 de septiembre, de la mano de DeAPlaneta, llega a las salas españolas 'Hotel Bitcoin'.

Dirigida por Manuel Sanabria y Carlos Villaverde, la nueva creación de los responsables de las también humorísticas 'La fiesta' y 'Sinfín' se centra en cuatro amigos encarnados por Alejo Sauras ('La habitación de Fermat'), Mauricio Ochmann ('Amarte así, Frijolito'), Pablo Chiapella ('La que se avecina') y Canco Rodríguez ('Aída') que encuentran 5.000 bitcoines. A partir de ahí, con el objetivo de retener el botín hasta su cobro el lunes por la mañana, estos perdedores del sistema decidirán refugiarse en un hotel de lujo durante el fin de semana. Allí entrarán en escena las mujeres, interpretadas por Marta Hazas ('El internado'), Leonor Lavado ('Mambo') y Vanesa Romero ('La que se avecina').

Mauricio Ochmann, Pablo Chiapella y Leonor Lavado en 'Hotel Bitcoin'
Mauricio Ochmann, Pablo Chiapella y Leonor Lavado en 'Hotel Bitcoin' (DeAPlaneta)

Lo primero que habría que decir es que los hospedajes cinco estrellas no parecen gozar de buena salud en términos de comicidad. El pasado mes de abril ya debutó en cines 'The Palace', último largometraje hasta la fecha y también el más flojo y sonrojante que ha parido la filmografía del siempre controvertido Roman Polanski. Pero aunque era un trabajo que el realizador podría haberse ahorrado, tanto para preservar algo de su dañada reputación como por nuestra paciencia, es innegable que, detrás de tanta calamidad, existía una visión del mundo, demostrando lo desfasado que anda en ciertos aspectos el cineasta franco-polaco por su mirada homófoba, machista y racista.

Sea puesto por delante que el guion de Ángela Obón ('El internado'), Sanabria y Villaverde, que introduce a miembros de la clase obrera en territorio desconocido, ni pretende ofrecer comentario alguno sobre la realidad en la que se inscribe y, por suerte, ni peca de algún rasgo bastante molesto que ha terminado por convertirse en seña identitaria de cierta comedia comercial española. No existen las "risas" vulgares a costa de colectivos y etnias minoritarias que se han atribuido a 'Ocho apellidos marroquís', 'La familia Benetón' o 'Cuerpo escombro'. Sin embargo, sí se cargan tintas contra el arquetipo del niño supuestamente aburrido, marginado y sensible, lo que hace que 'Hotel Bitcoin' supure en su papel reivindicativo de la amistad.

Marta Hazas y Vanesa Romero en 'Hotel Bitcoin'
Marta Hazas y Vanesa Romero en 'Hotel Bitcoin' (DeAPlaneta)

Sin gracia

También molesta la poca gracia que presentan sus elementos cómicos. No hay un solo gag en todo el metraje que incite a la risa del espectador, a pesar de que en un momento concreto se atreva a cargar contra el elitismo y sinsentido que pueblan los círculos artísticos. Pero no divierte, solo sonroja.

La culpa la tiene un mecanismo que pretende robar la carcajada al respetable por medio de la repetición de palabras malsonantes de corte sexual. El problema no es que resulte grosero -pocas cosas más brillantes que lo obsceno bien vendido, véanse ciertos pasajes escatológicos de 'El triángulo de la tristeza'-, sino la falta de creatividad que denota el ejercicio. Una estrategia que tiene difícil funcionar con cualquier individuo que no sea un adolescente sin gustos refinados. Queda confirmado con la inclusión de otro número, uno centrado en el cumplimiento de las fantasías eróticas, que perfectamente, dada su cutrez y vulgaridad, podría constituir los instantes iniciales de una cinta pornográfica.

Tampoco ayuda que el ejercicio se sustente, otra vez, en personajes construidos desde el estereotipo que conocemos de sobra. No faltan el "cuñado estirado" que va de gracioso pero simplemente resulta molesto, el enamorado perdido que, pese amar a su familia, miente a su esposa y posteriormente se vuelve tan culpable como insufrible para el público, o el fracasado con las mujeres. Para variar, ellas son, en términos generales, más agraciadas fisicamente que los varones. Pero, exceptuando Lavado, apenas tienen una relevancia que consiga traspasar el encuentro sexual e interés sentimental. Algo que se hace latente al detectar que Hazas, con importancia en el desenlace, y Romero no poseen ningún instante humorístico centrado propiamente en su figura.

En su parte final, 'Hotel Bitcoin' termina dando un vuelco hacia el thriller. Pero vuelve a fallar. Primero porque es predecible -hemos visto suficientes historias de estas características, centradas en la satisfacción del público, como para saber que la ejecución de tres personas, entre ellos dos niños, es imposible-. Segundo, es efectista y tramposa al plantear una muerte en su primera secuencia que, sorpresa, nunca llega a materializarse. Tampoco renuncia a pisar territorio romántico, para variar, de sobra conocido y que no requiere de explicación. ¿Cómo creen que acaban los protagonistas? Pues eso.

Con todo, la duda que se plantea quien firma estas líneas tiene que ver sobre el rendimiento en taquilla que logrará el filme. Siguiendo lo descrito en párrafos anteriores, pinta a que será un producto con dificultades para encontrar su público. No es una comedia tan inocente, aunque sí tonta, como para tildarla de familiar, principalmente por su puntual lenguaje malsonante.

Además, es ese espectador adolescente al que parece dirigirse quien mayoritariamente anda preso en las garras del streaming y cuya asistencia a salas se limita a blockbusters, ya sea la entrega de turno del Universo Marvel o a deleitarse con seres azules creados por ordenador. Y no menos importante es la ausencia de un gigante cinematográfico o mediático en su financiación y distribución que, valiéndose de publicidad engañosa, consiga colársela al rebaño que se traga a diario sus mensajes persuasivos. En definitiva, la siguiente mejor en un descampado y directa a plataformas.

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Lo mejor: La ausencia de "risas" a costa de minorías y el atrevimiento para cargar contra el elitismo artístico.
Lo peor: Situaciones sin gracia, un guion tan contradictorio como tramposo y unos personajes femeninos reducidos mayoritariamente a lo sentimental y sexual.
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