El gérmen de 'Immaculate' brotaba en el año 2012 cuando el guionista Andrew Lobel escribía el libreto. Por aquel entonces, una adolescente Sydney Sweeney audicionó para el papel principal, pero finalmente el proyecto fue cancelado. Aquello hizo que el gusanillo del terror picara a la actriz que, diez años después, ha podido quitarse la espinita ya gozando de otro status dentro de la industria. Contactó con Lobel para recuperar la historia y se la presentaron a Michael Mohan, con quien Sweeney ya había trabajado en 'Los voyeurs', uniéndose para dirigirla.
Siendo una de las actrices jóvenes más aclamadas del momento gracias a sus papeles en 'Euphoria', 'The White Lotus' y 'Cualquiera menos tú' (no tanto a 'Madame Web'), Sweeney decidía resurgir este proyecto no solo para asentarse en un nuevo género, sino también para comenzar a producir. De esta manera entendemos que 'Immaculate', que sirve de homenaje a 'La semilla del diablo', se sostenga, esencialmente, gracias a ella.
Un nuevo nunsploitation
La cinta nos presenta a la novicia Cecilia, una estadounidense que se muda a un convento situado en la campiña italiana para jurar sus votos y comenzar su vida como monja. Con ello pretende encontrar respuestas convencida de que, tras sobrevivir a un traumático episodio en su infancia, Dios tiene un propósito para ella. Este parece ser revelado cuando queda embarazada siendo virgen y, por tanto, sin la aparente intervención de varón, lo que eleva el caso a la categoría de milagro.
Con estos mimbres se entrelazan dos temas que han servido de clásicos ingredientes en el género: la religión y la maternidad. El director Michael Mohan, junto con el guionista Andrew Lobel, plantea temas profundos como la fe, la duda y la opresión, aunque la trama se desarrolla de manera predecible, sin ofrecer grandes sorpresas.
Es la reivindicación de la libertad y la autonomía del cuerpo femenino frente a la opresión patriarcal y eclesiástica (¿no es lo mismo?) uno de los mayores fuertes del filme. Resulta más que revelador comparar la veneración que recibe Cecilia como posible santa hasta su desechabilidad como mero instrumento para los intereses del fanatismo y de los líderes religiosos.
'Immaulate' supone un escalón más en el renacer del nunsploitation, subgénero que vivió su apogeo durante la década de los años 70 en Europa y que ha regresado para darle una vuelta de tuerca, adaptándolo a los nuevos tiempos desde una perspectiva feminista. En este caso se mezcla con destellos del giallo de Lucio Fulci al componer una atmósfera en la que late lo erótico y lo macrabro entre mad doctors, monjas malrolleras, iconografía cristiana y hasta catacumbas.
En el apartado más técnico, como si de Caravaggio se tratarse, la dirección de fotografía de Elisha Christan imprime ese claroscuro a través de una paleta de colores y una iluminación que adentran al espectador en la atmósfera del convento italiano cargando cada escena de tensión y misterio.
Ha nacido una nueva Scream Queen
Es la actuación de Sydney Sweeney el corazón y el alma de 'Immaculate' viviendo un milagroso bautizo de sangre para convertirse en Scream Queen. Aunque el guion apenas roza la superficie de la transformación interna que experimenta su personaje, ella logra transmitir toda la complejidad emocional fruto de los estremecedores eventos que sufre Cecilia y que desafían su fe y su cordura explotando como toda una survivor movie.
Por la contra, los personajes secundarios apenas están desarrollados. El español Álvaro Morte sí cumple aportando el halo escalofriante que necesita su personaje, el Padre Sal Tedeschi, capaz de generar confianza con un gesto pero causar pavor con una mirada. No obstante, todo recae sobre Sweeney, que personifica a la perfección el terror psicológico y la angustia culminando en un clímax emocionante que deja al espectador sin aliento.