'Iron Man', principal estreno de este puente del primero de mayo, abre de manera oficial la temporada de blockbusters del 2008.
Dirigida por John Fraveau, quien en su bagaje personal como cineasta tan sólo tiene títulos como 'Spider-Man' y 'X-Men', 'Hulk', 'Los 4 fantásticos', 'Blade', 'Elektra', 'Daredevil' o 'El Castigador'.
Por suerte, aunque ello tampoco conlleve un excesivo mérito, Iron Man es una de esas puntuales alegrías, al menos para el espectador medio, pues estoy convencido que los fieles seguidores de Tony Stark encontrarán los consecuentes y (casi) inevitables despropósitos. A pesar de ello, como producto de puro entertainment para las masas 'Iron Man' es redonda en muchos aspectos, tanto por sus impresionantes efectos especiales como por su principal protagonista, un Robert Downey Jr. que realiza un fiel y divertido retrato de ese playboy multimillonario que es Tony Stark.
Puro entertainment
Cabe decir también que, como todo inicio de saga (porque, para qué negarlo, habrá más), la película de John Fraveau centra principalmente sus esfuerzos en la génesis de su particular héroe, apoderándose de más de la mitad de un metraje que ronda las dos horas de duración; con gran cantidad de humor irreverente, frases más o menos ingeniosas y los inevitables guiños a la Factoría de Ideas como el típico cameo de Stan Lee o ese Jarvis virtual, 'Iron Man' resulta ser una película terriblemente entretenida en líneas generales pero que adolece, por un lado, de un tremendo agravio comparativo entre su pletórico protagonista principal y un flojo elenco de secundarios -Jeff Bridges incluido mal que me pese- y, por otro, de la carencia de una némesis en condiciones. Y es que comprar a a Ironmonger con el Duende Verde, Octopus o Magneto, al menos sobre el papel no tiene color.
A pesar de ello, John Favreau demuestra saber bien lo que hace, y centra todos sus esfuerzos en dar si cabe todavía mayor protagonismo por una parte, a Robert Downey Jr. y sus andaduras, y por otra, a la elaboración de su mítica armadura, los dos pilares básicos de la película, pues tanto su entramado, como su ridícula caracterización del conflicto de Oriente Medio, como su moralina antibelicista desmerecen a los dos puntos anteriormente citados.
Así pues, todos aquellos que, como un servidor, se encontraban recelosos ante el nuevo proyecto Marvel, pueden pagar tranquilos su entrada al cine, pues el entretenimiento a golpe de CGI y las risas están aseguradas. El resto, sin pena ni gloria, pero... ¿Qué esperábais?.