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CRÍTICA

'J. Edgar': Historia americana X

Clint Eastwood desarrolla una jugosa crónica histórica contemporánea y un nada complaciente biopic sobre el controvertido director del FBI.

Por Jorge R. Tadeo 28 de Enero 2012 | 17:25

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Tras estrenar en 2010 'Más allá de la vida', probablemente el film menos logrado de su muy notable trayectoria reciente, Clint Eastwood, en plena forma a pesar de haber cumplido los 80, estrena un ambicioso biopic sobre John Edgar Hoover, una de las figuras más controvertidas de la Historia norteamericana del siglo XX.

Eastwood dirige 'J. Edgar' con su habitual mano sobria y sólida, libre de adornos y parafernalia, a partir de un minucioso guion de Dustin Lance Black (ganador del Oscar por otra estupenda biografía de personaje notable como 'Mi nombre es Harvey Milk') que abarca los casi 50 años de Hoover en la dirección del FBI, organización que él mismo puso en marcha. Pero la historia compagina (y lo hace con más fortuna por ejemplo que la reciente 'La dama de hierro') aspectos personales y profesionales del protagonista, sin olvidarse de retratar el contexto de los acontecimientos, especialmente en las décadas de los 20 y los 30.

 DiCaprio protagonista de J. Edgar

A Edgar Hoover lo interpreta un Leonardo DiCaprio extraordinario en la piel de un personaje lleno de matices emocionales y claroscuros que el actor borda a lo largo de las diferentes etapas vitales del protagonista apoyado por un trabajo de maquillaje, tan criticado como a mi entender muy convincente. Aunque los premios le rehuyan, parece poco discutible que DiCaprio es uno de los actores más destacables de su generación y que posee una filmografía coherente y poco acomodaticia, en la que ha colaborado con varios de los directores más relevantes del panorama actual (de Scorsese a Nolan, pasando por San Mendes o Danny Boyle).

La historia comienza al borde de los años 20, contando brevemente cómo el joven Edgar alcanza el puesto de director de la Agencia de Investigación norteamericana, detallando sus primeros pasos y polémicas actuaciones a su llegada en su cruzada anticomunista. El espectador observa cómo Edgar buscará mayor poder, más medios y responsabilidades para su departamento a la vez que comienza a desarrollar una relación de especial complicidad con su mano derecha Clyde Tolson (notablemente interpretado por Armie Hammer). Todo esto mientras el montaje nos devuelve periódicamente a los últimos años de vida de Hoover, en los que este va relatando a través de entrevistas, detalles sobre su carrera profesional para conformar su biografía.

 DiCaprio tras realizar una detención en J.Edgar

A lo largo que el film avanza, conocemos en cierto detalle la cruzada contra el crimen de Hoover y sus 'G-Men', y asistimos a episodios como el del secuestro del hijo de Charles Lindbergh o la captura del mafioso John Dillinger y otros capos de la delincuencia organizada y a los grandes esfuerzos del director del FBI por lograr un mayor respeto y mejores medios para sus agentes. También conocemos las tensas relaciones de Edgar Hoover con otros miembros de la administración americana como Robert Kennedy o ya en los últimos años, con Richard Nixon. Además, el film retrata las más controvertidas acciones llevadas a cabo por un hombre que no dudó en usar atajos legales en la cruzada contra el comunismo y la corrupción (deportaciones poco justificadas, escuchas ilegales, etc.)

Las dificultades que suponen los numerosos saltos temporales del guion, están bien resueltas por Eastwood a través un montaje equilibrado y claro, sin caer en saltos abruptos ni rupturas de ritmo. La decisión más polémica en este sentido es la de recurrir al maquillaje de los mismos actores para interpretar a los personajes en las distintas épocas. Esta opción puede restar cierta credibilidad (aunque insisto en que a mi me convence), pero facilita mucho la narración y la implicación inmediata del espectador, que no requiere de explicaciones sobre quién es quién en las distintas fases temporales.

 Hammer, DiCaprio y Dench en J.Edgar

Por lo demás, la historia transcurre con un ritmo pausado, pero que no llega nunca a aburrir a poco que a uno le interese la propuesta de la película, aunque quizá, por ponerle algún pero, se entretiene demasiado en ciertos detalles sobre la inclusión de métodos científicos en la investigación policial, mientras obvia algunos aspectos jugosos del personaje como su implicación en la masonería y sus relaciones con las más altas esferas de poder y los distintos inquilinos de la Casa Blanca durante su carrera profesional, en las que el guion no profundiza.

Homosexualidad reprimida

Más allá de la discutida trayectoria del protagonista como director del FBI, el guion de Dustin Lance Black opta por indagar también en su vida privada, marcada por una educación ultraconservadora a cargo de su madre (interpretada por Judi Dench) con la que convive hasta una edad inusualmente avanzada. La película remarca la idea de que las grandes ambiciones profesionales de Edgar, eran una vía de escape a un vacío emocional provocado por un persistente rechazo a su condición sexual (excelente la escena en la que Edgar confiesa a su madre "no me gusta bailar con mujeres").

 Armie Hammer y DiCaprio en J.Edgar

Tras un breve episodio de frustrado acercamiento afectivo a la que sería su secreraria durante varias décadas (una Naomi Watts en un papel un tanto descafeinado), el film pasa a narrar con sutileza y gran sensibilidad la relación afectiva del protagonista con su ayudante, Clyde Tolson (DiCaprio y Hammer están estupendos tanto en sus primeros encuenros como en la acalorada discusión que tienen en el hotel) en una nueva muestra de que a pesar de su conervadurismo político, Eastwood no muestra ningún asomo de prejuicio a la hora de tratar temas como el racismo (Invictus), la infidelidad (Los puentes de Madison), la eutanasia (Million Dollar Baby) o la homosexualidad en este caso.

El ocaso de J.Edgar

Cuando la película asume el relato de los últimos años de Edgar Hoover, el tono se vuelve más crítico, pues pasamos del respeto por las ambiciones del personaje y el tono expositivo de los años de juventud, a un amargo retrato de un hombre al que su ambición llevó por caminos ajenos a la justicia, utilizando indiscriminadamente su poder para intimidar (con métodos como las escuchas ilegales). La película no duda en dejar al descubierto las sombras y mentiras del personaje y, tras haber admirado su ascenso profesional, lo desmitifica y lo juzga como un extremista (su irracional odio hacia Martin Luther King), aunque en cierto modo se apiade de él en el plano personal (quizá tan a regañadientes como el propio discurso que Nixon le dedicó tras su muerte).

En definitiva 'J. Edgar' es un muy interesante film que conformaría una fascinante crónica contemporánea sobre los poderes en la sombra de los Estados Unidos en un hipotético programa doble junto a la también reciente e infravalorada 'El buen pastor' que dirigió Robert De Niro sobre un guion de Eric Roth y que narraba la génesis de la CIA. Una película para interesados en un cine más allá de lo meramente evasivo, que disecciona con afán crítico episodios de relevancia en la Historia occidental reciente. Un guion equilibrado e interesante, narrado con buen pulso e interpretado con gran acierto. Una película notable.

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