'Titanic' se convertía a finales del S.XX en la película más taquillera de la historia tras conseguir mantenerse en la cartelera americana durante 16 semanas consecutivas. El largometraje dirigido por James Cameron actualmente es la segunda película más taquillera de la historia con 2.186,8 millones de dólares recaudados. Una cifra que no logra superar a la cinta con mayor recaudación de todos los tiempos, ya que 'Avatar' se sitúa en el primer puesto con 2.788 millones dólares.
Sin embargo, el éxito de Cameron ha tenido algún que otro bache en el camino. Recientemente, el director de 'Aliens: el regreso' ha sacado a la luz unas declaraciones que explican el tortuoso proceso que sufrió la película protagonizada por Leonardo DiCaprio y Kate Winslet hasta su estreno en salas. Gracias a la carta difundida por Stephen Galloway, periodista de The Hollywood Reporter, con motivo de la publicación de la biografía de Sherry Lansing, hemos conocido el papel que tuvo la CEO de Paramount en el proceso de realización del film. En la publicación, Cameron dedica unas bonitas, y extensas, palabras hacia la que fue la tabla salvadora del film romántico de Jack y Rose. El relato del director de 'Terminator' comienza explicando que Peter Chernin, ejecutivo de 20th Century Fox, le comentó que otra productora tendría que intervenir dentro del proceso de producción de 'Titanic'. La compañía no quería hacerse cargo de los 100 millones de dólares de los que partía la película (finalmente el presupuesto de 'Titanic' alcanzó los 200 millones). Para ello, Fox estableció la búsqueda de un compañero de aventura que Casey Silver de Universal rechazó, pero Sherry Lansing de Paramount vio en el trabajo de Cameron una oportunidad factible. "Tuve una breve llamada con Sherry donde se mostraba muy positiva sobre el poder del guión" comenta el cineasta. Cameron añade que "ella siempre fue la interfaz creativa entre nosotros y Paramount, manteniéndose realmente positiva hacia la película."
Lansing confiaba plenamente en el trabajo de Cameron, que comenzaba su producción a finales de julio de 1996, pero sería después cuando la película tomaría un giro inesperado. En el momento en el que la trágica historia de los pasajeros del Titanic asentó una primera fecha de estreno para julio de 1997 fue cuanto todo se fue a pique. Aquí es cuando Cameron asegura que "los jefes de Paramount empezaron a actuar como si les hubieran diagnosticado un cáncer terminal (...) Todos pensaban que iban a perder dinero y todos los esfuerzos eran simplemente para asegurarse que la hemorragia no fuera fatal." Terminado el rodaje, a finales de la primavera de 1997, Cameron apunta a que el proceso de postproducción no estaba completamente terminado, dificultando el posible estreno unos meses después. La duración del metraje y los efectos especiales hasta entonces nunca vistos hicieron pensar a Cameron que 'Titanic' no se podía estrenar tal y como estaba previsto.
Al complicado proceso de edición que se veía reducido cada día, la prensa no ayudaba. Cameron expresa que "también estábamos siendo golpeados de forma implacable por la prensa, especialmente por el medio escrito, sobre el presupuesto, la seguridad, fechas de estreno y casi todo. Éramos los mayores tarados de la historia de Hollywood y la prensa tenía sus cuchillos en alto." Tiempo después, Cameron declara que "proyecté la película para Sherry en un monitor de Avid en mi casa (...) Ella tuvo una reacción muy emocional. Me dijo que creía que era una fantástica historia de amor, en la línea de 'Lo que el viento se llevó'." El director estadounidense también cuenta que mientras finalizaba la película en su cabeza solamente estaba la idea de que a Lansing le había gustado su nueva cinta. No obstante, la presión seguía meciéndose en la vida del director, y es aquí cuando Cameron declara que "asumí en este momento que nunca jamás volvería a trabajar." Unas palabras bastantes duras si contamos con que 'Titanic' no ha sido su gran éxito, sino que 'Avatar' lo ha superado con creces.
Seguidamente, Cameron continúa relatando cómo 'Titanic' tuvo que ser todavía más reducida en montaje y las dificultades que surgieron en noviembre de 1997, cuando se tuvo que exprimir la esencia de la película de 3 horas y 15 minutos en 30 segundos para sus spots en televisión.
Aproximándose la fecha de estreno en EE.UU, que finalmente tuvo lugar el 19 de diciembre de 1997, la prensa seguía haciendo hincapié en el posible fracaso de 'Titanic'. Por ello, Cameron relata que se hicieron dos premieres fuera de América donde "no había jurisdicción." Una de ellas tuvo lugar en el Festival de Cine Internacional de Tokyo donde la recepción del público fue inesperadamente positiva. Por otro lado, Londres acogió la segunda presentación del film en el Leicester Square para el Príncipe Carlos. No obstante, las críticas fueron de nuevo positivas, lo que hizo replantearse a la prensa estadounidense los prejuicios que tenían alrededor de 'Titanic'. Cameron expresa que "esta estrategia fue realizada a pesar de la negativa de Paramount, pero con el total apoyo de Fox, especialmente de Tom Sherak y Jim Gianopulos."
¿Y qué pasó al final?
La carta de Cameron concluye con un agradecimiento en toda regla hacia la mujer que estuvo al pie del cañon durante todo el proceso de realización de 'Titanic'. El director confiesa que "a pesar de este periodo desagradable, Sherry siguió apoyando firmemente la película.(...) Lanzamos una campaña efectiva que logró el número uno de la película en su primer fin de semana de estreno, superando a 'El mañana nunca muere' en un pequeño porcentaje." Éxito, éxito y más éxito. El largo proceso que tuvo 'Titanic' hasta su estreno solamente con medio año de retraso, casi destruye la carrera, y la vida, de James Cameron, pero desde luego lo que está claro, es que lo que no le ha matado le ha hecho más fuerte.
El cine de James Cameron, de peor a mejor
'Pirañas. Los vampiros del mar'
Cameron declaró que para apreciar 'Piraña. Los vampiros del mar' (1981), hay que verla en un cine al aire libre con seis cervezas. No sé si seis será suficiente. Cameron no reconoce su autoría en esta película cuyo montaje final no controló. De hecho fue despedido a las tres semanas por el productor Ovidio G. Assonitis, quien había quedado impresionado por alguno de los efectos visuales que había realizado para Roger Corman. No hay mucho que rescatar de esta secuela de la película dirigida por Joe Dante en 1978. Más allá de la singularidad de que las pirañas vuelen, los ataques sirven sobre todo como excusa para alguna que otra pasarela de pechos desnudos femeninos. Aún en la estela del éxito de Tiburón, no faltan las negativas de empresarios que se niegan a cerrar la playa pese a la posibilidad de peligro, y un protagonista masculino representante de la ley, encarnado por Lance Henriksen, amigo de Cameron, quien años después le haría un gran favor caracterizándose como Terminator. Su irrupción de modo expeditivo en la oficina de los productores fue decisiva para que consiguieran la financiación. No encarnaría a Terminator, pero sí participó como un oficial de policía. Y posteriormente, crearía uno de los personajes más logrados del cine de Cameron, el androide de 'Aliens'. Aquí hace lo que puede en una película que merece ser mordida por el olvido.
'Mentiras arriesgadas'
Si no fuera por su aplicado dominio narrativo no dudaría en calificarla como su película menos estimulante. Desde luego, me parece su obra más antipática. Aún más lamentable, considerando sus pretensiones de comedia. Mentiras arriesgadas adolece de lo mismo que muchas otras películas de acción que asolaron el panorama cinematográfico desde finales de los ochenta hasta la entrada del nuevo siglo. Una tendencia a la desmesura en la que lo verosímil importaba más bien nada, exceso que, de modo explícito o implícito, no carecía de pretensiones humorísticas. Se suponía que el espectador ya se daba por contento con esa atracción de feria sin preocuparse en demasía por el rigor. Cameron se había logrado desmarcar de esa tendencia con sus obras previas, pero aquí quiso, por sugerencia de su amigo Arnold Schwarzenegger, adaptar una comedia francesa, 'Dos espías en mi cama', y convertirla en una nueva variante de espías en acción, línea Misión imposible, o la que el mismo Arnold protagonizaría posteriormente en Eraser (Eliminador). En principio, el planteamiento tiene su gracia: un agente secreto que lleva una doble vida, ya que para su familia es un agente comercial que vende ordenadores, se encuentra con la contrariedad de que su esposa, interpretada por Jamie Lee Curtis, se siente desatendida, con una vida carente ya de alicientes, por lo que decide flirtear con un seductor de bajo rango, encarnado por Bill Paxton, que se hace pasar por agente secreto, pero no es un sino un mero vendedor de coches, La inversión de su marido. Desafortunadamente, esa mordaz linea también se invierte, y el agraviado marido, decide primero castigar y humillar a ambos infractores, primero al intruso (quien para remarcar la humillación se mea en sus pantalones), y después a la esposa, en una de las escenas más penosas que ha dado el cine, aquella en la que se hace pasar por otro, mientras en sombras observa cómo su esposa baila en bragas y sujetador. Por añadidura, entran en escena terroristas islámicos a los que por supuesto también se castiga ejemplarmente. Los atentados del 11 de septiembre evitaron que no se realizara la continuación que tenían en mente porque ya no se consideraban que pudieran abordar el terrorismo islámico desde el ángulo (presuntamente) humorístico.
'Terminator'
En posteriores ediciones de 'Terminator' (1984), se señala el reconocimiento a la obra de Harlan Ellison, en concreto un episodio de 'Más allá del límite', que se titulaba 'Soldier' (1964). Más allá de esa deuda de inspiración con la premisa de un soldado que viene del futuro, la obra de Cameron dejaba constancia, cual presentación de credenciales, de sus destacadas cualidades como narrador. Cameron admiraba particularmente a John Carpenter, por ser capaz además de lograr realizar una obra de la envergadura de La noche de Halloween, con tal escaso presupuesto. No contaba con demasiado tampoco Cameron. De hecho, por no disponer de los suficientes medios en efectos especiales, debió demorar el uso del terminator T- 100, de acero liquido, para su secuela. Cameron también sacó petróleo de su limitado presupuesto. Y su implacable perseguidor cyborg, el terminator (encarnado por Arnold Schwarzenegger a quien los productores querían en principio para el papel de Kyle, que sería para Michael Biehn) tampoco difiere demasiado de Michael Myers, otra presencia que parece carecer de toda emoción. Pero su estilo difiere del de Carpenter, que tiende más a arrastrar y dilatar los tiempos, la duración de los planos y la suspensión de una posible amenaza. Cameron despliega una narración vertiginosa en la que no decae la sensación de urgencia, como si el tiempo fuera a finalizar en cualquier momento. La narración, como en Carpenter, se convierte en una vibrante coreografia de montaje tramada sobre el asedio y la persecución. Suspende magníficamente las incógnitas durante los primeros pasajes en los que van siendo asesinadas todas aquellas que se llaman Sarah Connor, hasta que peligra la vida de la protagonista, encarnada por Linda Hamilton. Dosifica bien las pausas, sean las que gestan la atracción de Sarah y Kyle, como las que describen las autoreparaciones del cyborg, y orquesta memorables set pieces como el tiroteo en el techno pub o el asalto del Terminator a la comisaría de policía. Es la primera obra, dentro de la filmografía de Cameron, que se hace eco de la tensión existente entre los dos bloques comandados por Rusia y Estados Unidos, con la amenaza de guerra nuclear permanente. La alegoría, a través del combate entre los dos que vienen del futuro, alude a la confrontación entre las inclinaciones belicosas (la actitud maquinal, ajena al sufrimiento) y la resistencia de quienes abogan por la convivencia conciliadora pacífica, que se ampliará en 'Abyss' y 'Terminator 2: el juicio final'.
'Titanic'
'Titanic' (1997) es la tercera de sus películas que tiene al agua como protagonista. Su bautizo, frustrante, fue con 'Pirañas. Los vampiros del mar', padeció las aguadillas del rodaje más conflictivo posible y la decepción de escasos dividendos con 'Abyss', pero con la película que se centra en el naufragio más célebre tocó el cielo tanto en taquilla como en recepción de premios. No acabó ahí su romance con ese barco hundido, porque después realizaría el documental 'Los misterios del Titanic' (2003). 'Titanic' se divide en dos partes, pero ambas se definen por la carrera de obstáculos. En la primera parte, los que deben superar la pareja de enamorados, Jack y Rose, que encarnan Leonardo DiCaprio y Kate Winslet, por pertenecer a ambientes y clases distintas, además de por estar ella prometida a un rico empresario que no ve precisamente con los más amables ojos esa interferencia. En la segunda, los que se deben superar para lograr sobrevivir al naufragio del Titanic. En principio, estos estarán relacionados con los de la primera parte, los esfuerzos de Rose para conseguir liberar a Jack de las esposas que lo mantienen apresado a una tuberías antes de que lo cubra el agua, y la huida que tienen que realizar de nuevo hacia las profundidades ya hundidas del agua para sortear las balas que dispara el prometido soliviantado y la posterior superación de escollos para retornar a la superficie. La fase final del naufragio definirá la templada resolución de Jack para lograr que, al menos, su amada, Rose, se salve, porque si algo ha conseguido, en todas las facetas, es salvarla. La vida de Rose naufragaba por sentirse condenada a aceptar un matrimonio sin amor sólo por la necesidad económica, o por vivir en holgadas posiciones económicas, forzada por su madre. La primera parte que plantea y desarrolla el conflicto dramático se define por lo convencional, por seguir, con habilidad eso sí, unos patrones elementales (el de Romeo y Julieta combinado con la opresión social que representa el mismo buque). Cameron despliega todo su talento narrativo en los trepidantes pasajes del naufragio, sin que falten momentos inspirados (transiciones entre el ojo de la joven Rose a la centenaria Rose que evoca los sucesos; la hermosa secuencia de los cuerpos helados en el agua entre los que rescatan a Rose). Al Titanic le llaman el buque de los sueños. Y estos también naufragan, aunque no su recuerdo, que permanece indeleble ocho décadas después.
'Avatar'
'Avatar' reitera la estructura de 'Titanic', una primera parte destinada a presentar personajes y plantear y desarrollar el conflicto dramático, y una segunda definida por un despliegue arrollador, pero impecablemente modulado, de acción. En este caso no es la segunda la que propulsa la película, ya que deja la sensación de que no profundiza como pudiera en las cuestiones sugeridas, decantándose más por la exuberante acción. O quedándose en la superficie de lo que esboza, esa confrontación entre los sueños y su frustración, algo también en lo que coincide con 'Titanic': Cómo la realidad es un crudo despertar definido por la decepción y los impedimentos, sean las opresiones establecidas por diferencia de pertenencia de clase, o por una actitud depredadora que establece al otro como mero nutriente de beneficios, o la actitud agresiva y belicosa que ve al otro como un enemigo que debe ser eliminado. El protagonista es paralítico, y encuentra en su avatar la posibilidad de materializar los sueños (como una pantalla de lo posible, en el cuerpo de una ficción). De nuevo, en la combinación el espectro de Romeo y Julieta en la relación amorosa entre un humano (aun bajo su forma de avatar) y la criatura de ese otro planeta al que han llegado los humanos como invasores que buscan su mero enriquecimiento. Los intereses empresariales buscan extraer una materia que les puede reportar beneficio, por lo que no importa el medio ambiente y criaturas y modos de vida que destruyan. 'Avatar' no deja de impulsar a la sublevación contra la dictadura económica y el animo belicista que suele camuflar la primera, e incluso contra la propia especie humana, dada la elección final del protagonista. Mejor convertirse en criatura de otro planeta que mezquino depredador o parásito humano.
'Aliens'
La primera etapa de la obra de Cameron, si dejamos de lado su su primera obra, que él mismo no reconoce como propia, se hace eco de un conflicto que infectaba la sociedad con una tensión permanente, y toma posición. Cameron cuestiona la actitud beligerante de su gobierno y su necesidad de perpetuar como autoafirmación la rivalidad con el bloque comunista. La amenaza de la guerra nuclear, utilizada como instrumento disuasorio con el enemigo, pero también como distracción de otros conflictos más sustanciales dentro de la sociedad, fue un miedo que arraigó como un tumor en aquella década. Cameron en las dos obras que realizó sobre 'Terminator' y 'Abbys' abogaba por el desarme y la conciliación.Aliens: el regreso complementa esa perspectiva con su tratamiento de las fuerzas militares, en lo que reincidiría en 'Abbys' enfatizando la enajenación. En 'Aliens' establece una equiparación implícita con la guerra Vietnam, a través de la arrogancia y presunción de quienes piensan que van a arrasar con el enemigo. Pero, como en Vietnam, pese a disponer de superior poder de armamento, se verán superados por quienes dominan el entorno, los aliens. Cameron más que en la atmósfera, como la precedente, incide en la acción, más en el horror que en el terror. Con un vibrante dinamismo prepara durante una hora el arrollador vértigo de la posterior hora y media, una sucesión de enfrentamientos con los aliens, que además deja suficiente espacio para el desarrollo de la relación materno filial entre Ripley (Sigourney Weaver) y la niña superviviente, que encontrará su culminación en la confrontación con la Madre Alien, y por supuesto, para incidir de nuevo en el implacable cuestionamiento de la voracidad empresarial, de aquel capitalismo salvaje que se consolidó en la década. Por algo, los aliens tienen ácido en vez de sangre, acorde a la falta de conciencia y escrúpulos de esa mentalidad depredadora cuya nefasta influencia aún nos domina. Para el recuerdo, imágenes como la cola del alien que emerge del agua tras la niña, o la tensa secuencia en que Ripley y la niña se ven acosadas en el laboratorio por las dos criaturas (facehuggers) que pretenden implantar un alien en sus entrañas.
'Terminator 2: el juicio final'
Dado que había vendido los derechos para poder hacer la primera, se alegró de que le permitieran controlar de modo completo la secuela. Terminator 2: El juicio final (1991), no es sólo la continuación, sino el afinamiento de 'Terminator'. En primer lugar, por la mejora de los efectos visuales gracias a los avances tecnológicos del CGI (imágenes generadas por ordenador), que posibilitaron que, en esta ocasión, sí pudiera incluir el T-1000 (Robert Patrick), un prototipo de metal líquido que puede adoptar cualquier apariencia humana. Amplifica el poderÍo expresivo de los primeros pasajes, aquellos que narran las dos líneas paralelas de ambos terminators en su búsqueda del objetivo, en este caso, no la madre del líder de la resistencia contra Skylab, sino él mismo cuando era un adolescente, John Connor (Edward Furlong). De nuevo, juega hábilmente con la ambivalencia, por un lado con las reminiscencias del mismo físico entre el terminator que entonces fue amenaza y ahora es protector, encarnado por Arnold Schwarzenegger, y por otro con el recurso irónico de que el terminator amenazante adopte primero la apariencia de un patrullero de policía, con el eslogan de servir y proteger. La excelente secuencia del tiroteo en el pub de aquella se amplifica en una apabullante persecución entre camión y moto por unos estrechos pasadizos. La primera de una serie de imponentes set pieces: el enfrentamiento en el sanatorio psiquiátrico donde está ingresada Sarah Connor, el intento de asesinato de esta al ingeniero jefe que creará el microprocesador que derivará en Skynet, o la persecución y el enfrentamiento final de nuevo en una fábrica, en las que Cameron demuestra que, junto a Kathryn Bigelow, de quien fue pareja (y para quien escribiría en 1995 el guión de la estupenda 'Días extraños'), es el mejor director a la hora de orquestar secuencias de estas características. Pero en este caso, además, complejiza el desarrollo dramático gracias a la evolución del personaje de Sarah Connor, un personaje que sabe lo que otros ignoran, y además que no creen, lo que la convierte en un personaje tan desesperado como también obsesivo. Por supuesto, aún remarca de modo más manifiesto el substrato reflexivo, del que extrae sombría emoción: el cuestionamiento de las inclinaciones del ser humano a la violencia y destrucción (también de modo irónico a través de las enseñanzas que John intenta transmitir al Terminator de que intente no matar a nadie). Por eso, pese a la resolución positiva, finaliza con una carretera en la oscuridad: lo incierto se mantiene porque el ser humano no dejará de precipitarse en las tinieblas de su conducta dañina.
'Abyss'
'Abyss' comienza con la conocida frase de Nietzsche, 'Cuando miras largo tiempo al abismo, este también mira dentro de ti'. Por lo que parece miró bien de frente a los participantes en el conflictivo y accidentado rodaje, porque escasos fueron los que quisieron repetir con James Cameron. Ed Harris le golpeó después de que siguiera rodando en una escena en la que estuvo a punto de perecer ahogado, y Mary Elizabeth Mastrantonio dejó el rodaje de una escena gritando que no eran animales, tras que el director le dijera que había que repetir varios de sus planos en la secuencia de su resurrección porque se había estropeado la cámara, a lo que ella se negó, por lo que Harris tuvo que gritar al vacío cuando intenta desesperadamente que el personaje de ella vuelva a la vida. La actriz incluso sufriría una crisis nerviosa posteriormente, y Harris incluso tendría que detener un día su coche para prorrumpir en llano, tal era la tensión acumulada. No deja de ser irónico cuando la película se distingue por su talante conciliador, acertadamente crítico con la recurrente tendencia del ser humano a la destrucción, en tal grado que los extraterrestres se plantean su exterminio (con ecos de 'Ultimatum a la tierra', de Robert Wise, en los inicios precisamente de la Guerra fría). Es más evidente en la excelente versión de la edición especial con casi media hora más, que tuvo un fugaz reestreno incluso en 1993, en la que se alude al conflicto de amenaza nuclear entre Rusia y Estados Unidos que se arrastraba desde hacia cuatro décadas. Cameron juega con habilidad con varios escenarios de rivalidades, las que se dirimen entre los trabajadores de la base petrolífera submarina y los militares que descienden para investigar por qué se hundió un submarino nuclear estadounidense, si fue a causa de algún ataque ruso. Y la rivalidad en la pareja en proceso de divorcio que conforman Bud y Lindsey, encarnados por Harris y Mastrantonio. Cameron estructura la narración en tres largos episodios en los que demuestra su dominio del montaje; la caída de la grua que provoca la inundación en el interior de la plataforma; el duelo entre minisubmarinos, que culmina con la mejor secuencia del cine de Cameron (el ahogamiento de Lindsey y su resurreción por Bud), que evidencia cómo también sabe trabajar de modo admirable con personajes y sus emociones, y la inmersión final de Bud en busca de la ojiva nuclear que tiene que desactivar, en la que se produce el encuentro con los angélicos alienígenas, o cómo el sacrificio es el último reducto de la integridad en una especie tan tendente a infligir daño.