Con 50 años a sus espaldas, un jovenzuelo, James Gray ya cuenta con una de esas trayectorias cinematográficas que conviene celebrar como algo muy similar a un pleno total. Y es que, tras sumergirse una vez más en las seis películas que conforman su carrera, a uno no le queda más opción que la de claudicar ante la evidencia de estar ante uno de los cineastas más brillantes, coherentes, inspirados y rotundos de las últimas décadas.
Hablamos de un director que, desde su estreno en 1994 con 'Cuestión de sangre' hasta su última propuesta, la esperadísima 'Ad Astra', no se ha permitido bajar un listón que le situaba a la misma altura de los clásicos, en fondo y forma. Porque la manera de narrar, construir personajes, tramas y conflictos, incluso el modo en el que coloca y mueve la cámara, emparenta a Gray con auténticos gigantes de la talla de Francis Ford Coppola, Terrence Malick, William Friedkin o John Huston, entre otros. Palabras mayores.
En definitiva, James Gray es uno de esos tipos que habla, transmite y contagia un idioma cinematográfico, por desgracia, cada vez más ausente en la gran pantalla. Un director total que, a día de hoy, todavía no ha cometido ni un solo error, demostrando una firmeza y solvencia tan admirable como fascinante. Hoy es un cineasta esencial, mañana será un clásico.
James Gray, de peor a mejor
'El sueño de Ellis'
Cinco años después de estrenar uno de sus trabajos más (justamente) celebrados, 'Two Lovers', James Gray regresaba acompañado de expectativas con 'El sueño de Ellis', una historia de amor, soledad, engaños y corazones rotos desarrollada en el Nueva York de los años 20. Una propuesta que, además, estaba protagonizada por Marion Cotillard y Joaquin Phoenix, intérpretes que justifican por sí mismos el visionado de cualquier película, por lo que la expectación era todavía mayor. Sin embargo, las ilusiones terminaron más rotas que cumplidas.
Y es que, a pesar de algunas virtudes tan indiscutibles como las interpretaciones de sus citados protagonistas o la magnífica dirección de Gray, 'El sueño de Ellis' nunca terminaba de arrasar a nivel emocional, resultando una cinta tan admirable en la forma como decepcionante y gélida en el fondo. Una pequeñísima mancha en el historial del cineasta neoyorquino.
'Cuestión de sangre'
Con solamente 24 años de edad, James Gray debutaba escribiendo y dirigiendo 'Cuestión de sangre', un thriller áspero, oscuro y repleto de dramatismo sangriento y desolador que funcionaba perfectamente tanto en su forma de declaración de intenciones como en su esencia de deslumbrante presentación en sociedad. Liderada por una interpretación protagonista mayúscula de Tim Roth, la película cae en alguna ocasión en el terreno del exceso trágico, casi operístico, pero siempre consigue mantenerse en pie gracias a un atinado reparto y, sobre todo, a una dirección insultantemente madura e inteligente, teniendo en cuenta la corta edad de su responsable directo. En definitiva, un estreno notable que ya dejaba bien claro que debíamos seguir la pista de Gray.
'La noche es nuestra'
'La noche es nuestra' podría entenderse perfectamente como el cierre de una hipotética (y fascinante) trilogía sobre el crimen y la familia tras las notabilísima 'Cuestión de sangre' y 'La otra cara del crimen'. Sin embargo, aquí nos encontramos con un James Gray mucho más consciente del material con el que está trabajando, menos impulsivo que en sus trabajos anteriores, menos incisivo y más concentrado en obtener la mayor intensidad de todas y cada una de sus escenas.
Y quizá ese sea el motivo por el que la película termina apabullando más que conquistando a un espectador al que no se le ofrece respiro dramático alguno. Todo aspira a clásico y desprende el aroma del cine negro más característico y representativo, pero en su pirueta final es donde Gray se muestra mucho más inspirado tras la cámara que frente a la hoja en blanco de un guion que exige demasiados saltos de fe. Un ligero desnivel entre su fascinante primera mitad, muy cerca de la perfección, y una resolución algo excesiva, apresurada y caótica. Un error minúsculo, especialmente si se compara con la cantidad de grandes momentos cinematográficos que habitan en 'La noche es nuestra'.
'La otra cara del crimen'
En su segundo trabajo, 'La otra cara del crimen', James Gray amplió, mejoró y reforzó los pilares básicos que habían sustentado su estupendo debut, 'Cuestión de sangre'. Y es que, apoyado sobre los hombros de un guion de acero firmado por el propio director y Matt Reeves, la cinta compartía el mismo ADN que su predecesora, pero lograba sus objetivos artísticos de una manera más redonda, potente y convincente. Con un reparto de auténtico lujo en el que destacaban las interpretaciones de Mark Wahlberg, Charlize Theron, James Caan, Faye Dunaway y, especialmente, un enorme Joaquin Phoenix, 'La otra cara del crimen' suponía la primera película sobresaliente de un cineasta que confirmaba a lo grande todas las expectativas e ilusiones depositadas en él.
'Z, La Ciudad Perdida'
Fue un milagro que, en pleno 2017, se estrenara una película como 'Z, La Ciudad Perdida'. Y fue un milagro que saliera tan bien, tan redonda, tan magistral, tan fascinante. A estas alturas de la(s) película(s), uno no espera sentarse en la butaca de un multicine y disfrutar de una experiencia de corte tan clásico, de una sobriedad y una elegancia a prueba de décadas, de un control absolutamente hipnótico del tiempo y la narración. Y es que, esta adaptación de la novela de David Grann basada en la historia real del explorador Percy Fawcett, supone un viaje al mismo corazón de una aventura desprovista de artificios y excesos que se complementa, a la perfección, con un drama humano de una profundidad psicológica deslumbrante, llena de complejidad y matices. La tentación sería decir que estamos ante un ejemplo de ese cine que ya no se hace pero, maldita sea, estamos aquí y ahora hablando de ella. Es presente estallando en la retina con el poder evocador del pasado.
Y el principal culpable de semejante logro tiene nombre y apellidos: James Gray. Capaz de crear atmósferas de una belleza tangible, de transmitir el temor al regreso a casa y la obsesión por el descubrimiento, de atrapar al espectador entre sudores fríos y lluvias interminables, el director nunca pierde los estribos, siempre mantiene la cabeza fría, manejando a la perfección las idas y venidas temporales de una historia que trata, nada más y nada menos, que de la búsqueda de uno mismo en medio de la insatisfacción. En definitiva, una obra maestra.
'Two Lovers'
La magistral 'Two Lovers' se apoyaba principalmente en un James Gray excelso tanto tras la cámara como en su labor como guionista para alcanzar su estratosférica dimensión. Alejado por completo del exceso, un terreno en el que podrían haber caído muy fácilmente unas cuantas compañeros de profesión, el cineasta consigue transmitir todo lo que sus personajes sienten en cada momento de este tremendo melodrama romántico con una sutileza deslumbrante, manteniendo siempre el equilibrio exacto entre la melancolía y el dolor. El más complejo y difícil de los puntos intermedios.
Si a esto le sumamos una inolvidable interpretación protagonista de Joaquin Phoenix marcada por la contención, la desolación interna y el nudo de la garganta omnipresente, más la presencia hipnótica Gwyneth Paltrow, en su mejor versión, Vinessa Shaw y la maravillosa Isabella Rossellini, no queda más opción que la de rendirse ante este pequeño gran clásico contemporáneo.