Bryan Woods y Scott Beck debutaron en la dirección como tándem con 'Nightlight' hace 9 años. Desde entonces, su evolución ha ido dejando un claro rastro de madurez cinematográfica que, hasta el momento, no había calado en la crítica. '65', aquella película de ciencia ficción en la que Adam Driver debe sobrevivir al mesozoico, parecía ser la sentencia definitiva para los cineastas estadounidenses, mas su último trabajo, 'Heretic (Hereje)', un thriller de terror protagonizado por Hugh Grant, Sophie Thatcher y Chloe East, demuestra que su talento no era un mito.
Driver, considerado el mejor actor de su generación por Martin Scorsese, no fue estímulo suficiente para el convencimiento general, al contrario de Hugh Grant, quien ha estado en boca de todos por su sorprendente regreso al cine de terror 36 años después de su única incursión en el género en 'La guarida del gusano blanco'. Su papel como el Sr. Reed, que ha sido reconocido, por ahora, con tres nominaciones a mejor actor, presenta a un Grant muy alejado de aquel galán de las comedias románticas. ¿Quién no querría ver este cambio? En concreto, el Sr. Reed es un tipo versado en teología que invita a su casa a dos jóvenes misioneras del mormonismo, Barnes (Sophie Thatcher) y Paxton (Chloe East), que deben demostrar su fe ante él. Tras una serie de alarmantes circunstancias, Barnes y Paxton deciden dejar la reunión para otro día, pero el Sr. Reed les obliga a participar en un juego retorcido que pondrá en duda sus creencias religiosas.
'Heretic (Hereje)' presume de ser una película de terror y, curiosamente, el peso de su narración recae en la dialéctica del Sr. Reed sobre las estructuras ideológicas de la sociedad, especialmente la religiosa. Esta es una de esas cintas de las que no se debe esperar una historia de grandes dimensiones y artefactos sorprendentes. Más bien, es de aquellas que dependen de la inteligencia de su texto, de lo que se dice y plantea, como ocurre en 'La soga' o '12 hombres sin piedad'.
Aquí, Grant ejerce de núcleo fundamental gracias a la combinación de su inquietante flema y la detallada pluma de Beck y Woods. Su personaje, un misántropo terrible, está profundamente obsesionado con los dogmas. Asimismo, sus ocurrencias intelectualoides, cargadas de una condescendencia insoportable, no solo ponen en entredicho las creencias de Barnes y Paxton, sino que también las del espectador, al que fuerza a tomar decisiones definitivas y arriesgadas.
El Sr. Reed es capaz de poner 'The Air that I Breathe' de The Hollies mientras desmonta con creatividad (comparar las tres religiones abrahámicas con tres ediciones distintas del Monopoly es, como mínimo, original) todo el iconismo histórico y las narrativas mesiánicas. Su figura es comparable a la del compositor al que se enfrenta Andrew Garfield en 'Lo que esconde Silver Lake', la propia personificación de Satanás que confiesa haber compuesto todos los éxitos musicales que conforman nuestra cultura musical. O más bien, como lo describe Grant, a la del profesor universitario que se cree guay, gracioso y moderno, pero en realidad no lo es.
Hay algo verdaderamente inquietante en estas peculiaridades, mayormente en los movimientos de Grant, sus pequeños gestos, su mirada de bestia incontrolable y su sonrisa inexplicable. Perturba su figura, su discurso y la forma en la que rompe con cualquier sentido de lo apropiado. Ah, y su imitación de Jar Jar Binks también descompone. ¡Eso sí que da miedo!
El descenso a los infiernos
Es posible que lo menos destacable de 'Heretic (Hereje)' sea lo relacionado con lo sobrenatural, que comienza con el descenso a los infiernos de Barnes y Paxton. Por un lado, la primera parte de la cinta queda marcada por la claustrofobia y un despliegue muy preciso de las imágenes, acentuando la separación entre el depredador y las presas. Beck y Woods juegan con las distracciones y las trampas, con lo que se esconde en el fondo de un plano de conjunto o con la tensión concedida por un plano detalle muy revelador. Por otro lado, mientras que estas cualidades son herederas del estilo del maestro del suspenso, las de la segunda parte son más convencionales, típicas del horror de presencias desconocidas en el que se juega con las expectativas de un clímax fantasmagórico.
Si bien esto era lo que prometía 'Heretic (Hereje)', es justo donde su decaída se hace más notable: cuando intenta a toda costa ser una película de terror. Y aunque abundan los gritos, la sangre y los cuerpos putrefactos, la verdad detrás del misterio y el desplazamiento a un segundo plano de Grant producen añoranza por las monsergas del Sr. Reed. Además, en su forzosa manifestación del bien contra el mal, la cinta pierde su atractivo al desentenderse del planteamiento que discutía la necesidad del control en la humanidad. Aun así, 'Heretic (Hereje)' no se deshace por completo y apuesta, a través de una escena digna del cine poético, por la defensa de las creencias que nos hacen mejores personas, de mantener con firmeza unos valores justos y del respeto a lo ajeno.
